Los huracanes son enormes tormentas tropicales giratorias caracterizadas por vientos y lluvias.
Poderosos huracanes
¿Qué es un huracán?
Temidos allí donde se producen, los huracanes son enormes tormentas tropicales giratorias caracterizadas por poderosos vientos y lluvias torrenciales. El fenómeno tormentoso alcanza a veces 800 kilómetros de diámetro y está constituido por vientos y nubes que forman una espiral en torno a un centro común que se denomina «ojo». El aire es tranquilo y sin nubes en la zona del ojo, que mide unos 25 kilómetros de diámetro, pero está rodeado por una enorme pared de densas nubes que producen las precipitaciones más intensas del huracán y en la que el viento alcanza mayor velocidad. Para que una tormenta se clasifique como huracán, sus vientos deben soplar por lo menos a 120 kilómetros por hora, pero su velocidad alrededor del ojo suele superar con frecuencia los 240 kilómetros.
Los huracanes -y esa es su característica- se desplazan hacia el oeste sobre el océano Atlántico y azotan las islas del Caribe y las costas de Norteamérica. Cuando el mismo tipo de tormentas se forma en los océanos Pacífico e Índico, reciben el nombre de tifones y ciclones tropicales. Pero cualquiera que sea su denominación, el resultado suele ser el mismo: un trágico balance de muerte y destrucción.
¿Qué daños causa un huracán?
Cuando los huracanes azotan la tierra, lo hacen de forma triple con vientos, lluvias y oleajes. Los fuertes vientos que circundan el ojo pueden con facilidad arrancar árboles, levantar tejados de edificios y volcar coches. Las tormentas suelen dejar caer unos 150 milímetros de lluvia, por lo común en precipitaciones torrenciales que causan extensas inundaciones. Pero es peor aún el oleaje que produce el huracán: los vientos levantan en el mar olas tremendas que a veces penetran tierra adentro como macizas murallas de agua que inundan todo a su paso.
Los destrozos son notoriamente graves en las costas bajas. Algunos de los peores desastres han ocurrido a lo largo de las costas densamente pobladas de la bahía de Bengala. Un ciclón que azotó Calcuta (India) en 1737 causó 300.000 muertos. El cálculo de muertes por otra tormenta ocurrida en 1970, esta vez en Bangladesh, llegó a la cifra de 500.000.