Un gato que estuvo fuera de casa por diez años, un perro que desapareció durante un incendio forestal, y más historias conmovedoras de mascotas perdidas… y encontradas.
UNA MASCOTA A PRUEBA DE FUEGO
POR ROBERT LIWANAG
POCOS PERROS YA MAYORES son tan enérgicos como Sedze, una shih tzu de color blanco y beige de 13 años, cuyo nombre significa “mi corazón” en lengua dogrib, hablada por el pueblo originario Tlicho.
Y muy acertadamente, ya que Sedze ha sido una amada integrante de la familia Cumming de Yellowknife desde que tenía apenas ocho semanas de vida. A pesar de estar ya en sus años dorados, Sedze aún puede seguirle el ritmo en caminatas largas a Axel, el pequeño
pastor alemán de nueve años de la familia.
“El veterinario siempre comenta que está en buena forma”, dice su dueña, Louise Cumming, oficial de cobranzas de Housing Northwest Territories. “Es un soldado”.
En agosto de 2023, el espíritu resiliente de su pequeña mascota shih tzu se encontró cara a cara con una prueba de fuego real.
El 13 de agosto, Louise y su esposo Shannon estaban comprando alimentos no perecederos y empacando sus equipos de campamento a la espera de una orden inminente de evacuación. Un incendio forestal de grandes dimensiones a 35 kilómetros al oeste de la ciudad se estaba aproximando y las autoridades estaban monitoreando su avance.
Los últimos tres meses, los canadienses habían tenido que hacer frente a la más feroz temporada de incendios forestales registrada en su historia. En total, se detectaron más de 6600 incendios forestales en el país en 2023, mil más que el promedio de diez años.
El 16 de agosto llegó finalmente la orden de evacuación y los 20 000 residentes de Yellowknife se vieron obligados a abandonar la ciudad. A las 21:15, Louise, junto con su esposo, su nuera y la mejor amiga de su nuera, prepararon dos autos y una camioneta y cargaron allí a sus mascotas: Sedze, Axel, un husky llamado Rhea, un gato llamado Copernicus y Choco, un chihuahua.
El trayecto de las mascotas
Con sus pertenencias, celulares y computadoras portátiles, tomaron la autopista Mackenzie en dirección sur con destino a Alberta. (El hijo de Louise, quien trabajaba en una mina de diamantes en la Región North Slave, se reuniría con el grupo más tarde).
El destino era un centro de evacuación en High Level, una ciudad ubicada a unas siete horas de distancia en el norte de Alberta, pero el intenso tránsito los demoró y el humo espeso bloqueaba la visibilidad. “El viaje parecía interminable… Pero una vez que logramos atravesar el área del incendio, el alivio que sentimos fue inmenso”, recuerda Louise.
Exhaustos luego de manejar toda la noche, montaron un campamento cerca del puente Deh Cho, a 220 kilómetros de la frontera con Alberta, para dormir unas horas antes de volver a emprender el viaje restante a las 8:00 de la mañana.
Pero 20 minutos después del inicio de la segunda mitad de su travesía, una de las peores pesadillas de Louise se hizo realidad: advirtieron que su mascota Sedze no estaba en ninguno de los vehículos. Había desaparecido.
La desaparición de la mascota
Regresaron a toda velocidad al sitio donde habían acampado, creyendo que tal vez podrían haberla dejado accidentalmente allí. Pero no había ninguna señal de la perrita. Hicieron señas a los autos que pasaban y desesperadamente preguntaron si alguien había visto a un pequeño shih tzu, pero fue en vano.
Si bien Louise intentaba mantenerse optimista, en su interior temía lo peor: o bien había muerto a manos de un animal salvaje o se había ahogado en el río Mackenzie. Luego de buscar durante 30 minutos, Louise y los demás continuaron la travesía hacia el sur, desconsolados, pero aún con la esperanza de que ocurriera un milagro con su mascota.
Más tarde esa misma noche, llegaron finalmente a High Level. Louise llamó a su hija Jilaine, quien vive en Calgary, y le contó la noticia. Diez minutos después de cortar, Jilaine volvió a llamarla con novedades sorprendentes.
Un hombre llamado Ryan Snyder había hecho una publicación acerca de un perro que había encontrado deambulando entre los matorrales cerca del puente Deh Cho en un grupo de Facebook dedicado a mascotas perdidas y encontradas en Yellowknife. ¡El perro se veía exactamente como Sedze!
