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Supersticiones arraigadas: ¿cuál es su origen?

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¿De dónde vienen las conocidas supersticiones de brindar y de tocar madera sin patas?

¿Por qué al brindar se entrechocan las copas?

Brindar es beber a la salud de alguien, en recuerdo de un ser querido o para desear el éxito de algún asunto. La palabra «brindar» se deriva del italiano brindisi, que a su vez proviene del alemán Ich bring dirs: «te lo ofrezco».

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Durante un banquete, cada vez que queremos expresar un buen deseo, brindamos tocando con nuestra copa la de los demás convidados y decimos «¡Salud! «.

Una antigua superstición afirma que el ruido que se produce al entrechocar las copas ahuyenta al demonio y protege a los que están presentes. Es necesario que cada vez los comensales hacen un brindis toquen sus copas las de todos y cada uno de los invitados, pues de no hacerlo así, el deseo no se cumplirá. Otra superstición afirma que los novios, después de terminar de beber, deben arrojar a la chimenea sus copas para que se rompan, y garantizar su futura felicidad.

¿A qué se debe tocar madera?

Casi todos hemos caído en la superstición de que algunas veces las cosas van demasiado bien y de que por exceso de confianza o por alardear tentamos a la suerte y nos atraemos terribles desgracias. Un antiguo proverbio europeo dice: «El que de su suerte habla, la desgracia atrae».

La idea de que los sucesos alegres de la vida pueden repentinamente convertirse en desgracias o tragedias está íntimamente unida a la superstición de tocar madera, costumbre tan común que difícilmente nos damos cuenta de que es una superstición. Si alguien dice cualquier cosa que parezca provocar al destino, de inmediato procura tocar madera.

La creencia de que tocando madera se apaciguan los malos espíritus se remonta a los tiempos paganos, cuando se pensaba que los árboles eran la morada sagrada de los dioses, quienes ordenaban a los árboles florecer y deshojarse.

Eran los dioses quienes se encargaban de que algunos árboles permanecieran siempre verdes, lo cual era signo de inmortalidad. Tocar un árbol significaba respeto hacia los dioses, además de una forma de pedirles favores o de agradecerles los ya recibidos.

Después de la Crucifixión, la creencia pagana se unió a la fe cristiana; de esa manera, si Jesús había muerto en una cruz, entonces toda la madera era sagrada. Mucha gente usaba cruces de madera y las tocaba en señal de penitencia si se sorprendía pensando o diciendo algo irreflexivamente. También creían que los había llamado a llevar una vida humilde. La falta de humildad no solo atentaba contra el destino, sino que era un pecado.

Los «archisupersticiosos» no se contentan con tocar cualquier pedazo de madera: si no hay un árbol cerca, se empeñan en hallar un pedazo de madera sin pintar y lo tocan tres veces o le dan tres golpecitos. Otros insisten en que hay que tocar madera «sin patas»; así, las sillas y mesas de madera no les sirven para contrarrestar la mala suerte.

Es muy interesante notar que, en muchos juegos infantiles, tocar madera implica «protegerse». El jugador queda a salvo de ser capturado al tocar la base, que usualmente es un árbol o un poste de madera.

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