¿Quién no tiene alguna anécdota sobre su jefe o supervisor? Nuestros lectores compartieron las más desopilantes.
1. Mi jefe es muy ahorrativo. Un día lo vi sacando vasos de papel del cesto de la basura y poniéndolos de nuevo junto al dispenser de agua. Ni siquiera se molestó en borrar las manchas de lápiz labial. B. B.
2. Un alto directivo nos obligaba a las empleadas que somos mamás a trabajar a marchas forzadas todo el día. Cuando finalmente me atreví a preguntarle por qué lo hacía, respondió: “Me gusta contratar mujeres que tienen niños pequeños. Son más fáciles de explotar”. S.P.
3. Mi ex jefe de departamento solía confundir los refranes. He aquí algunos que repetía a menudo:
– Las pirámides de Grecia no se construyeron en un día.
– No hay que poner los caballos delante del carro.
– Nada está clavado en piedra.
– Algunas veces, uno arroja los dados y sale cruz. S. W.
4. Era una típica tarde ajetreada de viernes en el despacho de abogados donde trabajo y mi jefe se encontraba a cientos de kilómetros de distancia, en un hotel de lujo, preparándose para una reunión. A la mitad de mi frenético día recibí una llamada urgente de él. “Llama al hotel ahora mismo. Es importante”, dijo. “Pide que envíen a alguien a la zona de la piscina de inmediato”. “¿Qué pasa?”, le pregunté. “No hemos visto un mozo en 20 minutos —contestó—, y queremos que nos sirvan más bebidas”. B. B.
5. Mi jefe tenía fama de ser muy tacaño así que cuando me dio una tarjeta de felicitación por mi cumpleaños, me sorprendió gratamente. “Gracias”, le dije. “De nada”, respondió. “Ah, y cuando termines de leerla, dásela a Robin. Está al final del pasillo. Hoy cumple años también”. G. S.
6. En mi adolescencia trabajé en una cafetería que tenía fachada de vidrio. Un día cayó una fuerte nevada, pero aun así mi jefe me ordenó que lavara los vidrios. “Pon un poco de alcohol en el balde para que el agua no se congele”, me dijo. “¿El agua? ¿Y yo qué?”, repliqué. “Estás muy joven para beber alcohol”, contestó, enojado. S. D.
7. Luego de dos años de trabajar en una pequeña agencia de marketing, mi jefe me llamó una tarde a su oficina y me dijo que por fin me daría un ascenso y un aumento de sueldo. Yo estaba eufórica, pero al otro día, cuando se lo recordé, negó que fuera cierto. Empecé a discutir, pero él me interrumpió. “Ya sabes que no debes tomarme en serio después del mediodía”, me dijo. “Todas las tardes estoy borracho”. E. B.
8. La asistente de mi jefe, una eficiente mujer de mediana edad, llevaba gran parte de la mañana transcribiendo una carta que él le había dictado cuando de repente soltó un montón de palabrotas. “¿Está usted bien?”, le pregunté. Furiosa, rebobinó su grabadora unos segundos y entonces me dejó oír lo que acababa de escuchar, a mi jefe diciendo: “No, no, olvida todo eso. [Pausa] Otra vez: ‘Estimado señor…’” J. W.
9. Después de pasar la hora del almuerzo ayudando a mi jefe a preparar un informe, para demostrarme su agradecimiento me invitó a comer. El lugar que tenía en mente ofrecía un bufet muy variado, con deliciosos alimentos de todo el mundo, dijo. Se me hizo agua la boca con solo escuchar sus descripciones. Me imaginé que me iba a llevar a un lujoso restaurante de comida exótica, pero resultó ser un negocio de ultramarinos que ofrecía degustaciones gratis de sus productos. Pasamos una hora comiendo esas muestras. W. B.
10. Durante una reunión de maestros en nuestra escuela, el director se enfureció por la poca atención que le estábamos prestando. Alzando la voz, nos dijo: “Escuchen, señores: la comunicación es una calle de dos vías. Cuando yo hablo, ustedes tienen que escuchar”. T. D.
