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Testimonios de solidaridad durante la guerra en Ucrania

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Dentro del sufrimiento y la destrucción generados desde que Rusia invadió Ucrania en febrero surgen innumerables historias de generosidad y solidaridad. Recopilamos algunas de ellas. 

España – No hay distancia

El 25 de febrero, María Jesús Márquez y su marido, Juan Luis Escobar, subieron a su Citroën C4 en Ciudad Real para hacer un largo viaje: cerca de 7.700 kilómetros. Se dirigían a Ubla, un pueblo al este de Eslovaquia, en la frontera con Ucrania.

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¿Su misión? Buscar a tres hermanas ucranianas, Liubava Fil, de 14 años; Yesenia, de 12; y Varya, de 10, para volver a la capital manchega.

Los cinco volvieron de su largo viaje el 5 de marzo. María Jesús Márquez y Juan Luis Escobar, visiblemente cansados, explicaron que el viaje fue agotador, pero a la vez emocionante por poder traer a casa y a salvo a estas tres niñas que “huían desesperadamente de la guerra injusta en la que se han visto inmersas”.

Durante los veranos de 2017, 2018 y 2019, la pareja había acogido a Yesenia en su casa a través de un programa de ayuda. El matrimonio aseguró que no dudó ni un momento en subirse a su auto y emprender el largo viaje hasta Eslovaquia cuando Juliana, la hermana mayor de Yesenia, les escribió un mensaje por Instagram en el que les decía: “Juan, María, por favor, vengan por mis hermanas que esto está muy mal y es horrible”.

Era un viaje complejo por la logística y por el hecho de que María Jesús debía correr con toda la responsabilidad de manejar el vehículo, ya que su marido no tiene carné.

Sin embargo, la pareja fue venciendo las dificultades, gracias en gran parte, a que su hija Andrea, desde España, les fue ayudando con el itinerario, buscándoles hoteles e incluso lugares donde comer y descansar.

También contaron con el apoyo de amigos y miembros de la asociación Ciudad Real en Ayuda al Niño (CREAN), con la que llevan colaborando para acoger niños ucranianos desde hace años. 

Asimismo, encontraron una gran solidaridad y generosidad por parte de muchas otras personas en países como Polonia, Alemania o Francia.

Juan Luis explicó que muchas familias les ayudaron, como una familia polaca que les abrió las puertas de su casa, u otras que contactaron a través de las redes sociales para ofrecerle alojamiento, e incluso, en un restaurante “no nos dejaron pagar cuando sabían que estábamos recogiendo a tres niñas ucranianas que huían de la guerra”, contó a los periodistas.

Reconoció que el momento más triste del viaje fue cuando la madre se tuvo que despedir de sus cuatro hijas, una de las cuales, mayor de edad, no viajó con ellas, y se quedó con otra familia en Grosz, en Cracovia, Polonia.

Sobre cómo afrontaron la situación las tres niñas, Juan Luis aclaró que “no hemos querido hablar con ellas sobre este asunto, porque la más pequeña, el primer día, hizo el amago de llorar y preferimos evitarlo”. 

De las tres niñas ucranianas, que dejaron en Kiev a sus padres y un hermano de 21 años que no puede abandonar el país, las dos pequeñas viven con el matrimonio que las ha traído a España, y la mayor irá con otra familia de acogida, a pocos kilómetros de sus hermanas. Al cierre del reportaje se encuentran bien y adaptadas, y acuden a clases de baile después del colegio.

Yesenia, la mediana, no ocultó su alegría al llegar a España y con un gracioso “hola” saludaba a los periodistas que los recibieron y dijo que deseaba ir a casa de Juan Luis y María para tomar un helado.

Respecto al tiempo que podrían pasar en España, el matrimonio dijo que será todo el que necesiten y mientras su familia quiera.

“Sabemos que tras la guerra viene las posguerra y los momentos de dificultades serán muchos, pero estamos dispuestos a afrontarlo, son nuestras hijas”, dijo Juan Luis. 

