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Técnicas de incubación

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Cada especie desarrolla técnicas propias.


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Técnicas de incubación 

El tibio abrazo maternal de los pitones

Los cuidados paternales son inusuales entre las víboras. A la mayoría les basta enterrar sus huevos en un lugar seguro, y luego los abandonan a su suerte. Sin embargo, existen algunos pitones que no solo protegen sus huevos sino que también los incuban.

Tras poner una nidada de unos 100 huevos, el pitón hembra se enrosca sobre ellos. Entonces, empieza a tiritar, haciendo rítmicas contracciones musculares que pueden elevar la temperatura de su cuerpo en hasta 7°C sobre la del medio circundante. Ella también puede exponer al sol sus huevos o cubrirlos.

Debido a que son de sangre fría (tienen que asolearse para calentar sus cuerpos), las víboras no pueden usar el calor del cuerpo para incubar sus huevos. Aunque varias especies más de víboras cuidan sus huevos, hasta donde se sabe, solo los pitones los incuban. Ello bien puede deberse a que otras especies carecen de los poderosos músculos que se requieren para generar el calor necesario.

Para los reptiles, el ambiente ideal es un clima tibio de temperatura uniforme que permita a los huevos romperse sin ayuda. Pero también hay reptiles en lugares que comprenden desde la selva hasta el páramo helado. La culebra de collar europea, por ejemplo, pone sus huevos sobre montones de plantas en descomposición. El calor generado por la degradación química de la materia vegetal es muy adecuado para los huevos.

Pero también hay peligros en un entorno semejante. Pululan hongos y bacterias, y es fundamental tener cierta protección contra estos si las crías en crecimiento han de sobrevivir. Esto lo garantiza el sólido y correoso cascarón de los huevos de la culebra de collar.

Cómo proteger lo propio

El avestruz, el ave más grande que existe, es incapaz de volar y por tanto debe hacer su nido en el suelo. Sus huevos pesan cerca de 1,5 kg cada uno, y son un alimento nada despreciable, ni siquiera para depredadores tan grandes como los chacales, las hienas y el ocasional león. Los grandes riesgos para la supervivencia exigen tomar medidas para afrontarlos. La respuesta del avestruz ha sido desarrollar un modelo inusitadamente elevado de apareamientos e incubación.

Un avestruz macho forma pareja estable con una sola ave, la hembra principal, aunque se apareará también con tantas hembras como pueda. A estas hembras secundarias se les permite poner sus huevos en el nido, pero no tomar parte en la incubación. Esta tarea es compartida por el macho con su hembra. Él se sienta sobre los huevos durante la noche, cuando el peligro es mayor, y ella lo releva en el día.

Es raro que un animal cuide la nidada de otro, ya que esa ayuda mermará el alimento y otros recursos disponibles para su propia nidada. Y la hembra principal no es más abnegada ni menos celosa que cualquier otra ave hembra. Cuando el nido está lleno, y ella no puede ya incubar bien todos los huevos, echa fuera algunos de los que no son suyos. Esto genera un círculo de huevos desechados alrededor del nido.

Estos huevos que yacen al sol abandonados nunca se romperán, pero serán los primeros que cualquier depredador encuentre. Ellos, en todo caso, distraerán la atención respecto de los huevos del avestruz hembra, que se mantendrán en relativa seguridad bajo su progenitora en el centro del nido.

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