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Los 7 pecados capitales ¿pueden ser buenos?

2016
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Los 7 pecados capitales

Con el paso de los años, la ciencia moderna descubrió que los pecados capitales tienen un lado positivo.

Hace más de 1400 años el papa Gregorio Magno identificó siete pecados capitales: ira, codicia, envidia, pereza, soberbia, gula y lujuria. Pero eso fue en 590 d.C. La ciencia moderna ha descubierto que el manto negro del pecado está cosido con hilos blancos.

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Un pecado capital cotidiano: ira

Cada día Donna Alexander observa a un grupo de clientes entrar en su Cuarto de la Ira en Dallas, Texas, y destruir todo, desde televisores hasta maniquíes, y salir sonrientes y relajados. Además, le pagan hasta 75 dólares por ese privilegio. “Vi muchas peleas cuando era niña, así que pensé que si hubiera un lugar para liberar la ira, el mundo sería mejor”, explica. La llamada “destructoterapia” es una forma de control de la ira que suscita controversia entre los profesionales de la salud mental, pero parece atraer a la gente común.

Los estudios indican que la supresión crónica de la ira puede causar enfermedades cardíacas, hipertensión arterial, depresión y trastornos del sueño. Desahogar los enojos permite liberar el vapor emocional de la olla exprés de la vida. Si usted es casado, un poco de ira incluso podría hacerlo longevo. Según un estudio de la Universidad de Michigan, las parejas que ventilan sus problemas con regularidad viven más tiempo que aquellas que los interiorizan. También en el trabajo la ira puede tener un impacto positivo. Los estudios muestran que alimenta la ambición, influye en las negociaciones y confiere una sensación de poder y estatus. Los empleados que reprimen sus frustraciones son hasta tres veces más propensos a sentirse decepcionados y estancados. Mujeres, tomen nota: expresar la ira en el trabajo parece ser aceptable solo en los hombres. Los arrebatos femeninos de furia suelen atribuirse a un desequilibrio emocional.

El pecado de la codicia, su lado bueno

En los últimos años mucha gente ha cometido este pecado. El insaciable deseo de acumular riqueza ha dado lugar a esquemas Ponzi, burbujas inmobiliarias y crisis bancarias. Sin embargo, J. Keith Murnighan, profesor de administración en la Universidad Northwestern, en Illinois, dice que la codicia posee algunas cualidades que la redimen. “Cuando impulsa a la gente, como lo hace en los sistemas capitalistas, tiene un valor positivo —señala—. Y hay codicia de conocimientos, que nada tiene de malo. Así que reprobarla o no depende del tipo de codicia de que se trate”. Incluso la codicia materialista puede ser positiva. Los estudios indican que cuando se busca y se obtiene lo que desea, uno siente muy bien. Esto tiene el potencial de beneficiarse no solo uno mismo, con más felicidad y mejor salud, sino también a sus familiares, amigos y, dependiendo de su negocio, a los accionistas y a la sociedad. 

Pecado o empujón a la acción: envidia

Helen Jane Hearn, esposa, madre y bloguera (helenjane.com) de 37 años, tiene mucho a su favor. Es directora de contenidos de la red publicitaria en línea Federated Media Publishing, en San Francisco, California, y consultora de entretenimiento en el hogar de medio tiempo. No obstante, reconoce que a menudo envidiaba a otras mujeres y permitía que los éxitos que tenían se infiltraran en ella como “un odio tóxico”. Entonces leyó el libro El camino del artista, de Julia Cameron, y aprendió a hacer un “mapa de envidia”. Ahora, en vez de enfurecerse por lo que otros tienen y ella desea, traza tres columnas en una hoja de papel y escribe estos encabezados: “¿A quiénes?”, “¿Por qué?” y “Acción antídoto”. Después anota los nombres de las personas a las que envidia, por qué las envidia y qué hará para contrarrestar ese sentimiento. “Hoy día tomo la envidia como un llamado a la acción”, explica. “Es una herramienta para motivarme a mí misma”. Lo que Helen Jane ha hecho, dicen los que estudian las emociones, es convertir la envidia nociva (el pecado) en envidia benigna (una virtud potencial). Investigadores holandeses hace poco determinaron que la envidia benigna nos motiva para mejorar. Y varios estudios realizados por la Universidad Cristiana de Texas revelaron que cuando las personas experimentan envidia tienen una mayor concentración que las lleva a recordar a la persona envidiada.

Pereza

¿Está sudando? No sería extraño, dice Richard Wiseman, psicólogo británico que ha medido la velocidad de marcha de los peatones en todo el mundo. Según él, desde principios de los años 90 la raza humana se ha acelerado un 10 por ciento. Pero, ¿adónde nos está llevando tanto apuro? Cuando uno piensa que algunos de los más grandes descubrimientos se produjeron en momentos de inacción (Newton sentado bajo un manzano, Arquímedes tomando un baño), se percata de que ese ajetreo incesante es el verdadero pecado mortal. El cuerpo necesita reposo para consolidar los beneficios del entrenamiento.

