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¿Sabía que los juegos mentales son excelentes para su memoria?

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Los acertijos y rompecabezas mantienen nuestra mente ágil y despierta. (Una pista: ¡Empiece con juegos difíciles!)

Tonya Brigham jamás pudo resistirse a un buen sudoku… a ningún sudoku, en realidad. Esta mujer de 50 años, dueña de un local de smoothies y madre de dos hijos, habitante de un suburbio de Washington D. C., luchaba con los acertijos mientras hacía fila y se apresuraba a resolverlos en un tiempo récord usando estrategias que tomaba de videos de YouTube. “Si es un rompecabezas de 30 minutos, trato de resolverlo en 12”, explica. “Los sudokus me permiten desafiarme a mí misma, tomar un respiro y luego volver al caos del mundo”.

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Tras varios años de sudokumanía, Brigham notó algo inesperado: su cerebro parecía ser más ágil y concentrarse mejor. “Nunca tuve mucha, o ninguna, niebla mental durante la menopausia”, comenta. En su establecimiento Smoothie King, ubicado en Bowie, Maryland, descubrió que podía organizar con facilidad los horarios de trabajo de los empleados en su cabeza. “Muchos negocios usan una herramienta de planificación electrónica, pero yo tengo todos los datos en mi mente”, añade. “En un instante puedo ver huecos y cómo llenarlos. Lo mismo sucede con el inventario. Creo que tengo esa capacidad gracias a los juegos mentales”.

Los llamamos juegos, pero para muchas personas los acertijos y rompecabezas desafiantes son algo serio. Tom Brady atribuye sus siete campeonatos del Super Bowl en parte a los juegos de entrenamiento cerebral de alta tecnología que practica en una aplicación llamada BrainHQ. La reina Isabel esconde un crucigrama en su bolso real. Una encuesta de la Universidad de Míchigan hecha en 2019 reveló que la mitad de los adultos de mediana edad y mayores practican estas actividades para mantener o aumentar su memoria.

Esto parece funcionar. En un estudio de 2020, investigadores de la Universidad de Edimburgo descubrieron que 1.091 mujeres y hombres que jugaban con frecuencia a las cartas, al bingo, al ajedrez, o resolvían crucigramas, tenían un pensamiento y una memoria más agudos —lo que equivalía a un coeficiente intelectual (CI) hasta 5,6 puntos mayor— que aquellos que rara vez lo hacían. El estudio no demuestra que los acertijos produjeron un CI más alto de modo directo, pero sí que incluso quienes empezaron a jugar más a los 70 años parecían obtener beneficios cerebrales en poco tiempo. “En nuestra muestra de mayor edad, el ejercicio cognitivo que brindan este tipo de juegos cotidianos en apariencia frenó un poco el proceso natural de envejecimiento cognitivo”, señala el autor principal de dicha investigación, el doctor Drew M. Altschul, psicólogo investigador de la mencionada universidad.

La forma exacta en la que estas actividades agudizan la memoria y la función cognitiva todavía es una especie de misterio. No obstante, los avances en el campo de la neuroimagen permiten estudiar cómo reacciona el cerebro a todo tipo de estímulos externos, lo que ayuda a la comprensión del funcionamiento de los contendientes mentales. “Desde hace años sabemos que el ejercicio físico mantiene nuestro cuerpo fuerte”, comenta el doctor Gary Small, jefe de psiquiatría del Centro Médico de la Universidad de Hackensack y exdirector del Centro de Longevidad del Instituto Semel de Neurociencia y Comportamiento Humano de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA). “Ahora las pruebas científicas sugieren que el ejercicio mental también mantiene nuestro cerebro joven y despierto”.

“Ejercicio” es la palabra clave. Para obtener un beneficio cognitivo importante es necesario abordar una variedad de acertijos de palabras, números y razonamiento espacial, y deben ser difíciles. ¿El hábito de resolver sudokus de Brigham merece el crédito por su potente memoria? Tal vez. Pero para que la actividad sea eficaz debe aumentar la complejidad de manera constante. Nuestro cerebro es bastante inteligente, se adapta rápido a los patrones de resolución de problemas y entra con facilidad en una especie de piloto automático. Ese modo predeterminado (los investigadores lo llaman colector de baja dimensión) es excelente para ayudarnos a lidiar con asuntos del día a día como doblar la ropa o atrapar una pelota, sin tener que averiguar cómo hacerlo cada vez. Sin embargo, los desafíos de baja dimensión no presentan un reto como para hacer crecer nuestro cerebro. “Elija desafíos que lo hagan pensar más”, aconseja James Shine, neurocientífico de la Universidad de Sidney. “Sé que no es fácil. Es incómodo y frustrante. Cometemos errores. Las hormonas del estrés entran en acción, pero eso es útil para llevar al cerebro por nuevas rutas. El aprendizaje se produce cuando nos sentimos un poco incómodos, en esa zona en la que nos equivocamos en algunas cosas, pero no es tan difícil como para no acertar en nada”.

