Conozca más sobre esta extraordinaria facultad del cerebro y aprenda trucos para mejorar la memoria.
Almacenamiento de recuerdos
La memoria se apoya en la extraordinaria capacidad del cerebro para reconfigurar permanentemente sus circuitos. Hoy se sabe que el almacenamiento de recuerdos hace que intervengan no solo los cambios duraderos para la eficacia de las uniones (sinapsis) que existen entre las neuronas (plasticidad sináptica), sino también la creación de nuevas conexiones e incluso, la aparición de nuevas neuronas en algunas zonas del cerebro, como el hipocampo.
Sin memoria, nuestro cerebro semejaría a una biblioteca con anaqueles vacíos. La mayoría de nuestros conocimientos se adquiere por medio de experiencias. Un vocabulario compuesto por miles de palabras, rudimentos de álgebra, una multitud de rostros y una larga sucesión de remembranzas vividas… acumulamos y conservamos tal cantidad de informaciones que la capacidad de nuestra memoria parece ilimitada. Este depósito de conocimientos y recuerdos resulta esencial para la construcción de nuestra personalidad. Sirven de ejemplo los enfermos que, a causa de un accidente vascular, tienen amnesia y que al olvidar su propia historia pierden así su identidad.
Una herramienta de trabajo
La memoria no es solamente un depósito de informaciones: es también un instrumento de trabajo. ¿Cómo hilvanar una conversación si olvidamos las frases a medida que las pronunciamos? ¿Cómo desarrollar un razonamiento si no podemos basarnos en conocimientos anteriores? La memoria de los sucesos nos permite, además, predecir las consecuencias de nuestros actos y adaptar nuestra conducta a las circunstancias y a los resultados previstos. Asimismo, nos permite proyectarnos en el futuro, al contrario de los amnésicos graves que viven sujetos al presente y tienen gran dificultad para planificar sus acciones.
Técnicas para una buena memoria
Las personas dotadas de una buena memoria confiesan que, por lo general, recurren a algunas estrategias para mejorar su producción. Hay quien asocia cifras a colores o a formas; otros incluyen personajes en la escena, integran referencias en un relato o los asocian a lugares determinados. Para tener en la cabeza una lista de las compras es suficiente recorrer mentalmente el lugar donde se vive para encontrar lo que se debe comprar. El entrenamiento y la motivación también entran en el juego. Un alumno que tiene dificultades para aprender en la escuela, por ejemplo, puede memorizar la formación de su equipo de fútbol preferido. Pequeñas astucias de mnemotecnia, que otorgan significado a datos que en apariencia son disparatados (por ejemplo, «Treinta días tiene noviembre, con abril, junio y septiembre, veintiocho solo hay uno y los demás treinta y uno» para recordar la cantidad de días que tienen los meses del año) pueden, sin embargo, utilizarse para mejorar su rendimiento y memorizar mejor una clase de información. No obstante, ningún método es universal: la actividad intelectual continua, la calidad de vida social, así como una buena higiene de vida siguen siendo los mejores auxiliares de la memoria.
La especialización de la memoria
La gimnasia cerebral tiene efectos programados: cuantos más crucigramas se realicen, mejor dominará los juegos de vocabulario; un actor tiene más facilidad para aprender un texto de memoria que cualquier otra persona, ya que entrena con regularidad. Sin embargo, ¡ni las palabras cruzadas ni la repetición de un diálogo teatral ayudan a encontrar las llaves! Los progresos solo conciernen al tipo de tarea para la que se ejercitó. Puede observarse con las proezas de los expertos, no interesa que estén dotados excepcionalmente para los números o que recuerden, como los campeones de ajedrez, cada una de las partidas; esto no significará que tengan una memoria superior en todos los campos, sino que sus cerebros se especializaron en procesar y retener ciertos tipos de informaciones. Es una constatación lógica, puesto que se sabe hoy que no existe un solo tipo de memoria, sino muchas controladas por estructuras cerebrales diferentes.
Esta habilidad de la memoria puede asociarse con modificaciones visibles en el cerebro. En Londres, se realizó un estudio con conductores de taxi, que deben retener numerosos itinerarios, y demostró una hipertrofia de la parte posterior del hipocampo derecho, pequeña zona que posee un papel fundamental en la memoria espacial.
Menoscabo de la memoria
A partir de los 50 años, aproximadamente, la capacidad para retener información en forma temporaria y manipularla comienza a marchitarse. Este fenómeno se observa con mayor intensidad cuando se trata de efectuar varias actividades a la vez. Por ejemplo, resulta más difícil aprender un número de teléfono al mismo tiempo que se mantiene una conversación o recordar dónde se dejaron las llaves si se está concentrado en la lista de las compras. Con el tiempo, tendremos también dificultad para recordar los nombres o para encontrar con rapidez la palabra exacta. Además, los recuerdos de sucesos recientes dejan marcas menos fuertes y son más difíciles de situar en el tiempo, mientras que las remembranzas de juventud resultan en comparación más vivaces.
Por el contrario, al envejecer disponemos de un sólido valor: la suma de las experiencias y de los conocimientos guardados a lo largo de nuestra vida. Esta «reserva cognitiva» puede ayudarnos a continuar con altos rendimientos en nuestros ámbitos de conocimiento. A grandes rasgos, un buen nivel de escolarización retrasa la declinación de la memoria. En efecto, favorece el desarrollo de un vasto repertorio de enseñanzas y estrategias que permitirán, llegado el momento, sortear alguna falla.
Señal de alarma
De acuerdo con las encuestas, un tercio de la población sufre esta decadencia de la memoria, y esta proporción aumenta con la edad. ¿Cómo distinguir los problemas benignos de los que anuncian un problema más grave, en especial, los preludios de una enfermedad de Alzheimer?
Primera pregunta que debe hacerse: ¿quién notó el problema? Si se trata de la misma persona la que se queja, realmente no debe inquietarse. En los casos de pacientes con mal de Alzheimer a menudo son las demás personas que notan los trastornos, ya que el enfermo desconoce o minimiza sus dificultades, «olvida que olvidó». También tiene tendencia a replegarse sobre sí mismo, a desorientarse y a inventar historias. Segundo punto importante: ¿qué clase de información olvida el paciente? Si se trata de trastornos benignos, olvida, sobre todo, los nombres, detalles, y el olvido concierne tanto a los hechos antiguos como a los acontecimientos recientes. En la enfermedad de Alzheimer o en amnesias verdaderas, las lagunas atacan, en especial, las informaciones recientes. Por último, en muchas ocasiones, ante un simple vacío de la memoria basta con dar algunos indicios para que una persona reencuentre el dato que buscaba. Esta estrategia no funciona en caso del mal de Alzheimer, ya que el proceso mismo de la memoria está dañado.
En caso de duda, únicamente un examen neurofisiológico que incluye tests específicos permitirá desarrollar un diagnóstico.