Inicio Selecciones Sabías que ¿Por qué peregrinamos?

¿Por qué peregrinamos?

358
0

Más de dos millones de musulmanes se dirigen a La Meca cada an?o, en tanto que los cristianos viajan a Lourdes. ¿Co?mo surgio? la idea de peregrinar a un lugar consagrado? ¿Por que? algunos sitios son un ima?n para los fieles?

Una vez ma?s, doblaron las campanas. Una vez ma?s, se leyeron los nombres de las vi?ctimas. Una vez ma?s, Nueva York y toda la nacio?n rememoraron esa terrible man?ana en que los terroristas, a bordo de aviones de li?nea secuestrados, atacaron y Estados Unidos se estremecio?. So?lo que esta vez no estaba ese dia?fano cielo azul que pareci?a burlarse de los dolientes en la Zona Cero.” Asi? describe el Daily News de Nueva York la peregrinacio?n ma?s moderna al lugar de los ataques terroristas del 11 de septiembre. Para aquellos que perdieron a sus seres queridos en el atentado a las Torres Gemelas, la visita anual al lugar de la tragedia es un viaje personal. Para otros, es un intento de llegar a aceptar ese horror globalizado, y el viaje puede llegar a tener una dimensio?n espiritual, no so?lo personal y poli?tica.

Publicidad

Otros lugares que fueron sede de sucesos trauma?ticos bastante recientes son destinos habituales de peregrinacio?n. Hoy en di?a, ma?s gente que nunca visita los cementerios de la Primera Guerra Mundial en Francia y Be?lgica, y lo que queda de Auschwitz-Birkenau y otros campos de concentracio?n nazis. Ron Feinberg, de Atlanta, la capital del estado de Georgia, en Estados Unidos, sabi?a que en la visita a Auschwitz junto a sus compan?eros de viaje, “nos internari?amos en la cultura local y recorreri?amos las callecitas empedradas y las esquinas pintorescas de esas antiguas comunidades encantadoras; pero estaba sobrentendido que todo eso tendri?a su lado oscuro y melanco?lico, que el viaje implicari?a una pesada carga emocional”.

Peregrinos de Australia y Nueva Zelanda viajan a Turqui?a el 25 de abril, Di?a de Anzac, en memoria de ma?s de 11.000 de sus antepasados que fallecieron en Galli?poli, en 1915. Hoy, los que visitan el lugar tienen muchas razones para ir alli?: para algunos es so?lo parte de su itinerario; para otros, representa un viaje a un lugar sagrado donde buscan una conexio?n espiritual con sus ancestros y con el pasado de su pai?s. David, un joven australiano, encontro? “una tumba con el nombre de G. P. Castle, del Segundo Batallo?n […] El soldado Castle teni?a 25 an?os y era de Nueva Gales del Sur. Estaba ahi?, frente a su tumba, y tome? conciencia de que yo tambie?n teni?a 25 an?os y era de Nueva Gales del Sur”.

Peregrinajes primitivos

Desde las e?pocas ma?s antiguas, la gente ha considerado que ciertos lugares esta?n asociados con la renovacio?n espiritual y la curacio?n, asi? como con sus he?roes o antepasados. Con frecuencia se crei?a que en esos lugares de peregrinacio?n residi?an deidades, santos o figuras consagradas, que so?lo conferi?an su bendicio?n especial a quienes visitaran esos sitios. Aquellos lugares donde se han atestiguado milagros aumentan su magnetismo de manera considerable.

Emprender la peregrinacio?n era y es para el peregrino la oportunidad de viajar ma?s alla? de los li?mites de la vida cotidiana y de experimentar el mundo de una manera diferente. Quiza? padezca problemas fi?sicos que espera curar o tormentos mentales que busca resolver. La nocio?n de renovacio?n y renacimiento tiene particular importancia en una peregrinacio?n: dejar atra?s lo viejo para adoptar lo nuevo. Por otra parte, volver a visitar la sede de un suceso trauma?tico suele recomendarse como un modo de superar una vivencia dolorosa. Y muchos buscan lograr una conexio?n renovada con una deidad, con sus ancestros o con personas que han padecido experiencias similares.

Una peregrinacio?n puede tener lugar en cualquier momento del an?o, pero la e?poca ma?s popular siempre fue la primavera boreal, en relacio?n con los rituales judeocristianos de la Pascua de Resurreccio?n y la Pascua judi?a. Geoffrey Chaucer, autor de Los cuentos de Canterbury, deci?a que la primavera era la estacio?n en que las personas senti?an el deseo de viajar o renovarse. Hoy, el hecho de soportar dificultades fi?sicas para acceder a una experiencia espiritual quiza? sea optativo, pero histo?ricamente era la consecuencia inevitable de un viaje largo. Los peregrinos podi?an esperar que les ocurriera cualquier desgracia, desde un naufragio hasta malaria. La costumbre de viajar en grupo comenzo? tal vez para conseguir proteccio?n contra los ladrones y los peligros de la naturaleza, asi? como para contrarrestar la soledad.

