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Secretos para que su matrimonio dure

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Seal

¿Cómo pueden servir las técnicas militares para preservar un matrimonio?

Tomado de The Washington Post

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En julio de 1998, yo era un joven Navy SEAL (unidad de fuerzas especiales de élite de la Armada de los Estados Unidos) soltero que viajaba por el mundo, saltaba de aviones, disparaba armas y entrenaba con otros jóvenes altamente capacitados y con ideas afines.

Decidí organizar un asado e invité a compañeros de pelotón y amigos de otros equipos SEAL. Uno de los miembros de mi pelotón dijo que estaba deseando venir. Le pregunté si lo acompañaría su mujer. Se mostró avergonzado, hizo una pausa y dijo: “No, no creo. Las cosas no van muy bien”. Unos meses más tarde, se divorciaron.

Y así comenzó una tendencia que observé a lo largo de mis 21 años de carrera. La tasa de divorcios entre los Navy SEAL es extraordinariamente alta: más del 90 por ciento.

Los primeros pasos de un matrimonio

Un año después, conocí a Erica. Empecé nuestra relación mintiéndole. Los SEAL suelen inventarse historias para ocultar su identidad. A veces es por motivos de seguridad, pero hemos descubierto que decirle a alguien que acabas de conocer que eres un SEAL suele crear problemas.

Mientras Erica y yo salíamos juntos, mantuve la mentira. Después de casi un mes, mi entrenamiento estaba terminando y me di cuenta de que me estaba enamorando de esta persona increíble. Así que le conté la verdad: era un Navy SEAL.

Le dije que tenía la intención de servir al menos 20 años. Le dije que el trabajo era difícil y peligroso. Que estaría fuera, en promedio, 280 días al año, y que con frecuencia ella estaría sola en casa criando a los niños, arreglando cosas y celebrando las fiestas sin mí.

Ella dijo que no le importaba. Estábamos juntos en esto. Un año y medio después, al celebrar nuestro matrimonio, establecimos unas reglas básicas. Ambos veníamos de malas relaciones y de familias divorciadas. No nos divorciaríamos. No sabía entonces que esas ideas se convertirían en los cimientos de nuestro matrimonio. Nos ayudaron a superar las adversidades más duras de nuestra relación.

Un matrimonio de compañeros

En 2007, mi equipo SEAL y yo fuimos víctimas de una emboscada mortal en el desierto iraquí. Recibí siete disparos de ametralladora en el chaleco antibalas, el arma, el casco y el brazo. Desesperado por salir de la línea de fuego, me levanté y recibí un disparo en la cara, que me destrozó el pómulo, me dañó los músculos oculares y me rompió la mayor parte de la nariz y la mandíbula.

Mientras yacía allí desangrándome, le rogué a Dios por un día más con mi esposa y mi familia. Podía ver la sonrisa de Erica en mi mente y quería otro cumpleaños con ella, otra Navidad.

Cuando desperté en la UCI del hospital naval de Bethesda, Maryland, varios días después, con la mayor parte de la cara cubierta de vendajes y tubos que salían de todas las partes de mi cuerpo, sentí un nuevo temor: ¿se horrorizaría mi esposa, mi almirante de pelo largo que había estado a mi lado en los altibajos de una carrera militar en tiempos de guerra, al verme?

Habíamos visto fracasar tantos matrimonios. Ella entró en la habitación del hospital, me agarró de la mano buena y se inclinó para besarme. “Vamos a superar esto juntos”, me dijo.

Durante nuestros 24 años de matrimonio, las heridas que sufrí en el campo de batalla fueron probablemente el impacto más devastador que sufrimos, pero hubo muchas otras pruebas.

Perdimos amigos y compañeros de equipo en el entrenamiento y en la guerra. Criamos a tres hijos maravillosos y soportamos operaciones especiales y la guerra. Superamos enfermedades, dificultades económicas y la transición fuera del ejército. Nos enfrentamos al trastorno de estrés postraumático, ya que me perdí en el fondo de una botella y alejé a todo el mundo.

Los SEAL están entrenados para cumplir la misión por encima de todo, por encima de sí mismos. Para no dejar nunca a nadie atrás. Erica y yo llevamos nuestro matrimonio como una misión, una misión sin fallos con reglas de combate.

Sin ultimátums. Nunca hacemos exigencias que cierren el diálogo o amenacen nuestra relación. No lanzamos palabras como “divorcio” ni decimos cosas como “haz esto o me voy”. Nos negamos a participar en conductas abusivas, etiquetas hirientes o ataques personales.

En los equipos SEAL y en las misiones de combate, tenemos que verificar que todas las órdenes o comunicaciones sean recibidas por la persona adecuada. Para que una relación o un matrimonio sean saludables, es necesario que ambas partes demuestren que están escuchando, ya sea mediante una técnica formal de escucha activa o simplemente repitiendo lo que se ha dicho y respondiendo “entendido”.

Esta estrategia garantiza que ambos miembros del matrimonio se sientan escuchados y comprendidos, incluso cuando hay desacuerdos. He pasado innumerables horas entrenándome y combatiendo, estudiando al enemigo y sus tácticas y aprendiendo a destruir sus capacidades. Pero los SEAL también se entrenan para evitar atacarse entre ellos.

Una zona de combate puede ser caótica, con solo unos segundos para determinar si el arma que tienes delante es amiga o enemiga. Algunas de las pérdidas más devastadoras en la guerra provienen de incidentes de fuego amigo en los que la falta de comunicación o los errores provocan la muerte. En un conflicto del matrimonio, cuando conviertes a tu cónyuge en enemigo, has perdido.