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Precauciones a la hora de viajar

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Si estás planeando salir a la ruta a disfrutar de unos días de vacaciones, no dejes de leer esta nota para asegurarte de revisar todas las cuestiones relacionadas a tu seguridad.

Consejos para adecuar tu cuerpo a un viaje largo en ruta

Si bien cada organismo genera sus propias políticas de “consumo energético”, las personas en general suelen compartir ciertos horarios en las prácticas diarias. Ya sean comer, descansar, trabajar o gozar de momentos de ocio, el motor que da vida a todos es el reloj vital. Independientemente de las ocupaciones que tengamos, y de cómo disponemos del espacio que le dedicamos a cada una de ellas, siempre “mandan” las agujas que están en nuestro interior.

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Las mañanas podrán ser más graduales en cuanto al aumento de velocidad desde el momento de despertarnos hasta que alcanzamos la plenitud matinal (entre las 9.30 y las 11 hs.). Inmediatamente antes del almuerzo y después de comer se producen dos fenómenos que llevan al mismo resultado: la falta de atención. En el primer caso porque el hambre es una sensación “cerebral” que indica una baja en los niveles de glucosa, de las proteínas y de los hidratos, necesarios para el perfecto funcionamiento del sistema nervioso. Muchas veces puede asociarse con la falta de líquidos, lo que implica un leve endurecimiento muscular, causa directa de movimientos menos eficientes de los miembros inferiores. En cambio, luego de la comida la sangre se dirige al sistema gastrointestinal para resolver el proceso metabólico de digestión y asimilación de los alimentos. Esto reduce la cantidad en el suministro sanguíneo a la zona cerebral y su consecuencia inmediata, la modorra.

De manera que para salir a la ruta lo conveniente sería un buen desayuno una hora antes de emprender el viaje y algunas paradas intermedias por la mañana para no llegar a sentir “hambre” que implique pérdida de concentración en el manejo. Estar bien hidratado y consumir alimentos livianos (frutas, verduras, ensaladas, algún sándwich natural sin altos contenidos grasos) suele ser una estrategia adecuada, más que nada en viajes que duren más de ocho horas.

A partir de este límite hay algo que no debe evitarse bajo ninguna circunstancia: un buen descanso. Caminar, pasear por algún sitio de interés o directamente cerrar los ojos media hora puede recomponer el estado general del cuerpo. Queda totalmente desaconsejado partir al alba y conducir hasta altas horas de la noche; más que nada porque el reloj biológico no se dará cuenta de que está sentado y requerirá todas las atenciones de costumbre: comer, caminar, distraerse, hacer frente a sus necesidades y, más que nada, mantener una charla son buenas estrategias para morigerar los impactos del estrés en la ruta.

En general y debido a la imprudencia en el respeto de estos consejos básicos es que ocurren los accidentes inesperados. Muchas veces nos enteramos de que se producen decenas de accidentes graves, en autovías de doble mano sin nadie que interrumpa el paso ni otro vehículo cerca del automóvil siniestrado. Esto ocurre porque el estrés del manejo suele actuar con un mecanismo muy complejo; el cuerpo en condiciones de presión y obligación de atención excesiva tiende a buscar el equilibrio, de manera que “luchará” con el cerebro para liberarse de la tortura de horas y horas de conducción. Para ello emitirá señales: dolores de espalda o cuello, incomodidad en la posición de reposo en la que se conduce, comezón, hambre, sueño, debilitamiento de la visión, fallas imprevistas en los llamados reflejos automáticos.

Si esto llegara a ocurrirte, lo mejor será estacionarte en un lugar seguro, caminar durante quince minutos, realizar movimientos de distensión muscular y propiciar charlas sobre temas triviales. Muchos fumadores aprovechan ese momento para encender un cigarrillo, pero esto suele “adormecer” ciertos estímulos nerviosos. Lo mejor es distenderse sin perder atención y concentración mentales, por lo cual no es recomendable fumar (y claro, no solo por esta causa).

Como se ve, nuestro reloj interno domina directamente las actividades que afrontamos durante el día como también el reposo nocturno. De modo que no es conveniente, al momento de salir a la ruta, contar con toda una jornada de manejo. Esto sería un error de cálculo ya que al no estar acostumbrados a conducir todos los días por distancias largas, nuestro cuerpo se las ingeniará para sacarnos de esa situación de estrés extra.

Acomodá tus horarios de acuerdo con el grupo de viaje: si alguno de tus compañeros de ruta quiere conducir, pasale la posta durante tres o cuatro horas. Volvé al volante una vez que sientas que tenés ganas de hacerlo, no discutas y evitá las charlas acaloradas porque eso producirá una cuota de presión adicional que solo aumentará la ansiedad.

Consejos para el viaje ideal

El estado general, tanto mecánico como legal del automóvil constituye lo básico a tener en cuenta en viajes de más de cien kilómetros. Revisión, anticipación a los problemas y, principalmente, previsión son las claves para vacaciones exitosas.

He aquí las recomendaciones que todos los especialistas en seguridad vial tienen en cuenta. ¡No las olvides!

  • Revisá la alineación y balanceo del vehículo; esto te permitirá conducir con tranquilidad y seguridad, sobre todo en curvas y caminos sinuosos.
  • Chequeá el nivel de los fluidos; agregá líquido refrigerante al depósito del radiador, rellená el del limpiaparabrisas, controlá el aceite del motor (o cambialo de ser necesario), asegurate que el líquido hidráulico y el de los frenos se encuentren en el máximo nivel y reservá una cantidad de repuesto en caso de pérdidas.
  • Es recomendable que controles el estado de la suspensión, el tren delantero, los amortiguadores y el sistema de frenos.
  • Proveé un impecable estado de las luces (altas, bajas, de posición, guiños, de freno y retroceso) en perfecto funcionamiento y… ¡limpias!
  • Revisá que todos los cinturones de seguridad estén con la tensión y la respuesta correctas (traseros y delanteros). Asegurá sillas especiales para bebés, y recordá que los niños menores a cinco años siempre deben estar acompañados por un mayor.
  • Los neumáticos deben estar en óptimo estado; verificá que el relieve del rodado tenga la profundidad suficiente (1,6 mm) para que se adhiera a diferentes superficies. Controlá la presión de los neumáticos según el manual del usuario de tu vehículo. Tené tu rueda de auxilio inflada y disponé de las herramientas necesarias para realizar un recambio.
  • Controlá el estatus de tu cobertura de seguro (si está vencida o por vencerse, comunicate con tu compañía para que te entregue la póliza correspondiente).
  • Controlá tu parabrisas; debe estar limpio, sin marcas ni rajaduras que pudieran impedir la visibilidad del conductor. Chequeá su funcionamiento antes de emprender el viaje.
  • Asegurate de contar con un extintor de incendios cargado y habilitado. Éste debe ubicarse en un lugar accesible y sujetado como corresponde; llevá las balizas triangulares y tu botiquín de primeros auxilios. Es recomendable también contar con una cuerda para arrastre.
  • Distribuí el peso de tu equipaje equitativamente; colocá los elementos más pesados próximos al respaldo trasero y al piso. Si el baúl no fuera suficiente, podés utilizar un portaequipaje en la parte superior del vehículo, siempre y cuando respetes las normas vigentes.
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