Sitios antiguos

Hace 10.000 an?os, los abori?genes australianos iban en peregrinacio?n a lugares como Uluru (Ayers Rock) y au?n lo hacen. En esos lugares sagrados, ubicados en los Senderos del Suen?o que forman una red invisible a trave?s de todo el continente, se reencuentran con sus ancestros y practican rituales que unen el pasado con el presente. Mediante el contacto con la roca, invocan a los espi?ritus de sus antepasados, que les confieren una bendicio?n. En el siglo XIX a. C. y muchos siglos antes, los peregrinos del antiguo Egipto visitaban Abidos, el lugar donde Osiris, el rey de la muerte y la resurreccio?n, habi?a muerto y renacido.

En el siglo I a. C., peregrinos de Grecia viajaban a Delfos para consultar el ora?culo, la sacerdotisa Pitia, que habi?a sido puesta alli? por el dios Apolo. Al ora?culo se lo consultaba sobre todos los temas: religio?n, matrimonio, dinero, pero se lo podi?a interrogar so?lo despue?s de que el peregrino se habi?a sometido a una purificacio?n en las aguas de la fuente Castalia y de haber sacrificado una cabra. Las preguntas se presentaban escritas en tablillas de piedra, y habi?a un sacerdote para interpretar las respuestas que balbuceaba Pitia.

En otros lugares de Europa, los peregrinos visitaban monumentos neoli?ticos, como los ci?rculos de piedra de Avebury, en Wiltshire, que datan del 2600 a. C. Es probable que las piedras marcaran un sitio ma?s antiguo de peregrinacio?n religiosa; el plano original del lugar mostraba el cuerpo de una serpiente que pasaba a trave?s de un ci?rculo, un si?mbolo tradicional de los alquimistas. Adema?s de participar en rituales religiosos, los peregrinos esperaban enriquecerse al captar la energi?a acumulada y que se transmiti?a desde la tierra a trave?s de las piedras.

Hacia Jerusale?n

El Templo de Jerusale?n, construido por Salomo?n en el 957 a. C., constituyo? el centro espiritual del mundo judaico hasta que fue destruido en el an?o 70 de nuestra era. Todos los varones judi?os que podi?an realizar el viaje completaban su peregrinacio?n al Templo con sacrificios. Los devotos peregrinaban tres veces por an?o: en la Pascua judi?a, el festival de Shavuot (la siega) y Sukkot (la cosecha de oton?o). El Templo era un lugar de plegaria y contemplacio?n. Hoy, los peregrinos judi?os visitan la pared occidental o Muro de los Lamentos, cuya base es la u?nica parte que se conserva del muro exterior que soportaba la estructura del templo. Muchos insertan en las grietas de las piedras notas con sus plegarias.

Desde el siglo IV, cuando se legalizo? el cristianismo en el Imperio romano, los peregrinos cristianos han visitado el lugar de la crucifixio?n de Cristo, de su sepultura y resurreccio?n. Luego de la toma de Jerusale?n por parte de los musulmanes en 638, se les permitio? a los cristianos visitar el lugar. Eso cambio? en 1009, cuando los turcos selyu?cidas tomaron Jerusale?n; excepto por algunos breves intervalos durante las cruzadas, recie?n en el siglo XIV los cristianos pudieron visitar Jerusale?n otra vez. De esos santos lugares, el ma?s reverenciado es la iglesia del Santo Sepulcro, en el lugar donde Jose? de Arimatea sepulto? el cuerpo de Jesu?s.

En los primeros an?os del islam, la meta de los peregrinos musulmanes no era La Meca sino Jerusale?n, en especial la roca que en el Cora?n se describe con un grupo de seguidores; fueron los primeros peregrinos extranjeros a ese sitio. El grupo esperaba alcanzar la elevacio?n espiritual en el lugar donde se crei?a que estaban sepultados los restos del apo?stol Santiago. E?ste, testigo de la transfiguracio?n de Jesu?s, murio? ma?rtir en Jerusale?n en el an?o 44.

Segu?n la leyenda, tras la muerte de Santiago, se cargo? su cuerpo en un barco y se lo llevo? a Espan?a. El lugar de la sepultura se identifico? cerca del an?o 815, cuando un ermitan?o llamado Pelayo fue guiado hacia una tumba de ma?rmol por unas luces misteriosas en el cielo. El rey Alfonso II pronto declaro? a Santiago el santo patrono de la regio?n. A partir de la peregrinacio?n de Godescalc, se oficializo? el Camino de Santiago –un empalme de cuatro rutas provenientes de diferentes partes de Francia–, con hospitales y prioratos ubicados sobre la ruta. Para el siglo XII, Santiago de Compostela estaba a la par con Jerusale?n y Roma como destino de peregrinaciones, al igual que hoy.

La catedral de Canterbury ya era sagrada para aquellos que veneraban a San Dunstano cuando en 1170 fue asesinado alli? el arzobispo Thomas Becket, segu?n parece por o?rdenes del rey Enrique II. Su asesinato se considero? un martirio, y se dice que en su tumba tuvieron lugar varios milagros. Becket fue canonizado con rapidez, a lo que siguio? una oleada de peregrinaciones.