Descansar me hace mejor: más rápida, fuerte y resistente”. De hecho, tomar las cosas con calma puede acarrear otros beneficios, como no subir de peso. Los adultos que duermen cinco horas o menos cada noche tienen un 55 por ciento más probabilidades de estar obesos. Los estudios revelan que no dormir bien altera las hormonas leptina y grelina, que intervienen en la regulación del apetito. Soñar despierto también tiene un efecto positivo. Investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara observaron que las personas que dejaban vagar su mente durante 12 minutos se desempeñaban un 41 por ciento mejor en una tarea creativa que cuando no fantaseaban. La meditación, por supuesto, es una forma de relajación que aporta beneficios reales.

Soberbia

Jon Katzenbach ha sido consultor de negocios por más de 45 años, pero cuando lo contratan para asesorar empresas no aconseja automáticamente recortar gastos ni incentivar a los ejecutivos. Cree que hay un motivador más poderoso que el dinero: el orgullo. “Basta con observar a los empleados de algunas organizaciones extraordinarias como Southwest Airlines, Apple y la Infanteria de Marina de Estados Unidos”, señala. “El compromiso emocional, y no el cumplimiento estricto, es lo que determina el servicio excepcional, la innovación, la dedicación y, en última instancia, el éxito de los empleados”.

Con frecuencia, lo primero que Katzenbach hace es identificar a los “constructores de orgullo” dentro de la organización —empleados que se apasionan por el trabajo y son buenos para motivar a otros—, y luego los pone como ejemplo a seguir. “El orgullo por el trabajo en sí es la clave para motivar a los empleados a rendir al máximo”, añade. Aunque algunos consideran el orgullo desmedido como el pecado capital original, de lo que estoy hablando aquí es del orgullo orientado al logro, el cual puede surgir en los individuos y en los grupos, ya sean corporativos, étnicos o cívicos.

Los estudios muestran que el orgullo orientado al logro crea sentimientos de optimismo y mérito. Produce motivación, perseverancia y crecimiento personal. También fomenta el liderazgo y la admiración. Incluso cambia el aspecto físico y el estatus social, ya que hace reír más y adoptar mejores posturas corporales. Para que el orgullo no se convierta en soberbia, solo hay que tener cuidado de no mostrar arrogancia.

Gula

Hay tanta gente obesa en el mundo, que no parece que la gula tenga un lado bueno. Pero en este caso el pecado puede ser la solución. Científicos de la Universidad de Tel Aviv descubrieron que añadir un postre pequeño a un desayuno equilibrado ayuda a bajar de peso. Concíbalo así: enfrente de usted hay un tablero de instrumentos, como el de su auto. Una de las agujas mide la fuerza de voluntad, y cuando marca tanque lleno usted maneja sin fijarse en todos los alimentos grasosos que lo hacen engordar. Pero cada vez que se le antoja alguno gasta un poco de fuerza de voluntad para resistirse, y la aguja se mueve un poco hacia la izquierda.

Tras resistirse todo el día, su tanque de fuerza de voluntad queda vacío, y esto lo impulsa a meter la mano hasta el codo en una bolsa de papas fritas. Así que consiéntase: una galletita en el desayuno o un bocadito por la tarde mantiene la aguja en “tanque lleno” y aumenta su fuerza de voluntad en el largo plazo. 

Lujuria

Antes de cumplir 30 años, Jennifer Armstrong estaba comprometida y se iba a casar. Un día leyó una novela, asistió a una lectura del libro y, según cuenta, terminó compartiendo cocteles con el autor en “una noche perfecta e interminable de junio”. Con la misma rapidez canceló la boda. La lujuria le cambió la vida. “Me volví una aficionada al karaoke que cantaba hasta altas horas de la noche con mis nuevos amigos y formé una banda”, escribe en su blog, jenniferkarmstrong.com. “Tenía más tiempo libre y ambiciones, así que una amiga mía y yo lanzamos un sitio web feminista, sexyfeminist.com.

Contraté un representante y escribí un libro. Me teñí el pelo de negro, y yo sola ahorré dinero suficiente para comprar el mejor departamento que he tenido, en Brooklyn, Nueva York”. Aunque su relación con el novelista se malogró y lamenta la forma “grosera” como rompió con su prometido, Jennifer asegura que esa experiencia le enseñó todo lo que sabe acerca del amor y la sexualidad. Lo que le ocurrió a Jennifer comprueba los hallazgos de un estudio realizado en la Universidad de Amsterdam.

Como la lujuria activa en el cerebro los mecanismos del pensamiento analítico, ayudó a los participantes a concentrarse en el presente y sus detalles. El filósofo británico Simon Blackburn en su libro Lujuria, esta emoción es una afirmación de la vida. Es vigorizante, divertida y muy pocos de nosotros estaríamos aquí si no existiera. Al igual que los otros seis pecados capitales, lo que determina si es mortal o no, es una simple cuestión de si la controlamos o ella nos controla.

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