Dicho esto, no se necesita la alta tecnología que usa Tom Brady. Por ejemplo, un fanático del sudoku podría beneficiarse cambiando las cosas y probando un juego llamado cuadrado latino, en el que se deben sombrear casillas en la cuadrícula en lugar de insertar números. Hace algunos años, 60 mujeres y hombres australianos resolvieron cuadrados latinos como parte de un estudio. A medida que los rompecabezas se hacían más difíciles, los jugadores disminuían la velocidad y cometían más errores. Fue entonces cuando Shine y su equipo descubrieron algo sorprendente: los cerebros de los participantes dieron un giro. “Se involucraron más regiones del cerebro, en especial de la corteza prefrontal, un área relacionada con la resolución de problemas, el juicio y la memoria”, señala el especialista. “El cerebro se salía de los patrones habituales que seguimos todos los días, abandonando las autopistas principales que suele tomar al resolver dificultades y usando caminos menos transitados”.

Otra forma fácil de mejorar su mente es jugar con amigos. Cuando unos investigadores de la Universidad de Pittsburgh llevaron a cabo escaneos cerebrales detallados en 293 adultos mayores para un estudio de 2020, encontraron materia gris más saludable en la corteza orbitofrontal, el giro frontal medio y el polo temporal —zonas en las que la pérdida de células contribuye a la demencia relacionada con la edad— en quienes pasaron más tiempo haciendo actividades estimulantes para el cerebro con otras personas. Quienes se reunían siete veces a la semana con amigos y familiares para participar en juegos de mesa, asistir a conciertos, ver películas, o solo charlar, tenían menos agujeros y espacios diminutos en estos grupos de células color gris rosáceo.

Los cerebros sin agujeros son más sanos. Procesan la información con mayor rapidez, son más flexibles y están relacionados con una memoria más aguda en los adultos mayores. Cynthia Felix, doctora en medicina y salud pública, y asociada postdoctoral del Departamento de Epidemiología de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Pittsburgh, cree que las actividades sociales que estimulan el cerebro pueden fomentar tanto el crecimiento como el mantenimiento de las conexiones entre las células, ya que conservan las señales cerebrales en movimiento. De modo que incluso un poco de socialización podría ayudar a sus células grises. “Con el fin de obtener beneficios para la salud del cerebro, la socialización se pueden realizar con al menos otra persona, mínimo una vez a la semana”, indica la doctora Felix. Las reuniones virtuales en línea también pueden ser útiles.

Kent Brody, un abogado de 73 años del área de Chicago, es ejemplo de un jugador mental que incorpora su hábito a una vida plena. Para las 6:30 de la mañana ya está inmerso en el minicrucigrama del New York Times, acompañado de una taza de café y Mozart en el audio inteligente de su estudio. “Hago tres o cuatro crucigramas al día”, cuenta Brody, quien ha participado 15 veces en el Torneo Americano de Crucigramas. “Lo hago por diversión, no para competir”, agrega.

¿Sabía que los juegos mentales son excelentes para su memoria?

También disfruta la dificultad de los crucigramas crípticos. “La sensación de logro es maravillosa cuando alcanzas el momento de comprensión y ves el ingenio de quien elaboró el crucigrama”, comenta Brody. También le gusta Words with Friends, aplicación móvil para jugar en línea algo similar al Scrabble con otras personas. Él espera que estos hábitos lo ayuden a evitar el declive del pensamiento y la memoria que suele ocurrir con la edad y que ha afectado a varios miembros de su familia. “En algún momento, a todos les pasa que no pueden recordar el nombre de alguien, pero yo quiero evitar problemas mucho mayores”, asegura.