Louise rápidamente contactó a Ryany confirmó la identidad de su mascota Sedze a partir de la descripción de una flor rosada artificial sujeta a su collar. Sedze estaba con vida y sana. Y, casualmente, Ryan también había evacuado a High Level: mientras hablaban por teléfono, advirtieron que estaban ubicados en puntos opuestos de la misma cancha de béisbol.
El reencuentro con la mascota
“Fue una sensación de increíble alegría cuando la trajo con su correa y ella la arrastró hasta nosotros”, dice. Hoy, Louise aún se maravilla al pensar en lo afortunados que fueron de que Ryan haya hallado a Sedze y hayan podido reencontrarse.
Tres semanas después, el 6 de septiembre, se levantó la orden y el grupo regresó a su hogar en Yellowknife. “Si mi casa se hubiera incendiado, podría haberla reemplazado”, comenta Louise. “Pero no puedes reemplazar a tu familia”.
SPOOKY, LA MASCOTA POLIZÓN
POR SAMANTHA RIDEOUT
AL IGUAL QUE MUCHAS OTRAS FAMILIAS en el verano de 2020, Chylisse Marchand y sus hijas de edad escolar, Shay y Alli, pasaron los días en su casa. La licencia de conducir de Chylisse se encontraba suspendida después de que la joven experimentara un episodio de convulsiones, por lo que más allá de la pandemia, tampoco habrían podido ir lejos de su casa en la pequeña ciudad de Redvers, Saskatchewan, Canadá.
Una de sus mascotas, sin embargo, para nada limitada por las circunstancias, logró emprender un viaje internacional. Spooky, uno de los gatos negros de la familia, tenía una personalidad independiente. Junto con su hermano Licorice se sumaron a la familia en 2013 cuando eran cachorros.
Mascotas con espíritu aventurero
Los gatos vivían dentro de la casa durante los helados inviernos de Saskatchewan. “Pero apenas llegaba la primavera, les encantaba estar afuera”, cuenta Chylisse.
El 22 de julio, después de una excursión nocturna por el jardín, Chylisse advirtió que Spooky no había regresado, pero en ese primer Chylisse Marchand y sus momento no se sintió terriblemente preocupada.
“Pensé que aparecería en uno de los cobertizos”, recuerda. “De todas maneras, vivimos cerca de la autopista, y sí me preocupaba que pudiera haberlo arrollado un auto”.
Resultó ser que Spooky había trepado al compartimiento del motor de un camión semi acoplado estacionado en la calle.
Cuando el camión partió, Spooky se convirtió en polizón. De algún modo se mantuvo ileso en aquel estrecho espacio repleto de cables y mangueras mientras el vehículo recorría 230 kilómetros en dirección sudoeste hacia Tioga, Dakota del Norte, luego al noreste hasta Manitoba, y luego nuevamente a Dakota del Norte.
La noche siguiente, 23 de julio, el conductor del camión abrió el capó para hacer un control de mantenimiento. Se sobresaltó al ver un par de ojos brillantes que lo miraron fijamente. Su inesperado pasajero llevaba una placa de identificación donde se mostraba su vacunación antirrábica y en la que también aparecía un teléfono de contacto de una clínica veterinaria en Redvers, Saskatchewan, llamada Head for the Hills.
La espera interminable de una mascota
MIENTRAS TANTO, MUCHAS LÁGRIMAS corrieron en la casa de Chylisse. “Mis hijas estaban desconsoladas”, dice. “Spooky era todo para nosotros”.
Ya hacía unas 24 horas que había desaparecido cuando las tristes niñas se fueron a dormir la noche del 23 de julio. Más tarde esa misma noche, Chylisse recibió una llamada del veterinario de Spooky, quien le dijo que un conductor de camión llamado Jack Shao había encontrado a su gato desaparecido en Dakota del Norte.
El veterinario le dio a Chylisse el teléfono de Jack y ella lo llamó de inmediato. “Sonaba nervioso”, recuerda ella. “Es una persona muy amable, pero no le gustan los gatos y no sabía qué hacer con el animal”.
Por suerte, el recorrido de Jack lo llevaría de regreso a Redvers al día siguiente. Para mantener a Spooky seguro durante el viaje de regreso a casa, Jack lo acomodó dentro de una caja con una pequeña abertura para que circulara aire.
El 24 de julio, una amiga llevó a Chylisse, Shay y Alli al supermercado Co-op local, donde Jack había acordado encontrarlas. “Las niñas sonreían felices mientras el camión se detenía”, recuerda Chylisse. “Y yo… yo solo quería abrazarlo”.
