Olvídese de “el perro se comió las tareas”. No podrá creer estas excusas reales pero muy originales que lo harán reír.
Divertidas excusas que alguien dio para quedar «bien»
Llego tarde, ¡perdón!
Noah Gebstadt, de newyorker.com
¡Hola! Perdón, pero llego un poco tarde. Estoy saliendo por la puerta ahora mismo, lo prometo. Solo tengo que levantarme, ducharme muy rápido, y luego mirar fijamente a mi armario durante diez minutos mientras me seco al aire.
Cinco minutos, lo juro. Solo necesito pintar mi habitación. Me llevará tres minutos, como mucho.
¡Estoy a la vuelta de la esquina! Solo tengo que entrar en una librería para comprar El jilguero (1.152 páginas) y luego leerlo. Nunca he conseguido terminarlo, aunque me han dicho que realmente es muy bueno. Sin spoilers. 🙂
¡Ah! Estoy en camino. Tuve que exorcizar a la perra de mi vecino. Creo que es uno de esa cruza de golden retriever con caniche. De todos modos, la perra tenía el demonio dentro, así que, ¿qué podía hacer? ¿No?
Literalmente cruzando la calle. Tuve que parar para tomar algo. Me moría por una pera, así que me metí en un huerto. Te lo contaré todo cuando llegue, enseguida.
Lo siento MUCHO: llego en tres minutos. Estaba terminando de rodar mi película independiente. Creo que te va encantar la historia. Ya se está hablando de premios.
¡De verdad, a una manzana! ¿Recuerdas esa cruza de Golden y caniche demoníaco? Bueno, su dueña y yo nos enamoramos y nos casamos. Muy pronto tuvimos un bebé.
Los trenes son un horror. Aún voy en camino. Me bajé y me subí a un barco. Al barco lo golpeó una ola y volcó. Todos llegamos a una isla. Las cosas han tomado un cariz bastante político y los supervivientes se han dividido en facciones. Me han convertido en líder de uno de los grupos. Vamos a tener un enfrentamiento final en la playa para ver quién tiene el control de nuestros suministros limitados, pero ¡después voy enseguida! De verdad, cerca ya. Elegí el camino equivocado y me encontré con un capo de la Mafia apaleado en un callejón. La policía tuvo que incluirme en el programa de protección de testigos. Ahora tengo una pequeña pero exitosa tienda informática. Igual, mejor no hablar de eso, ¿entiendes?
No me mates, pero pensé que me estabas hablando de la cafetería en la esquina de al lado de mi casa. No pensé que querías que nos viéramos en la que está cerca de la tuya.
Me encuentro lejos, estoy hecha polvo. ¿Lo dejamos para el próximo fin de semana? ¡Te quiero mucho!
NEWYORKER.COM (1 de Junio De 2019), COPYRIGHT © 2019 BY NOAH GEBSTADT.
¿Cuál es su excusa?
Hemos pedido a los lectores de Selecciones que compartan sus historias de excusas favoritas.
Recientemente invité a unos vecinos a cenar. Cuando llevaban aproximadamente una hora de retraso, los llamé por teléfono para saber a qué hora los podíamos esperar. La mujer se quedó perpleja. “Oh”, dijo. “Pensé que era anoche.”
—Jim Godfrey
Uno de mis alumnos me dijo que no traía los deberes porque se le habían caído en un montón de nieve y los había aplastado rápidamente una quitanieves. Por supuesto, no le creí. Sin embargo, le di crédito por inventar una excusa original y le permití rehacer la tarea.
Dos meses más tarde, cuando la nieve se derritió, me presentó la carpeta destrozada con la versión original descolorida de sus deberes.
—Michael Lorinser
Hace años, cuando era joven y manejaba una camioneta vieja, me pararon por exceso de velocidad.
“Sabe, va a 60 km/h en una zona limitada a 50”, dijo el agente.
Sabía que estaba equivocado y se lo dije. “Sinceramente, agente, no creo que este montón de chatarra pueda ir tan rápido”.
“¿Sabe qué? Es la mejor excusa que he escuchado en mucho tiempo”. Luego volvió a su patrullero sin multarme.
—Arnie Maestas
Uno de mis empleados, que nunca es puntual, apareció más tarde de lo habitual. Al menos tenía una buena excusa: “El tren que me trae a la oficina diez minutos tarde llevaba diez minutos de retraso”.
—Patricia Johnson
Mientras estaba corrigiendo los deberes de mis alumnos, mi marido y yo decidimos que teníamos hambre. Así que dejé todos los folios organizados en ordenados montones y nos fuimos. Volví una hora más tarde para descubrir que mi cachorro había encontrado los papeles.
Al día siguiente, llamé a tres de mis alumnos a mi mesa para explicarles por qué les iba a poner a todos un 10:
“Mi perro se comió sus deberes”.
—Joanne Beer
Mi marido lleva sin ir al gimnasio más de un año. Un día le pedí que viniera conmigo. “No”, dijo, “necesito perder unos cuantos kilos antes de volver”.
—Sandra Curran
El trabajo en una plataforma petrolera de Dakota del Norte durante el invierno acaba con los débiles. Un día, uno de mis trabajadores me dijo que tenía que ir a casa para agarrar un chaquetón más abrigado. Estuvo ausente unos días antes de llamar, finalmente, para decirme que realmente había ido a su casa. Su casa, por cierto, estaba en la soleada Texas.
—Leon Hewson
Una vez, cuando mi padre recibió una invitación para hacer algo que obviamente no quería, respondió: “No puedo ir. Tengo que cambiar el filtro del horno.” Ahora, siempre que alguien de mi familia no quiere hacer algo, eso es lo que nos decimos unos a otros.
—Debra Nelson
Era agente del gobierno y estaba entrevistando a un joven para que pudiera acceder a información secreta. Sabía que le habían detenido por exceso de velocidad unos años antes, pero no lo había mencionado en su solicitud. Cuando le pregunté por qué, dijo que no creía que aquella detención importara.
“¿Por qué no iba a contar?”, pregunté.
“Porque no tenía carné de conducir”.
—Miriam Kitmacher
Cuando nuestra nueva empleada no se presentó a trabajar, la llamé.
Su madre había fallecido y necesitaba unos días libres, aseguró.
“Por supuesto”, dije.
Pasó una semana y seguía sin aparecer. Así que la llamé de nuevo.
Esta vez, dijo que tenía buenas y malas noticias. La buena noticia:
Su madre había vuelto a la vida.
La mala noticia:
Estaba enferma de nuevo, así que tenía que quedarse con ella a cuidarla.
—Benjamin Weber
Trabajando como administrador de fincas he oído todo tipo de excusas para justificar el retraso en el pago del alquiler: a mi marido lo han despedido. Los niños estaban enfermos. Perdí el recibo. O simplemente: “Se me olvidó”. Pero la excusa más creativa de todas fue la siguiente: “Solo tenía la mitad del alquiler. Así que me acerqué al casino para tratar de duplicar mi dinero”.
—Mikki Sams