—EFE, en La Tribuna de Ciudad Real. EFE News Services (5 de marzo de 2022) Copyright ©2022 por EFE News Services

Alemania – Ayuda en la frontera 

Cuando Rusia invadió Ucrania a finales de febrero y millones de personas comenzaron a huir a la vecina Polonia, Peter Haarmann, médico de Stühlingen, al suroeste de Alemania, supo que tenía que ayudar. Dejó su consulta médica y se dirigió a la ciudad de Przemysl, al sudeste de Polonia, tan pronto como pudo para ayudar a los refugiados a cruzar la frontera. Haarmann permaneció allí dos semanas. Esta entrevista con la emisora alemana SWR tuvo lugar poco después de su llegada, a principios de marzo. 

Dr. Haarmann, ¿cuál es la situación en la que se encuentra ahora? 

Llevamos en la frontera cuatro días y estamos viendo un flujo constante de refugiados. Están agotados, enfermos y mentalmente estresados. La mayoría son mujeres con niños y personas mayores. Casi no hay hombres.

¿Qué le dice la gente?

La conversación es un poco difícil porque no tenemos a nadie en nuestro equipo que hable ucraniano. De vez en cuando tenemos un par de intérpretes, a menudo refugiados, que vienen a ayudarnos.

Es difícil. Estas mujeres a menudo sufren un gran trauma y cuidan con amor a sus hijos. A veces, después de darles a sus hijos un regalo sorpresa y preguntarles a las madres si podemos hacer algo por ellos, se les llenan los ojos de lágrimas, y se dan la vuelta.

¿De qué manera puede ayudarlos médicamente?

Puedo examinarlos y asegurarme de que reciben el medicamento apropiado. Trajimos muchas medicinas; por ejemplo, tratamientos para afecciones cutáneas causadas por el resfriado. Estar al aire libre con este este tiempo durante tantas horas se cobra un peaje. La diarrea también se ha convertido en un problema. Aquí llega ayuda médica en camión, y parte de ella va directamente a Ucrania, a hospitales militares. Ya hemos establecido contacto allí, y sus conductores, a menudo mujeres, vienen aquí a recoger los suministros.

¿Qué le hizo decidir venir a Polonia a ayudar?

Cuando se dieron a conocer las noticias sobre estos terribles acontecimientos, oí hablar sobre un empresario local que recogía suministros y los entregaba en camión en la frontera con Ucrania. Pensé que podía ir manejando allí también y ayudar. Cuando mencioné esto en mi consulta médica, uno de mis empleados inmediatamente dijo: “Voy contigo”.

¿Qué le gustaría decir a la gente cuando vuelva a casa?

Solo puedo pedir un apoyo continuo para estas personas que han sido golpeadas por la guerra. Por favor, sigan donando. En primer lugar, donen dinero. También estamos estableciendo conexiones mientras estamos en la frontera para poder seguir ayudando cuando hayamos regresado a Stühlingen.

¿No tiene miedo de estar cerca de una zona de guerra?

No. Aunque sabemos que algunas personas están preocupadas por nosotros. Siempre tratamos de transmitir que nos sentimos muy seguros aquí. No tenemos miedo. Otras emociones llenan nuestras mentes.  

—SWR Aktuell De SWR aktuell, 3 de marzo de 2022. Copyright ©2022 por Südwestrundfunk

Finlandia – Ayuda de una deportista olímpica

Anni Vuohijoki acababa de volver a Helsinki de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín cuando Rusia invadió Ucrania. “Me recordó a la anexión de Crimea”, dice esta médica en período de formación y miembro del personal de apoyo del equipo nacional finlandés. “Lo hicieron después de los Juegos Olímpicos de Sochi, en 2014”.

Anni, de 33 años, se siente profundamente vinculada a los ucranianos. “Tengo amigos ucranianos conocidos a través del deporte”, dice (Anni compitió en halterofilia en los Juegos Olímpicos de Río de 2016). “Y los finlandeses, hemos crecido con un temor constante a nuestro gran vecino”. Finlandia y Rusia comparten una frontera de 1.300 kilómetros.

El domingo 27 de febrero, tres días después de la invasión, Anni y su marido, Sami Köngäs, decidieron ofrecer su cabaña para los refugiados. Mientras chateaba con su amiga Laura Peippo, en Laponia, se preguntaba qué podían hacer. “Decidimos que si pudiéramos conseguir un ómnibus y conductores gratis, podríamos entregar suministros y traer de vuelta a un grupo de refugiados”.