Además de sentirse agradecida por la amabilidad de este desconocido, Chylisse estaba muy sorprendida de que Spooky haya cruzado la frontera estadounidense en un momento en que estaba cerrada para prácticamente todos excepto tránsito esencial. “Y que haya permanecido tanto tiempo en aquel incómodo espacio es increíble”, comenta.
Como Chylisse era artista, tenía una colección de sus propias obras de arte originales, y le regaló a Jack una ilustración de un camión antiguo de color rojo como símbolo de gratitud.
Al regresar a casa, Spooky se veía un poco asustadizo al principio, pero pronto salió a la superficie su temperamento habitual.
En la actualidad, Spooky y Licorice ya no suelen irse lejos de casa. “No sé si Spooky aprendió de su experiencia o si se debe a que los gatos ya están grandes”, dice. “Se quedan cerca del deck y disfrutan del atardecer en la pradera”.
UN REENCUENTRO MUY ESPERADO
POR PRAVEENA SOMASUNDARAM, EXTRAÍDO DE THE WASHINGTON POST
CUANDO RICHARD Y MARIA PRICE recibieron una llamada de un número desconocido con código de área de Nueva York en diciembre de 2022, la pareja, que estaba viviendo en España, pensó que se trataba de spam. Pero al ver que volvían a llamar del mismo número, respondieron.
“¿Ustedes tenían un gato blanco y negro de mascota?”, preguntó la persona del otro lado de la línea. Efectivamente así era: una gata inquieta y de pelaje esponjoso llamada Mimi que parecía vestir esmoquin. Pero hacía ya una década que no tenían noticias de ella.
Mimi desapareció en 2012, dos años después de haber sido adoptada por la familia Price, que en ese momento vivía en East Setauket, Nueva York. La buscaron por todo el estado por más de un año sin ningún éxito.
La tecnología al rescate de las mascotas
En 2021, la pareja se mudó a Valencia, España, después de que Richard se jubilara. Pero el 5 de diciembre de 2022, alguien de Miller Place, Nueva York, donde su mascota Mimi había desaparecido diez años antes, la llevó al Refugio para Animales y Centro de Adopción Brookhaven.
Los empleados del lugar advirtieron que el gato tenía un microchip para identificar a sus dueños. Llamaron a la familia Price ese mismo día al número telefónico de Nueva York que figuraba en los registros y que, afortunadamente, aún estaba en uso.
Richard comentó a The Washington Post que aquel encuentro había sido un “inusual milagro de Navidad”.
Mimi captó la atención de Richard en 2010 en un centro de adopción de Long Island. Un gato negro de dos años con una pechera de pelo blanco debajo del mentón; Richard pensó que “su belleza era inigualable”.
Antes de adoptar oficialmente a Mimi y llevarla a su casa, Richard visitó el centro varias veces para observarla. Esta gatita que antes vivía en estado silvestre era tímida y se quedaba escondida hasta que Richard se sentaba en el suelo y posaba su mano cerca del lugar donde se ocultaba. Luego esperaba a que saliera y entonces sí le permitía acariciarla.
“Se notaba que quería estar cerca de las personas… solo estaba asustada”, dice Richard. “Y así fue como se ganó por completo mi corazón”.
En 2012, los Price dejaron a Mimi con un pariente en Miller Place y salieron de vacaciones. Cuando regresaron, había desaparecido. El familiar que la cuidaba había abierto la puerta para salir y Mimi se había escabullido entre sus pies a toda velocidad hasta desparecer entre los arbustos.
Desconsolado, Richard inició una búsqueda y publicó afiches por todo Miller Place y áreas vecinas. Visitó refugios de animales y colonias de gatos callejeros detrás de los supermercados.
Al cabo de un año, había perdido las esperanzas de volver a ver a Mimi. Pero una década después, luego de aquella profética llamada del refugio olverían a encontrarse. Se corrió la voz en Miller Place, y Richard comenzó a recibir llamadas de miembros de la comunidad que habían cuidado a Mimi durante ese tiempo.
Julia Ray, de 24 años, y su padre Lawrence estaban entre ellos. Deambulando en su vida como vagabunda, Mimi aparecía en alguna silla de su jardín bajo el gazebo, o se escabullía dentro de la casa que habían montado para ella durante el invierno, recuerda Julia.
Notaron que en su oreja había un corte, una marca que se realiza a los gatos silvestres para indicar que han sido castrados o esterilizados, pero los veterinarios creían que no tenía dueño.
