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Un día en la vida del manatí de Florida

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Los manatíes, al igual que sus parientes son llamados vacas marinas.

El oleaje azul bajo el sol de febrero, se extiende en una caleta cercana a Crystal River, Florida. Una nariz chata, gris y con cerdas emerge del agua, soplando al aire su aliento con rocío. Le siguen tres más. Son un grupo de gigantes de 380 kg, los manatíes de las Antillas occidentales, que han regresado a sus tradicionales refugios invernales. Los manatíes, al igual que sus parientes, los dugongos de los océanos Pacífico e Índico, son llamados vacas marinas, pues pacen hojas y raíces de plantas del mar. Las digieren con su largo tracto digestivo, que los hace propensos a la flatulencia. ¡El mejor método para detectar a un manatí es buscar rastros de burbujas de gas!

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Durante la mayor parte del año, estos manatíes se alimentan en los pastizales marinos del Golfo de México. Pero la temperatura del Golfo baja a partir de octubre, por lo que los manatíes inician su migración anual hacia las lagunas y estuarios de la costa occidental de Florida. Van a disfrutar de las aguas termales y los escapes de agua caliente de las centrales eléctricas. Toleran con facilidad el cambio del agua salada a la dulce, y cambian su dieta de pastos marinos a una de plantas de agua dulce que abundan en los ríos de Florida.

Pero no pueden tolerar el frío. Aunque tienen una gruesa capa de grasa bajo la piel, son lentos para quemar energía y les es difícil conservar el calor si baja la temperatura del agua. De permanecer en el Golfo, su temperatura corporal bajaría y con toda certeza morirían.

Al dejar las costas de Florida, al final del invierno, la mayoría de las hembras están preñadas. Un año después dan a luz a sus crías. Aunque estas pueden alimentarse por cuenta propia a las pocas semanas de haber nacido, sus madres las amamantan de 12 a 18 meses mediante pezones bajo las aletas frontales. Durante la larga permanencia con sus madres, las crías aprenden las rutas de migración hacia los refugios de invierno. Los manatíes son cortos de vista, y si las aguas son turbias tropiezan a menudo. Constantemente se llaman entre sí, por medio de chillidos y alaridos.

Dos años después de dar a luz, la hembra se aparea de nuevo. En el celo, la hembra puede verse rodeada hasta por 15 machos, que se empujan entre sí para atraer su atención. Finalmente, muchos se retiran para buscar otras hembras, y ella termina apareándose con dos o tres vencedores.

Los largos períodos de preñez y amamantamiento significan que la hembra solo puede tener una cría cada tres años: ocasionalmente, cada dos. Esto hace difícil que los manatíes se repongan de una mengua en su población. Antes eran cazados por su carne y aceite, pero en la actualidad la venta de su carne está prohibida, lo cual casi detuvo su caza. Pero están amenazados por el tráfico naviero de Florida. Muchos manatíes tienen cicatrices por las heridas que sufren con las hélices de los barcos.

En años recientes, una nueva amenaza es el descenso de la temperatura de las aguas de Florida. A pesar de que los manatíes se reúnen en las salidas de agua tibia, se enfrían y entumecen tan pronto salen a comer a aguas más frías. Algunos han sido rescatados, pero muchos han muerto.

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