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Cómo sobrevivir a la Navidad en familia

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La navidad en familia no siempre es amena. Siga estos consejos para mantener la calma y llegará al postre sin problemas.

Seamos francos: quizá necesite una guía de supervivencia para enfrentar la temporada navideña. En la película Feriados en familia (1995), Claudia Larson regresa al hogar de sus padres, donde se encuentra con la disparatada y ardua realidad que suponen los suyos. “Cuando vas a casa, miras a tu alrededor y te preguntas ‘¿Quiénes son estas personas? ¿En verdad son mis parientes?’”, dice.

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De acuerdo con Andrew Sofin, terapeuta de pareja y familia, esta sensación es común. “Idealizamos a los nuestros —afirma—. Tenemos la idea de que las familias son entidades bastante homogéneas. Creemos que deberían reflejar eso que somos, así que, si alguien es diferente, nos parece una afrenta”.

Aunque muchos tratan de evitar el trago amargo, hay mecanismos de supervivencia más eficaces. “Lo primero es olvidar sus expectativas”, afirma Sofin. Antes de acudir a la reunión, haga una lista de los invitados y anote dos frases junto a cada nombre: una que diga qué le agrada de la persona y otra que exprese lo que lo enoja. “Irá con una mentalidad distinta”, explica. Por ejemplo, si tiene una tía entrometida, recordar que también es afectuosa, tolerante y dulce le hará comprender que su intromisión es producto del cariño que le tiene.

Si bien no hay reglas de etiqueta para lidiar con estas situaciones, hacerse de una estrategia puede ayudarlo a salir bien librado. A continuación, exponemos cinco de las personalidades más difíciles y comunes con las que podría compartir mesa en estas fechas. Estos consejos de los expertos le permitirán enfrentar cualquier situación con gracia, decoro y compasión… o, al menos, llegar entero al postre.

EL SABELOTODO

Ha escuchado la frase “Papá es el experto”. Pero se trate de su padre, tío, madre o su molesta hermana, que un familiar le dé consejos no solicitados puede provocar resentimientos. “Los miembros de nuestro clan se inmiscuyen de más en nuestras vidas por la confianza que genera la vida en común”, explica Sofin. Aunque algunos de estos asesores tengan un genuino deseo de ayudar, otros solo buscan ser el centro de la conversación.

La estrategia: Sea cortés, no se tome nada a pecho, y recuerde que sus intenciones son buenas: puede que en verdad quieran darle una mano o que solo deseen conversar con usted.

“Tratar con esa persona puede ser tan sencillo como decir ‘Muchas gracias por preocuparte por mi bienestar; por suerte, eso no me agobia en este momento’”, indica Jacqueline Whitmore, experta en protocolo. No es necesario considerar sus sugerencias, pero es importante reconocer la intención. “Su interlocutor se sentirá bien, zanjará el asunto y podrá pasar a otro tema”, agrega Sofin.

EL NIÑO TRAVIESO

Las vacaciones de Navidad y Año Nuevo son muy emocionantes, lo cual puede empeorar la conducta de un niño inquieto. “Muchas veces, los niños solo desean atención”, señala Whitmore, y añade que, a menudo, prestárselas mejorará su comportamiento. “Intente incluirlos en la charla si la edad lo permite”, sugiere.

La estrategia: Hay una diferencia entre un infante caprichoso y uno cuyo proceder no le agrade. “Quizá no le guste su atuendo, pero eso no le incumbe”, aclara Sofin. “No es su decisión”. Por otra parte, si un pequeño se pone a sí mismo (o a otros) en peligro, pídale que se detenga sin mostrar enojo e informe a sus papás. “Si mantiene la calma y la objetividad, nadie se ofenderá. Los padres se lo agradecerán”.

Si no hay una mesa para niños, pida sentarse al lado de un familiar al que hace tiempo no ve en lugar de pasar la cena al lado de una criatura problemática.

EL INQUISIDOR

Nuestra prole sabe más de nosotros de lo que nos gustaría, y podría haber un pariente en específico que se interese más por nosotros que el resto. Cuando alguien hace demasiadas preguntas personales, considere que es posible que en verdad se preocupe por usted. “Busca encajar y encontrar cómo crear un vínculo con usted”, aduce Sofin.

La estrategia: “Si no quiere compartir mucho acerca de su vida, trate de ser lo más ambiguo posible”, dice Whitmore. “Haga un chiste o responda con una pregunta, según lo que quieran saber”.

Para cambiar el tema, Whitmore sugiere preparar tres temas de conversación muy propicios: su recuerdo familiar, su comida y su viaje favoritos. “A todos les gusta comer y viajar, pero si realmente quiere estimular una conversación amena, comparta sus recuerdos familiares más preciados o cómicos”.

EL AFICIONADO A LA POLÍTICA

Conforme las posturas políticas se polarizan más, es posible que en su siguiente reunión familiar haya alguien cuyas opiniones se opongan a las suyas. “No necesitan estar de acuerdo en todo”, recalca Whitmore. “De hecho, creo que es saludable tener visiones divergentes. Si todo el mundo pensara igual, las conversaciones no resultarían estimulantes”.

La estrategia: Antes de empezar a discutir, recuerde que sus parientes no tienen por qué compartir sus ideas y que sus opiniones no revelan nada negativo sobre usted. “Se cree que la familia debería reflejar nuestra esencia, así que cuando uno de sus miembros tiene un credo político distinto, lo tomamos mal”, explica Sofin. “Pero, a fin de cuentas, solo tenemos poder y control sobre nosotros mismos”.

Dependiendo de qué tan acalorado se torne el debate, intente cambiar el tema o irse a otra habitación, con o sin esa persona. “A veces quizá necesiten admitir: ‘Bueno, tendremos que aceptar que nunca estaremos de acuerdo en este particular’”,  afirma Whitmore.

EL BEBEDOR

En el mejor de los casos, un comensal que se pasa de copas podría avergonzarnos; en el peor escenario, es un riesgo en potencia para sí mismo o para los demás. Si es el anfitrión, tenga en cuenta que usted es responsable por el bienestar de sus invitados. “Si ve que alguien está perdiendo el control, llévelo a un lugar apartado”, aconseja Whitmore. No olvide que suele existir un motivo para embriagarse, y podría tratarse de la ansiedad social que todos sentimos. “No es casualidad que la de la destilación sea una industria multimillonaria”, señala Sofin. “El alcohol es un depresivo. Nos relaja y nos ayuda a sentirnos menos ansiosos y estresados”.

La estrategia: Al ser el dueño de la noche, puede reducir los estragos al dejar de darle licor a su huésped rebelde, y ofrecerle, en cambio, bastante agua, bebidas sin alcohol y alimentos. También pregúntese por qué alguien querría beber tanto. “¿Les incomoda la presencia de su ex?”, aventura Sofin. “¿Acaban de descubrir que le deben muchísimo dinero al fisco?”.

Dialogar con un invitado de esta naturaleza de tal manera que no se sienta agredido podría hacer que externe sus inquietudes, lo cual, a su vez, podría tranquilizarlo. Pero no olvide que su obligación no es convertirse en psicólogo u oficial de policía. Bastará con ofrecerse para pedirle un taxi o dejar que pase la noche en su casa.

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