Anni es conocida en Finlandia, y cuando publicó en Twitter su idea, los periodistas inmediatamente la llamaron. Las organizaciones de ayuda e incluso un ex ministro de Asuntos Exteriores finlandés ofrecieron ayuda. Era clave una cuidadosa planificación.

“Le preguntamos a una organización ucraniana lo que necesitaban, y nos enviaron una lista de suministros médicos, alimentos y otros bienes”, dice Anni. (Lo que no necesitaban era ropa. Se estaba acumulando demasiada en la frontera). Mientras, Laura utilizó su red para elaborar una lista de refugiados que querían ir a Finlandia y que tenían contactos locales para ayudarles.

“Era un caos total”, dice Anni, pero seis días después de que publicara el tweet, Anni y Laura habían identificado 56 refugiados, suficientes para llenar el ómnibus, y conseguido los permisos para transportar los suministros a Varsovia, en Polonia. El domingo 6 de marzo, Anni y Laura, junto a tres conductores voluntarios, subieron a un ómnibus donado en Helsinki y se embarcaron en el ferry rumbo a Tallin, en Estonia. 

Cuando dejaron los suministros en el centro de distribución médica de Varsovia, vieron de primera mano la necesidad que había. “En cuanto llegamos, un camión que se dirigía a Ucrania cargó y se fue. No creo que nuestra carga durara allí más de 25 minutos”, recuerda Anni. 

La siguiente parada fue la estación de tren de Varsovia, donde se había dicho a los 56 refugiados que se reuniesen entre las 16 y las 18 de la tarde “No estábamos seguros de si iban a aparecer todos, pero sí”. El ómnibus llegó a Helsinki el martes 8 de marzo.

La iniciativa generó una gran publicidad en Finlandia, que es exactamente lo que Anni y Laura querían. “Finlandia tiene una cultura de ayuda silenciosa: no se da publicidad. Queríamos mostrar abiertamente que todos podemos hacer algo”, dice Anni. 

Y funcionó: tanto Anni como Laura se han visto abrumadas con mensajes de personas que quieren ayudar.

Anni está en contacto con una de las refugiadas, una joven estudiante llamada Dana, e incluso le ha ofrecido trabajo en su gimnasio en Helsinki. “Ella iba sola en el ómnibus”, recuerda Anni. “Su novio se había quedado en Ucrania para luchar. Desgarrador”. 

—Paul Robert

Francia – Convoy de ambulancias 

Lucas Wojcik, empresario del departamento de Mosa, al noreste de Francia, está detrás de una iniciativa para llevar vehículos de emergencia para ayudar a los ucranianos sitiados. Gracias a la recaudación de fondos y a varias organizaciones que respondieron a su llamamiento, 22 ambulancias conducidas por voluntarios abandonaron la pequeña ciudad de Commercy el 7 de marzo y se dirigieron a Ucrania.

Todo comenzó unos días, antes cuando Wojcik publicó un anuncio en una página de Facebook creada para ese propósito llamada Convoy de Ambulancias contra la Guerra. “Yo trabajo en el negocio de las ambulancias”, escribió, “y cuando empezó la guerra en Ucrania, decidí movilizar personalmente tres vehículos llenos de necesidades básicas y medicinas. Estas ambulancias me costaron 7.000 euros, el precio de compra de los vehículos que vendería normalmente, el mantenimiento, y los gastos de combustible”.

Hubo mucho apoyo. Pronto, la página de Facebook se llenó con mensajes de conductores de ambulancias y taxistas voluntarios para unirse al convoy. Wojcik, que se trasladó a vivir a Francia desde Polonia a los 12 años, dice que había más de 50 en total, no solo de Commercy, sino también de otras comunidades. 

Wojcik dirige Euro Machines, especializada en vehículos de emergencia nuevos y usados. Tenía experiencia en la entrega de vehículos: en 2014, cuando Rusia invadió Crimea, un grupo de estudiantes parisinos pidió su ayuda para llevar ambulancias a Ucrania, y Wojcik dio su consentimiento sin pensárselo dos veces. 

