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Un mazo de reyes y reinas

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Esta nota te enseñará sobre el origen de dicho juego, lo que representan las imágenes y la evolución hasta las cartas que hoy conocemos.

A fines del siglo XIV y principios del XV, los juegos de cartas se extendieron por Europa. La nueva moda llevo? a muchos a solicitar que se prohibieran, sobre todo por el temor al “pecado” de las apuestas. Pero la prohibición era imposible. Con la disponibilidad de papel en Europa a partir de 1400 y la revolución de la imprenta de Gutenberg en Alemania, en 1450, las cartas para jugar comenzaron a producirse en forma masiva. Los sofisticados mazos eran pintados a mano para los ricos; las versiones baratas venían en un solo pliego que el comprador debía cortar.

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Los ori?genes de las figuras

 

En China, en el siglo XII, se registraron juegos de cartas, que quiza? llegaron a Oriente Medio a trave?s de la Ruta de la Seda. Los mamelucos, que gobernaron Egipto de 1250 a 1517, teni?an un juego conocido como Nayb, Naibbe o Naips. Se usaba un mazo de 52 cartas con cuatro palos: espadas, bastones, oros y copas. Cada palo teni?a cartas numeradas del 1 al 10 y tres “figuras”: el rey, el virrey (delegado, o na’ib, de donde el juego tomaba su nombre) y el segundo virrey. El uso de figuras de alto rango para las cartas de mayor valor parece haber sido una especie de conveniencia visual. Los ejemplares que sobreviven muestran disen?os geome?tricos, no figurativos, pero las cartas con figuras tienen inscripciones que indican su valor. El juego se popularizo? en Italia y Espan?a a principios del siglo XV. En ese momento, tal vez inspiradas en estas cartas “sarracenas”, se desarrollaron las cartas europeas, con li?neas similares, a excepcio?n de las figuras que mostraban ilustraciones de reyes, caballeros o reinas, y sotas (sirvientes).

 

Caballeros, reinas y cuatro palos

 

En los primeros tiempos de la fabricacio?n de cartas europeas, surgio? una variedad de tradiciones. En Italia, las tres figuras soli?an incluir el rey, el cavallo (caballo con jinete) o la donna (la sen?ora), y el fante (el soldado de infanteri?a). En Alemania, los palos se ilustraban como animales de caza (patos, halcones, venados y sabuesos), pero ma?s tarde se resolvieron como corazones, campanas, hojas y bellotas.

 

En Francia, hacia alrededor de 1480, los cuatro palos se habi?an convertido en corazones, diamantes, picas y tre?boles. Las figuras comenzaron como el rey, el chevalier (caballero) y el valet (sota), pero la reina reemplazo? al caballero para formar el tri?o, familiar hoy en di?a, del rey, la reina y la sota. A principios del siglo XVI, jugadores de cartas de Rouen, en el norte de Francia, disen?aron representaciones de estos personajes que fueron la base del mazo esta?ndar angloamericano: el rey de corazones lleva una espada sobre la cabeza; la reina de picas, un cetro; la sota de picas, la sota de corazones y el rey de diamantes tienen un solo ojo, pues esta?n de perfil. El as es otro invento france?s, llamado asi? por la palabra latina para una unidad ba?sica. Desde el principio, la carta ma?s baja se soli?a jugar como la ma?s alta.

 

El juego del tarot se jugaba mucho en Europa con un mazo completo de cartas y un mazo de 22 cartas con ima?genes conocidas como trionfi (triunfos). El comodi?n es el u?nico sobreviviente de esta tradicio?n en el mazo angloamericano, y recuerda al Tonto del tarot.

 

Orígenes de una expresión

 

En ingle?s, se dice que las empresas confiables y de gran escala, con un vasto capital, son empresas blue-chip. A sus acciones se las suele llamar “acciones de ficha azul”. Se consideran de poco riesgo y so?lidas, generadoras de dividendos confiables. Pero el origen del te?rmino “ficha azul” tiene poco que ver con la confiabilidad; azul era el color de la ficha de ma?s valor en los juegos de casino como el po?ker, en los di?as en que se usaban fichas blancas, rojas y azules. El te?rmino se acun?o? para indicar el alto valor de las acciones y su promesa del mejor retorno de la inversio?n a largo plazo, pero sirve como un recordatorio formal de que toda inversio?n es, en u?ltima instancia, una forma de apuesta.

 

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