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Caninos, solo por olfato

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Este sentido de los perros es una herramienta para la detección temprana del cáncer.

Michael McCulloch tiene suerte de poder llevar a su perro al trabajo. Es más, su perro es su trabajo. Se trata de un poodle miniatura de cinco años llamado Capitán Jennings, y es uno de cinco canes que participan en un estudio sobre el cáncer de ovarios que McCulloch realiza en la Fundación Pine Street, un centro de investigación sin fines de lucro en San Anselmo, California, donde McCulloch es director de investigación.

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Se sabe que los perros asisten en la curación, y que su compañía mejora la salud general y el bienestar de adultos mayores que se sienten solos, al igual que los de personas que padecen mal de Alzheimer, enfermedades mentales o trastorno de estrés postraumático. También son capaces de predecir los ataques epilépticos y presentir los terremotos. Por si fuera poco, el agudo olfato de Capitán Jennings y sus amigos bien podría darnos una nueva herramienta diagnóstica no invasiva para la detección temprana del cáncer de ovarios.

McCulloch, epidemiólogo e investigador capacitado también en medicina china, inició su primer estudio sobre el cáncer en la Fundación Pine Street luego de leer un artículo publicado en 1989 en la revista médica británica The Lancet. Según el artículo, la mascota de una mujer, un dálmata, olfateaba constantemente una mancha en la pierna de su dueña. Resultó que la mancha era un melanoma maligno, un tipo mortal de cáncer.

Fue un descubrimiento oportuno, y McCulloch, a quien le encantan los perros, decidió ponerlo a prueba en mayor escala. Usando la conocida técnica de reforzamiento con premios, enseñó a cinco perros —unos del programa de Lazarillos para no videntes, y otros, perros comunes y corrientes con entrenamiento doméstico básico— a identificar muestras de aliento de hombres y mujeres diagnosticados con cáncer de pulmón, casi como se adiestra a los sabuesos para olfatear ropa de personas perdidas a fin de que las localicen.

Luego se realizó un estudio para ver si los cinco perros podían identificar muestras cancerosas —no usadas en la primera prueba— entre un grupo de muestras sanas. Las personas participantes en el experimento exhalaron varias veces en un tubo que contenía “lana” sintética, la cual atrapaba los compuestos orgánicos volátiles (COV) presentes en su aliento. En seguida se colocó al azar una muestra cancerosa en una fila con cuatro muestras sanas. Los animales olfateaban cada muestra, y luego se sentaban junto a la que detectaban como cancerosa, como un perro policía que olfatea drogas.

Los resultados, publicados en el boletín «Integrative Cancer Therapies» en 2006, fueron asombrosos. Los perros tuvieron un desempeño casi perfecto al identificar las muestras de aliento de los pacientes cancerosos: una precisión del 99 por ciento para el cáncer de pulmón, y del 95 por ciento para el de mama.

Es poco probable que podamos ver perros entrenados haciendo diagnósticos en todos los hospitales, así que investigadores como Touradj Solouki, profesor de química en la Universidad de Maine, están trabajando en el diseño de una “nariz electrónica” que tendría la misma precisión que las caninas, pero que sería más económica y requeriría menos mantenimiento.

Solouki utiliza técnicas químicas avanzadas para analizar los biomarcadores de COV presentes en las muestras de aliento usadas en el estudio de la Fundación Pine Street sobre el cáncer de ovarios. Los científicos saben que la superficie de una célula cancerosa emite ciertos biomarcadores a medida que crece, y que los perros pueden detectarlos en el aliento y la orina de los enfermos de cáncer. Solouki espera que algo salga al mercado
en un lapso de diez años.

¿La “nariz electrónica” será tan eficaz?

Inspirados por los perros olfateadores de cáncer, un grupo de científicos en Israel parece haber encontrado la respuesta. En un reciente estudio preliminar publicado en el «British Journal of Cancer», investigadores del Instituto de Tecnología Technion Israel, en Haifa, revelaron que habían diseñado un sensor de nanopartículas que puede distinguir correctamente el aliento sano del canceroso, midiendo los niveles de COV en muestras de pacientes con cánceres de pulmón, de mama, de próstata o de colon.

El sensor también distinguió entre estos distintos tipos de cáncer. El investigador Hossam Haick y sus colegas ahora planean confirmar los resultados iniciales usando la nueva Na-Nose en un estudio mucho más grande, y prevén que un sensor mejorado pronto estará disponible para uso clínico.

Aunque una máquina llegue a superar el olfato de estos perros, ¿no sería bueno que ellos supieran que la ciencia —y la humanidad— le estarán eternamente agradecida por ayudar a salvar vidas?

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