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Radiografías de esguinces; ¿para qué?

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Los médicos toman radiografías cuando los pacientes se quejan de una torcedura, porque esas lesiones pueden convertirse en fracturas

Radiografías de esguinces; ¿para qué?

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Si se sufre una grave torcedura del tobillo, o cae y se tuerce con fuerza la muñeca, es probable que algunos ligamentos se hayan desgarrado. Esos ligamentos atan los huesos en las articulaciones y pueden doblarse; como lo hacen con el uso normal, pero no demasiado ni repentinamente. Esa es la razón por la que quienes participan en actividades deportivas acostumbran realizar movimientos de calentamiento.

Los médicos toman radiografías cuando los pacientes se quejan de una torcedura, porque esas lesiones pueden convertirse en fracturas. Las torceduras de tobillo son las más comunes, y son causadas por un giro brusco del pie, de manera que el peso recae sobre el tobillo; la sangre fluye a la herida, y el líquido sinovial que lubrica la articulación puede derramarse. El tobillo se hincha rápidamente y se amorata. El mejor tratamiento para una torcedura consiste primero en reducir la hinchazón aplicando un poco de hielo. El reposo es vital, de preferencia con los pies más altos que la cabeza. Un vendaje firme ayuda a limitar los movimientos y el dolor subsecuente. Cuando ha cedido la hinchazón, suele ser benéfico realizar ejercicios suaves.

Un dolor agudo no necesariamente indica una lesión grave; sin embargo, las torceduras leves que distienden los ligamentos pero no los tuercen, en ocasiones duelen y se hinchan más.

¿Por qué la gente sufre artritis?

No existe una enfermedad que se llame artritis. La razón por la que la gente acostumbra decir que padece artritis sin duda se debe a que en general se presentan varios padecimientos, a los que simplemente les ponen un nombre adecuado.

La artritis se presenta en seis aspectos e incluye otros, como la gota, que no siempre es considerada como parte de la familia. Las dos formas más comunes son la osteoartritis, el deterioro localizado de una o más articulaciones, y la artritis reumatoide, una enfermedad masiva que afecta, a un tiempo, muchas articulaciones y quizá algunos tejidos del cuerpo.

La osteoartritis que tiende a desarrollarse en las etapas tardías de la vida suele ser dolorosa y extenuante. Es resultado del desgaste natural, especialmente de las articulaciones que sostienen peso como las caderas, la columna vertebral y las rodillas. Se caracteriza por las protuberancias nudosas de la gente que ha realizado trabajos manuales pesados durante años. La pérdida de cartílago, que acojina y protege las articulaciones, provoca que las cabezas de los huesos se irriten, inflamando la zona.

Además, los médicos no han encontrado la manera de prevenir la osteoartritis. Es posible reducir al mínimo sus efectos haciendo ejercicio moderado, como la natación, en la que el cuerpo es sostenido por el agua. La reducción de peso ayuda a aliviar la tensión sobre columna, cadera y piernas.

La artritis reumatoide, no menos dolorosa, a veces se presenta de improviso, afectando a jóvenes y  más a mujeres que a hombres. La inflamación inicia el problema: la membrana sinovial que recubre las articulaciones queda expuesta y se inflama, y esa inflamación se extiende al cartílago y a otros tejidos conjuntivos. Por desgracia, no se detiene ahí; en casos severos, la artritis reumatoide ataca las arterias, los órganos internos, el cuello, los hombros e incluso los ojos.

Las pruebas muestran que este padecimiento puede ser hereditario. Suele ser difícil determinar el curso de la enfermedad porque los síntomas brotan repentinamente y desaparecen por años sin causa aparente. El tratamiento eficaz de esta enfermedad requiere de un programa integral de ejercicios terapéuticos, compresas calientes, reposo y medicamentos adecuados.

La tercera forma común de artritis se conoce como espondilitis anquilosante, que es un trastorno inflamatorio de la columna. En general, ataca a jóvenes de 20 a 30 años, que quizás hayan heredado la predisposición a la enfermedad. Los médicos creen que una infección intestinal suele catalizar la inflamación inicial, que afecta los tejidos que unen las vértebras.

El tratamiento debe enfocarse a mantener la flexibilidad de la columna; de no ser así, esta se puede endurecer y causar una parálisis permanente.

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