Unas palabras sobre la diversión: mientras algunos juegos específicos parecen estimular partes concretas de nuestro cerebro, los investigadores llevan mucho tiempo pregonando los beneficios más generales que se derivan de dar a la mente un descanso ameno. “Debemos jugar porque es relajante y placentero, y al mismo tiempo supone un reto”, indica el doctor Small. “Cada experiencia mental involucra cambios neuroquímicos. Un estado de ánimo positivo es bueno para la salud cerebral. En cambio, la depresión y el estrés aumentan el riesgo de sufrir deterioro cognitivo. Por eso, al jugar, hay que preguntarnos: ‘¿Esto es divertido?’”. De hecho, hace poco Tonya Brigham dejó los sudokus por algo que encontró más entretenido: aplicaciones para estudiar la Biblia. Este nuevo pasatiempo también podría ser responsable de ayudar a su cerebro a funcionar mejor. 

Si está dispuesto a dejar el lápiz por algo más tecnológico, siga el ejemplo de los videojugadores. Dos estudios, publicados en 2015 en el Journal of Neuroscience y en 2020 en Behavioural Brain Research, descubrieron que los adultos jóvenes y mayores que usaron el videojuego Super Mario 3D World 30 minutos al día, entre dos y cuatro semanas, mejoraron en las pruebas de memoria asociativa, que incluyen recordar cosas como lo que se comió o lo que se le dijo a la pareja unas horas antes. “Se trata de un tipo de memoria que empieza a declinar a los 20 años y se relaciona con la enfermedad de Alzheimer en etapas posteriores de la vida”, afirma el autor principal del estudio, el doctor Craig Stark, profesor de neurobiología y comportamiento y director del Centro de Investigación de Imágenes Médicas y Cerebro de la Universidad de California en Irvine. “El cambio que observamos en los adultos mayores en cuanto a su capacidad de memoria fue equivalente al de alguien 15 años más joven”. También se descubrió que una aplicación de solitario no afectaba en nada la memoria y que los voluntarios mayores que usaron el juego más sencillo Angry Birds solo obtuvieron un pequeño aumento.

¿Qué tiene de maravilloso Super Mario?

Stark cree que los videojuegos complejos y tridimensionales tienen el mismo efecto que cuando nuestro cerebro se ve obligado a sortear entornos nuevos y envolventes. Un estudio de Stark, publicado en 2020 en Frontiers in Aging Neuroscience, descubrió que las personas que participaban en juegos de búsqueda —siguiendo pistas para encontrar señales, bancas, torres y puertas en varios parques de California— obtuvieron puntuaciones mucho más altas en sus habilidades para recordar. Ambas experiencias parecen estimular el hipocampo, área del cerebro con forma de caballito de mar que tiene un papel estelar en el aprendizaje y la memoria. El envejecimiento y las enfermedades crónicas como la hipertensión y la diabetes disminuyen sus facultades, lo que contribuye a fallas relacionadas con la edad e incluso a la demencia. Stark cree que ejercitar el hipocampo podría contrarrestar esto. El especialista ha visto algo parecido en estudios con ratones y otros animales que usan juguetes nuevos y luego experimentan un incremento en las sustancias químicas que transportan señales de una célula cerebral a otra.

Hay buenas y malas noticias sobre estos hallazgos. La buena noticia: “El simple hecho de observar con cuidado todo lo que hay en una habitación, dónde están colocados los objetos y su relación entre sí, puede ayudar. También salir al aire libre e ir a lugares nuevos”, señala Stark. La mala noticia: “El crucigrama del jueves del New York Times no hará por usted lo que podría hacer situarse en un nuevo entorno”, agrega. “Los humanos no desarrollaron todo un hipocampo y un sistema de memoria para poder sentarse en un solo lugar a resolver crucigramas”.

¿Sabía que los juegos mentales son excelentes para su memoria?

