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Técnicas fáciles para mejorar tus habilidades verbales

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¿Hay algo peor que olvidar lo que ibas a decir? Te dejamos una serie de ejercicios para que puedas mejorar tus conversaciones ganándole a tu mente.

La capacidad para comunicarse con otros es, tal vez, la habilidad más valiosa que una persona pueda tener porque le da voz propia. En las prisiones, el confinamiento solitario (separar a un individuo de casi todo contacto humano) hace que los hombres se liberen de sus amarras psicológicas y los vuelve locos. La mayoría de nosotros jamás experimentará el confinamiento solitario, pero incluso pequeñas reducciones en nuestra capacidad para comunicarnos pueden ser angustiantes.

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Cuando estamos hablando y olvidamos una palabra, por ejemplo, sentimos como si nuestros cerebros nos traicionaran. El fenómeno de tener algo en la punta de la lengua es universal: sentimos que lo que necesitamos recordar está cerca, pero fuera de nuestro alcance. Aunque la información se encuentra justo ahí, en nuestro cerebro, no podemos acceder a ella cuando queremos, en especial, a medida que envejecemos.

No hay por qué sentirse acorralado en un rincón verbal. La investigación muestra que las personas que practican ejercicios mentales que los ayudan a recordar —conocidos como “estrategias mnemotécnicas”— recuerdan con más facilidad palabras, nombres y datos que la gente que se las arregla sobre la marcha y confía en su suerte.

Puede mejorarse el recuerdo de palabras en minutos, con solo aplicar una de las técnicas que siguen. Los psicólogos solían pensar que había una única y mejor regla mnemotécnica, pero nuevas teorías sugieren que cualquiera que uses resulta útil. Revisalas y probá con la que más se adapte a tu estilo personal de pensamiento o usá más de una para diferentes necesidades.

Estrategias inteligentes para todos los días

Mientras trabajás en tus habilidades de vocabulario con estos ejercicios, aprendé y practicá las siguientes estrategias, que te ayudarán a acceder a las palabras que necesites, cuando las necesites.

Inventá una historia

Para las listas de palabras que quieras recordar a corto plazo, como una lista de comestibles o de tareas para hacer, se recomienda inventar una historia que vincule a las palabras. La historia debería ser lo más visual posible (de otra forma, solo estarías creando palabras para recordar otras palabras) y lo más tonta o ridícula que puedas imaginar. Por ejemplo, supongamos que tenés tres palabras para recordar: lámpara, limón, auto. Podrías imaginar que encendés una lámpara del exterior y encontrás limones que están creciendo dentro del auto y saliendo por las ventanillas. Cuanto más imaginativas o elaboradas sean tus imágenes mentales, mejores serán las oportunidades de recordar las palabras.

Agrupá palabras

Para largas listas de palabras que no es necesario memorizar en orden, agrupá palabras similares. Vos decidís qué categorías usar. Si tenés una lista de comestibles, podés “dividir” los artículos por ubicación en la tienda, grupo de alimentos, tamaño, precio o el lugar donde se guardarán los productos en casa.

Escuchá el nombre

Cuando conocés a alguien y querés recordar su nombre, el primer paso es ¡escuchar! La mayoría de las personas están tan concentradas en dar una buena impresión que se olvidan de prestar atención a la persona que están conociendo. Concentrate en escuchar el nombre de la persona. De inmediato repetilo (“Encantado de conocerte, Francisco”) y usalo cuando te dirijas a la persona en la conversación.

Dejá que un nombre te cuente una historia

Cuando escuches el nombre, pensá en cómo suena y qué imágenes te evoca. Por ejemplo, si conocés a Marina Sastre, podés visualizar una marina llena de barcos y a un sastre sentado en el muelle remendando velas. Podés llevar el ejercicio un paso más allá para que te ayude a recordar a esta persona y su nombre, en el futuro. Si Marina es pelirroja, imaginá que cada embarcación de la marina está pintada de rojo. Será casi imposible olvidar el nombre luego de una imagen visual tan elaborada.

No todos los nombres se traducen a imágenes con tanta facilidad

En esos casos, usá cualquier clase de asociaciones que te vengan a la mente. Por ejemplo, si conocés a Julio Park, que se está quedando calvo, podrías pensar que tenés un primo llamado Julio que es calvo. Y que tu primo se casó con una mujer que vivía en Nueva York, lo que te recuerda al Central Park. Podés imaginar a tu primo Julio sentado en el medio de una calle de Nueva York.

Deletreá los nombres difíciles

La primera vez que te encuentres con Wojciech Cieszko, quizá te costará inventar una historia que encaje con el nombre. Pedile que repita su nombre lentamente. Mientras lo hace, deletrealo en tu cabeza e imagínate escribiendo su trascripción fonética en un papel. Mentalmente, abrochá el papel a una foto mental instantánea de la persona.

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