Cuando se reconstruyo? la catedral a principios del siglo XIII, y el cuerpo de Becket se traslado? a la Capilla de la Trinidad, el nu?mero de peregrinos aumento?. Cerca de 1380, mientras Chaucer escribi?a Los cuentos de Canterbury, ma?s personas se dirigi?an a Canterbury en grupos, y esto fue asi? hasta 1538, cuando Enrique VIII desmantelo? el santuario de Becket y traslado? sus riquezas a las arcas reales. So?lo en el siglo XX se retomaron las peregrinaciones a Canterbury.

Deber isla?mico

Los musulmanes deben cumplir con el Hajj –una peregrinacio?n a La Meca– una vez en la vida. Cada an?o, ma?s de dos millones de personas realizan ese viaje y se reu?nen en el recinto sagrado de la Gran Mezquita para rendir culto a Ala?. En el centro de la Mezquita, los peregrinos forman una rueda en torno a la Kaaba, una estructura en forma de cubo, en cuyo rinco?n sudeste esta? la Piedra Negra, que soli?a ser un objeto de culto pagano hasta que fue purificada por Mahoma en el 630. Se exige que los peregrinos caminen en ci?rculo siete veces alrededor de la piedra y la besen.

La Meca es la ciudad donde nacio? y murio? Mahoma, pero el Hajj conmemora acontecimientos de la vida del profeta Abraham, del Antiguo Testamento, que vivio? en La Meca y soporto? varias pruebas de fe. Para obedecer el mandato de Dios, Abraham dejo? a su esposa Hagar y a su hijo Ismael en La Meca, con la esperanza de que Dios cuidari?a de ellos. Cuando Hagar buscaba agua, broto? milagrosamente un manantial para calmar la sed del nin?o. Fue en La Meca donde Dios ordeno? a Abraham construir la Kaaba, en un sitio dedicado a Ada?n. Ma?s tarde, el paganismo gano? terreno y 300 i?dolos encontraron un lugar en la Kaaba. La desnudez y la inmoralidad pasaron a ser los rasgos distintivos de los rituales que se asociaban con esos i?dolos. So?lo cuando Mahoma legitimo? la Piedra Negra, se establecio? que La Meca era la ciudad santa del mundo musulma?n.

Lugares de iluminacio?n

Para el budismo, los primeros centros de peregrinacio?n estaban vinculados a la vida y las ensen?anzas del Maestro: Lumbini, en Nepal, donde nacio? Buda, y Bodh Gaya, en la India, donde debajo del a?rbol Bo, fue iluminado. Otros sitios son Sarnath, escenario de sus primeras ensen?anzas, y Kushinara, donde murio?.

Cuando Buda murio?, sus restos fueron recogidos de la pira funeraria y divididos en ocho partes; sobre cada una de ellas se erigio? un stupa o monti?culo sepulcral. Es probable que las peregrinaciones budistas hayan comenzado como visitas a esos sitios sagrados. Si bien la peregrinacio?n no es una condicio?n para ser un budista devoto, sus adeptos han cubierto extensos recorridos por todo el mundo a fin de visitar santuarios consagrados y realizar buenas obras para los dema?s. De ese modo, contribuyeron de manera significativa a la expansio?n del budismo por el mundo.

Lugares de curacio?n

El poder del agua es un tema recurrente en las peregrinaciones a los lugares de curacio?n ma?s renombrados del mundo.

Lourdes: En 1858, la Virgen Mari?a se le aparecio? a Santa Bernardita en una visio?n, en la Gruta de Massabielle, en Lourdes. Se dice que alli? la Santa Virgen dio instrucciones a Bernardita de que bebiera de un manantial que no se habi?a descubierto. Se cree que el agua del manantial posee poderes curativos. A partir de esa visio?n, millones de peregrinos, en especial los que necesitan curarse, han viajado hasta Lourdes y se sumergen en las diecisiete piscinas de la gruta (seis de las cuales son para hombres y once para mujeres).

Walsingham: en 1061, Lady Richeldis, la esposa de un sen?or normando, tuvo una visio?n de la Virgen Mari?a en la cual su espi?ritu fue transportado hasta el lugar donde el a?ngel Gabriel habi?a aparecido en el momento de la Anunciacio?n. La Virgen le ordeno? a la mujer que construyera una re?plica en Walsingham, Norfolk, al este de Inglaterra, y el santuario que se erigio? se convirtio? en un lugar muy popular para peregrinaciones, porque se le atribui?an poderes curativos. El santuario fue destruido durante la Reforma y se reconstruyo? en 1931; desde entonces, ha sido un ima?n para los peregrinos que buscan curarse.

El ri?o Ganges: los hindu?es veneran al ri?o Ganges. Creen que sus aguas son la materializacio?n de la Ganga, “la de andar veloz”, diosa de la purificacio?n. Dado que se considera que el ri?o tiene el poder de purificar y sanar, se lleva a los enfermos hasta las orillas, y en sus aguas sagradas se esparcen las cenizas de los muertos.

Artículo anterior20 revelaciones sobre el sueño
Artículo siguienteTarde, como siempre