Puede que sea cierto, pero eso no significa que su rompecabezas preferido no lo ayude. A decir verdad, en el mundo de la neurobiología hay un debate considerable sobre lo que funciona y lo que no, para hacer que nuestro cerebro adquiera más y mejores habilidades. “No todas las personas responden del mismo modo a los programas de ejercicio físico y a las dietas. Tenemos pruebas de que el resultado tampoco es igual con los retos cerebrales. Un tipo de juego o entrenamiento puede funcionar bien para algunos, pero no para otros”, explica el doctor Aaron Seitz, director del Centro de Juegos Cerebrales para la Aptitud Mental y el Bienestar de la Universidad de California en Riverside. Seitz está en el proceso de reclutar a 30.000 voluntarios para  realizar lo que podría ser el mayor estudio sobre juegos mentales del mundo. Financiado por el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, el trabajo pretende analizar los efectos de una serie de actividades sobre la memoria de trabajo en personas de distintas edades, tipos de personalidad y niveles de experiencia en el juego, y con distintos padecimientos, como diabetes y cardiopatías, que pueden afectar la salud del cerebro. “No todos los retos serán juegos”, explica Seitz. “Creemos que algunas personas responden mejor a programas de entrenamiento sencillos sin las distracciones adicionales de un juego”. Los sujetos deberán jugar de 20 a 30 minutos o realizar un programa dos veces al día, durante un total de 11 días, en un teléfono inteligente o una tableta. También deberán llenar un cuestionario de antemano y hacer una evaluación meses después. 

“Los resultados podrían servir de gran ayuda a los científicos que estudian el cerebro para crear mejores programas de aptitud cerebral, además de funcionar como guía a los consumidores al momento elegir los retos de este tipo que más se acoplen a su personalidad y necesidades particulares”, afirma Seitz. De ahí la importancia de tener disponibles estos datos.

“Descubrir cómo funcionan los juegos y los entrenamientos cerebrales y cuánto ayudan con exactitud, es algo complicado”, indica el doctor Small. Por un lado, un juego puede entrenarlo a uno solo para practicarlo cada vez mejor, no para recordar la lista de compras o el nombre de su nuevo vecino. Y es probable que los estudios sobre los beneficios mentales de los jugadores a largo plazo no tomen en cuenta sus otros hábitos. “Quienes juegan con regularidad suelen tener más educación y ser más propensos a hacer ejercicio, llevar una dieta saludable y no fumar”, asegura Small. “Todos esos factores también influyen en la salud cerebral”.

Hay un hecho en el que todos los investigadores están de acuerdo: al cerebro le encanta que lo traten bien. Si su objetivo es reducir el riesgo de padecer demencia, los estudios en curso sugieren que las pequeñas células grises funcionarán mejor si come bien, hace ejercicio y cuida la salud de sus arterias, además de la práctica de los juegos mentales. Un estudio finlandés de 2015 reveló que seguir una dieta estilo mediterráneo, repleta de frutas, verduras y grasas buenas, realizar actividades físicas con regularidad y mantener una presión arterial y un peso corporal saludables, junto con juegos de entrenamiento cerebral, redujo en un 25 por ciento el riesgo de deterioro del pensamiento y la memoria que conducen a la demencia, en comparación con un grupo de control. Los participantes de esta investigación también aumentaron su memoria en un 40 por ciento y la velocidad de procesamiento mental en un 150 por ciento. En distintas universidades se está llevando a cabo una versión estadounidense de este trabajo, bajo el nombre de U.S. POINTER. Copatrocinado por la Asociación de Alzheimer, este análisis tendrá una duración de dos años y contará con la participación de 2.000 adultos mayores, todos ellos sin problemas de pensamiento o de memoria, pero con ciertas características que aumentan su riesgo de padecerlos.

El doctor Small está de acuerdo en que una estrategia de salud cerebral integral podría ser poderosa. En una investigación realizada en la UCLA, él descubrió que, tras solo dos semanas de comer y dormir mejor, los cerebros de los voluntarios demostraron un funcionamiento mucho más eficaz. “Logramos  detectar menos actividad en ciertas áreas”, explica el especialista. “De esta manera, el cerebro no tenía que esforzarse tanto ante distintos retos”.

De hecho, este investigador sugiere que, si se encuentra en un dilema entre pasar los próximos 20 minutos dando un paseo o practicando alguna de las actividades que aquí se mencionan, debería elegir la caminata. Está más que demostrado que la actividad física puede ayudar a mantener saludables las arterias que suministran oxígeno y combustible a las células cerebrales, e incluso puede promover el crecimiento de nuevas células de este tipo y de conexiones entre ellas. “Si hay algo que ayuda a tu cerebro, es el ejercicio”, asegura el experto. “Reducir el estrés, dormir bien y llevar una alimentación sana, son otros aspectos de gran importancia. Los juegos mentales funcionan mejor como parte de un paquete completo de estrategias saludables para la mente”, puntualiza. Y recuerda: un poco de diversión nunca está de más.

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