11. Mi ex jefe tenía una gran sorpresa para mí una mañana. “Traje magdalenas”, me dijo. “Están en la sala de descanso. Toma todos los que gustes”. Por supuesto, fui corriendo allí, pero cuando llegué los encontré a todos sin la mitad superior; solo quedaba la parte inferior y el papel. “Oiga, están todos mordidos”, le dije al jefe un par de minutos después. “Ah, sí”, respondió. “Solo me gusta la parte de arriba”. C. G.
12. El jefe nos pidió averiguar cuántos metros cuadrados tenía cada departamento de nuestra tienda de ropa. Para ahorrar tiempo, propuse que contáramos los azulejos del techo de cada departamento. “Cada azulejo mide 60 centímetros cuadrados”, le expliqué al jefe. “Si los contamos todos, sabremos cuánto mide cada departamento sin tener que mover los aparadores”. A él le pareció una tontería. “Oye, piensa”, me dijo con sarcasmo. “Necesitamos saber cuántos metros cuadrados tiene el piso, no el techo”. T. H.
13. Mi jefe era todo un caballero. Aunque no era mi trabajo, una vez me hizo podar el césped alrededor de nuestro edificio. Y yo iba vestida como una dama: con vestido y tacos altos. T. T.
14. En la oficina donde antes trabajaba, uno de los jefes levantó su computadora y la arrojó por una ventana, desde el piso 50 del edificio. Por suerte, el aparato rebotó en una cornisa tres pisos abajo y se quedó allí. Más tarde se llevaron al jefe amarrado con una camisa de fuerza. Curiosamente, volvió al trabajo un mes después. B. O.
15. En mi primer día en un nuevo empleo, al llegar a la oficina descubrí a una empleada en el cubículo que me habían asignado. Confundida, fui a buscar al hombre que me había contratado, pero estaba fuera de la ciudad, en una conferencia. Así que le conté lo que ocurría a la mujer. Ella hizo un par de llamadas, y luego me dijo que me sentara. “No hables con nadie”, me aconsejó. “Solo espera a que alguien te asigne alguna tarea mientras vuelve tu jefe”. Resulta que, antes de que el jefe saliera de la ciudad, había olvidado despedir a esa mujer, la empleada a la que yo iba a reemplazar. N. E.
Mi jefe…
…ofrece fiestas a menudo
Mi jefa nos invitó a mi novio y a mí a una fiesta en su casa. Comentó que lucía bien con blusa blanca y falda negra, y me sugirió vestirme así. Al llegar a su casa, me presentó al servicio de catering como la moza, y le mostró a mi novio el bar para que sirviera las bebidas.
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…es abstemio
El dueño del bar nos dijo que dejáramos de servir a los clientes que estuvieran ebrios. Luego, señalándome, añadió: “Cuando le coquetean a ella, es que ya están muy borrachos para manejar”.
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…está divorciado
Mi jefe me despidió por mi manera de reír. Al parecer, le recordaba mucho la risa de su ex esposa. ¡Pero yo soy hombre!
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…aprende todo rápidamente
Cuando mi jefa habla con un empleado, de pronto le clava la mirada y empieza a expresarse con voz muy baja. Resulta que aprendió esta técnica en la clase de obediencia que su perro tomó, y le pareció una “herramienta” eficaz para tratar con las personas.
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…es un amante de las artes
Tras oírme decir a mis colegas que tenía entradas para un concierto, mi jefe me ordenó que trabajara aquella noche, y ofreció comprármelas por la mitad de lo que había pagado yo por ellas.
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…no tiene alma de cocinero
El director editorial me dejó una nota sobre un artículo de recetas que yo estaba escribiendo. Decía: “Por favor, sé más específico. ¿Hay que pelar el huevo antes de hervirlo?”.
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…es narcisista
Mi jefe se concedió a sí mismo el premio al Empleado del Mes.
bobsutton.typepad.com J. W.