Una vez que los cachorros aprenden a sobrevivir solos, se convierten en una amenaza.
Los grizzly
Después de varios meses de cuidar amorosamente a su cachorro, llegará el día en que la mamá del grizzly (oso pardo de América del Norte) lo persiga hasta hacerlo subir a un árbol, como hace ella cuando se siente en peligro. Pero esta vez será diferente; la osa se alejará y lo abandonará. El cachorro debe comprender que desde ese momento habrá de valerse por sí mismo.
Este comportamiento, en una madre que había demostrado a su hijo una devoción sin límites, puede parecernos cruel. Pero, una vez que los cachorros aprenden a sobrevivir solos, se convierten en una amenaza. Si se quedan en el territorio de la madre, competirán con ella misma por la comida y por las madrigueras, y le harán más difícil la supervivencia y el siguiente apareamiento: se convertirán en enemigos.
En todas las especies de animales no gregarios llega el momento en que los hijos abandonan a sus progenitores para valerse por sí mismos. Cuando esto ocurre, las madres habrán hecho todo lo posible para asegurarse de que sus crías entren en el mundo con las mejores posibilidades de continuar el linaje. Y a pesar de que el abandono de la madre es una ruptura difícil, a los cachorros les sirve para desarrollar el sentido de la independencia.
Los gorilas prefieren irse
A los cuatro meses de edad, un gorila casi siempre está al cuidado de la madre. Si se aleja demasiado, ella saldrá en su busca y lo traerá. A los ocho meses, sin embargo, se aleja mucho más que la primera vez y se pierde durante más tiempo.
En el aspecto sexual, los machos maduran a los 11 años de edad. Poco después se convierten en animales «periféricos» y pasan menos tiempo con su familia, pero siempre están a la vista de la manada. Finalmente, rompen de forma definitiva con la familia y se alejan en busca de su propio territorio. El animal joven siempre se enfrentará a grandes peligros, aunque haya sido expulsado de la manada o se haya alejado por su propia voluntad. Deberá buscar alimento por sí mismo y evitar conflictos con los animales de su propia especie y con los depredadores. Es posible que los jóvenes vaguen mucho tiempo antes de encontrar un territorio productivo, que no tenga dueño, en el que puedan establecer su hogar.