Hay muchas formas en que la risa puede ser la mejor medicina. Aunque no cura enfermedades como el cáncer, los expertos dicen que los beneficios para la salud son medibles: es buena para el corazón, el cerebro, las relaciones y el bienestar general.
La risa se considera señal de felicidad, pero también trae felicidad al hacer que el cerebro libere neurotransmisores del bienestar. La dopamina ayuda a procesar las reacciones emocionales y aumenta la sensación de placer; la serotonina eleva el ánimo; las endorfinas regulan el dolor y el estrés y provocan euforia. Un estudio reciente mostró que reírse con otros libera endorfinas mediante los receptores de opiáceos, lo que sugiere que la euforia que causa la risa es como un narcótico, sin sus desventajas obvias.
Además de levantar el ánimo, reír con frecuencia podría prevenir episodios cardíacos. Los retos cotidianos (mucho trabajo, facturas por pagar) pueden causar estrés crónico al provocar de forma constante la respuesta ataque-huida, que contrae los vasos sanguíneos y aumenta la presión. Esto puede elevar el riesgo de infarto o accidente cerebrovascular. Pero, como los fármacos que reducen el colesterol y el ejercicio aeróbico, una buena carcajada puede neutralizar el estrés. En 2005, investigadores del Centro Médico de la Universidad de Maryland hallaron que la risa aumenta el flujo sanguíneo al dilatar la pared interna de los vasos. Como el corazón no tiene que bombear tan fuerte, la presión arterial baja.
La risa también es antídoto para el dolor, por lo que aumenta la resistencia. Un estudio de la Universidad de Oxford de 2011 mostró que el umbral de dolor de los participantes era mucho más alto después de reír, debido al efecto opiáceo de las endorfinas. Así que reír de un chiste con un amigo puede ayudarlo a trabajar más duro en el gimnasio o a ir más lejos en su caminata diaria. Una buena carcajada también es ejercicio, ya que entrena varios grupos musculares como abdomen, espalda, hombros, diafragma y cara.
Bromear también beneficia nuestra vida social. Las risas compartidas refuerzan y conservan el sentido de unión, como en el caso del “dominó de endorfinas”: cuando alguien empieza a reír, otros lo siguen aunque no estén seguros de lo que hace gracia a los demás.
Y cuando se ríe, entra en un antiguo sistema que los mamíferos han desarrollado para hacer y mantener la conexión social, según Sophie Scott, una neurocientífica cognitiva británica. Esta conexión es vital para la salud física y mental, fortalece el sistema inmunológico y alarga la vida. Las personas que se sienten más conectadas con los demás tienen mayor autoestima, menor nivel de ansiedad y depresión, y son más empáticas.
Según el doctor Caspar Addyman, psicólogo del desarrollo y director del Goldsmiths InfantLab de la Universidad de Londres, los bebés entienden de manera innata la importancia de compartir risas. “Los bebés te hacen reír y uno los hace reír casi al instante, sin necesidad de bromas”, dice. “Es cuestión de conexión”. Scott señala que la risa no siempre está asociada al humor, incluso en los adultos: reímos para mostrar a los demás que los entendemos, que concordamos y que nos gustan, o hasta que los amamos.
Así que adelante, hágase el tonto con alguien a quien quiere; es la forma más rápida y fácil de aligerar su carga mental y mejorar su bienestar físico. Además, es muy divertido.