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Venecia, una ciudad sobre un bosque sumergido

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Los refugiados no se equivocaron al creer que allí estarían a salvo de los invasores, dado el nulo atractivo del lugar.

¿Cómo se alzó Venecia sobre una laguna?

Tras la caída del Imperio Romano, en el siglo V, los godos y los vándalos invasores expulsaron a muchos de los habitantes de la provincia de Venecia, al norte de Italia, que se vieron obligados a buscar refugio en una serie de islas infestadas de mosquitos, sobre una laguna pantanosa situada en el nordeste del país. Los refugiados no se equivocaron al creer que allí estarían a salvo de los invasores, dado el nulo atractivo del lugar.

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Los primitivos venecianos llevaron una existencia precaria y amarraban sus barcas junto a sus sencillas cabañas de madera, construidas sobre pilotes para protegerlas de las crecidas y las mareas. En las islas más altas las casas se construían directamente sobre un lecho de grava, pero en las demás zonas era preciso ir ganando terreno poco a poco mediante la construcción de canales. La amenaza de invasión disminuyó finalmente y, si bien algunos de los refugiados regresaron a sus hogares, otros comenzaron a construir asentamientos más permanentes en este lugar aislado.

Islas unidas por 400 puentes

En el año 697 d.C., momento en el que la actividad constructora era ya importante, los asentamientos se convirtieron en territorio independiente bajo el liderazgo de un magistrado electo, conocido como Dux. Venecia pasó así a ser un ducado. El asentamiento central, Rivo Alto (más tarde Rialto), acabaría siendo el corazón de Venecia, que une 118 islas mediante 400 puentes. Para drenar la tierra se construyó una red de más de 200 canales a partir del Gran Canal, la principal vía que serpentea entre las islas por espacio de 3,2 km y que, con el paso de los siglos, quedaría flanqueada por grandes palacios.

Dada la escasa solidez del terreno, los edificios requerían firmes cimientos. La respuesta al problema fue la construcción de un auténtico bosque de pilares sumergidos. Los pilares de alerce se introducían en el subsuelo arcilloso con mazos de madera. A continuación se construían nuevas capas de pilares de alerce y abedul sobre los cimientos.

Para evitar que la humedad pudriese las paredes, los albañiles aplicaban una capa de caliza blanca, extraída de las canteras de Istria, que cubría el edificio hasta donde alcanzaba el nivel del agua. Este tipo de piedra era fácil de extraer además de resistente.

Los cimientos de los edificios sufrían pequeños desplazamientos ocasionales y el diseño de su estructura respondía a la necesidad de «alabearse» con la tierra que los albergaba. Los tejados, por ejemplo, rara vez eran abovedados, y las vigas del techo estaban muy separadas y cubiertas por una o dos capas de tablones de madera.

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