Después del convoy inicial, más tarde, en marzo, partieron otros dos, con un total de 38 ambulancias: el propio Wojcik manejaba una. Todas estaban equipadas con suministros de primeros auxilios donados. “Los vehículos se entregaron a asociaciones de ayuda en Ucrania”, explica Wojcik. 

Él cubrió gran parte del costo de esta iniciativa: al menos 30.000 euros, algunos de los cuales fueron reembolsados por organizaciones caritativas. Gracias a una campaña de financiación masiva en leetchi.com recaudó unos 4.000 euros para ayudar a pagar el combustible y alimentos para los conductores. 

“Si uno no pone de su bolsillo, no puede poner en marcha una iniciativa”, dice.

—Malika Boudiba, de France Télévisions France Télévisions (6 de marzo de 2022) Copyright © 2022 France Télévisions

Países Bajos- Evacuar animales

Sentados en la parte trasera del pequeño camión blanco de ganado, Gyz y Nila, dos leones africanos, no eran conscientes de los lejanos bangs por encima del ruido del motor: los sonidos de la guerra. No podían saber que en un momento, el conductor voluntario que los transportaba tuvo que abrirse camino a través de un control de carretera armado ruso a las afueras de Kiev o que los intentos anteriores habían fracasado y había tenido que buscar otras rutas hacia la frontera polaca. Este pequeño arca de Noé era uno de los miles de vehículos que intentaban ponerse a salvo.

Era el martes 1 de marzo. El cargamento era ruidoso: se oían los gruñidos estresados de los felinos salvajes (seis leones, cuatro tigres, y dos caracales), más el aullido de Zair, un miembro de la especie africana de perros salvajes en peligro de extinción. También a bordo había un mono capuchino. Los animales llevaban horas en el camión. Gyz y Nila estaban en jaulas adecuadas, pero otros ocupaban espacios improvisados. La leona Flori, por ejemplo, estaba alojada en una caja de madera que estaba sujeta mediante jaulas colocadas firmemente alrededor de ella. Era una escena surrealista en medio de la mayor crisis de refugiados de Europa desde la Segunda Guerra Mundial. 

“Parecía el guion de una película”, dice Peter de Haan, de la organización holandesa de rescate de animales AAP, que ayudó a organizar la evacuación desde su base en Amsterdam. “Habíamos planeado sacar a los animales de Ucrania en mayo”, explica. Pero cuando comenzó la guerra, el refugio de rescate de animales salvajes de Ucrania pidió ayuda inmediata: la única otra opción era dejarlos morir.

El refugio, situado cerca de Kiev, se ocupa de animales salvajes heridos o maltratados. Gyz había sido exhibido en una jaula en un centro comercial y Nila en un club nocturno antes de que el refugio los rescatara. AAP generalmente no funciona fuera de la Unión Europea, pero hizo una excepción para dar la bienvenida a todos los animales del refugio de Kiev que pudo en tan poco tiempo. Lamentablemente, otros tuvieron que quedarse atrás. 

El miércoles por la noche, el camión llegó a la frontera polaca, entre miles de refugiados humanos, donde permanecieron ocho horas. “No se puede trasladar a animales salvajes, especialmente a especies en peligro de extinción, a través de las fronteras en cualquier momento que uno desee”, dice De Haan. “Se necesita documentos y permisos de la CITES [Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres].” El proceso suele llevar días, pero las partes involucradas entendieron que eran circunstancias especiales y lo arreglaron en horas.

En Polonia, el camión fue recibido por representantes del zoológico de Poznan, donde los animales descansaron unos días antes de ser cargados en camiones de transporte animal. Uno venía del Centro de Ayuda de la Naturaleza Opglabbeek, socio belga de AAP, para llevar dos leones a Bélgica. Otro viajó 2.600 kilómetros a España, donde AAP dirige un gran centro de rescate cerca de Alicante. 

El director de AAP, David van Gennep, viajó a España para recibir el camión el 9 de marzo, más de una semana después de salir de Ucrania.  

AAP pudo al menos ayudar a estos pocos animales a encontrar lugares donde vivir en paz. “Después de todo lo que han pasado”, dice van Gennep, “nuestro primer objetivo es que crezcan como animales sanos y normales”. 

—Paul Robert

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