El gato, a quien ellos llamaban “Kitty”, regresaba allí aún después de fuertes tormentas y duros inviernos. Inclusodespués de que Julia partió a la universidad, su padre continuó alimentándolo hasta que falleció en abril de 2022.
La casa se vendió tiempo después ese mismo año. “Pensé en vender la casa con la condición de que el nuevo dueño fuera amable con el gato y lo alimentara”, dice Julia.
Pero afortunadamente, no fue necesario. Mimi encontró a alguien más que cuidó de ella: Gary Guiseppone. Un día, Gary notó que el pelaje de Mimi se veía enmarañado. Preocupado de que se hubiera quedado atrapada entre matorrales, la llevó al refugio Brookhaven.
Más tarde ese mismo día, se emocionó al enterarse de que el refugio había localizado a los dueños de Mimi. En enero de 2023, Richard regresó a los Estados Unidos a buscarla, mientras tanto, su hermana y sobrina la cuidaron en su casa hasta su llegada.
Se portó como “un ángel” durante el vuelo a España, comenta él, se quedó sentada en su bolso y cada tanto lo miraba para asegurarse de que estuviera allí. Si bien se mostró un poco distante al principio, su mascota Mimi pronto se acomodó en su nuevo hogar.
Le encanta dormir cerca de Richard y Maria en su cama y salir al balcón por la noche. Richard dice que le gusta pensar que Mimi se acordaba de él, pero en cualquier caso estableció un fuerte vínculo con ellos apenas llegó. “Es el gato más adorable que hemos tenido”, dice Richard.
UNA MASCOTA CACHORRO POLICÍA
POR DIANE PETERS
¡PUN! En algún lugar, entre la vegetación del parque Southfields Park en Loughborough, Reino Unido, alguien encendió fuegos artificiales. Luego de escuchar el estruendo, su mascota Rosie, una border collie de diez años que estaba sin correa, regresó a toda velocidad en busca de su dueño, Steve Harper.
Era la tarde del viernes 4 de noviembre de 2022 y habría aún más fuegos artificiales durante el sábado por la celebración de la Noche de Guy Fawkes. “Los niños encienden petardos toda una semana antes y toda una semana después del evento”, comenta Julie, la esposa de Steve, quien estaba en casa mientras Steve, Rosie y Laser, su pointer inglés, estaban en el parque cerca de allí.
¡PUN! Otra ronda de fuegos artificiales. Rosie siempre tiene miedo durante las tormentas. Por razones de seguridad, la familia la había entrenado para regresar a ellos cuando se asustaba en lugares públicos.
Luego de ver la foto de Rocie en las redes de un refugio, Julie se dijo a sí misma que Laser, quien en ese momento tenía tan solo un año, estaba muy solo. “Convencí a mi esposo de que Laser necesitaba una hermana”, dice.
Julie y Steve criaron a cinco varones y ella reconoce que, ahora con el nido vacío, le encanta tener a “alguien a quien mimar”. Entonces, Julie, Steve y Laser buscaron a Rosie y cuando llegaron a casa, notaron que se sobresaltaba con facilidad al escuchar ruidos fuertes y se ponía nerviosa cerca de los hombres, pero al poco tiempo se enamoró de los hijos de los Harper y con Steve.
Aunque el miedo de Rosie a los ruidos intensos nunca desapareció. Luego del segundo estruendo aquella tarde de viernes, salió corriendo y la perdieron de vista. Steve llamó a Julie para contarle lo que había sucedido y llevó a la casa al perro más chico para poder
buscar a Rosie.
El regreso del cachorro a la policía
Cinco minutos después de la llamada, Julie recibió otra pero de la policía: “¿Es usted la dueña de un perro blanco y negro? Acaba de entregarse”, dijo en tono jocoso.
No era broma. El Departamento de Policía de Loughborough se encuentra del otro lado de un cerco en el extremo del parque. Rosie probablemente había asado por debajo del cerco y caminado hasta atravesar las puertas automáticas del departamento de policía.
Las cámaras del circuito cerrado de televisión mostraban a Rosie la mascota en la sala de espera, olfateando todo y luego sentándose al final de una fila de sillas.
Julie se imagina por qué Rosie sabía exactamente dónde quedarse: las sillas de la sala se parecen mucho a las de la veterinaria local. “Supongo que vio las sillas y pensó: “Me siento y espero’”.
Al llegar a la casa, Steve se enteró de las novedades y fue a buscar a Rosie. El perro se llenó de alegría al verlo. Y cuando ambos llegaron a casa, sanos y salvos, Julie dice que su mascota recibió “muchos mimos y un par de galletas”.