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¿Mito o verdad? ¿El 13 es mala suerte?

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Este es uno de los misterios que la gente se plantea con más frecuencia. Recorramos algunos libros para que iluminen el por qué de la más famosa superstición.

Hay docenas de libros sobre supersticiones, y casi todos ellos tratan el temor al número 13. La mayoría argumenta que este temor proviene de la Última Cena, en la que Judas fue el comensal con ese número.
Otra teoría entre las más comunes es que la superstición antecede al cristianismo, y que se basa en una antigua leyenda nórdica en la que Baldur, el dios de la luz, es muerto por el malvado Loki. En un relato que recuerda bastante a
la Última Cena, hay doce dioses cenando en el Valhala cuando se les suma el malvado Loki, que no ha sido invitado. Después Baldur es asesinado, debido a las maquinaciones de Loki.
La mayoría de los libros sobre supersticiones presuponen que el viernes es vilipendiado particularmente porque fue el día de la Crucifixión. En otras variantes, es el día que Adán comió la manzana.
En el caso del “martes, no te cases ni te embarques”, Marte, el dios que le da nombre al día y al planeta rojo, es el dios romano de la guerra, que forma un cóctel fatal con el número 13, relacionado con la muerte. De ahí al miedo y la superstición hay un solo paso. Pero todas esas teorías presentan algún problema, y los argumentos resultaron demasiado endebles para ser incluidos aquí.
En una librería de Denver, Colorado, se puede encontrar un libro con el título 13, escrito por Nathaniel Lachenmeyer. Se trata de una fascinante historia cultural sobre “la superstición más famosa del mundo”. En el libro, Lachenmeyer expresa los mismos recelos que cualquiera podría tener acerca de las explicaciones previas y, mediante una investigación meticulosa, ofrece opiniones fundamentadas acerca de los orígenes de la triscaidecafobia (el miedo al 13).
Lachenmeyer aplasta casi todo el conocimiento convencional. Sí, existe una leyenda nórdica de Baldur, pero en realidad estaban presentes 13 dioses, no 12, cuando Loki aparece en escena, de modo que el número funesto debería ser el 14. Sí, el Valhala tenía 12 puestos “comunes” para la mesa de los dioses, pero había un “lugar principal” para elsupremo Odín, y la leyenda no menciona directamente el 13 (ni el 14, en realidad). Ni siquiera hay pruebas de que esta leyenda supuestamente antigua fuese anterior al cristianismo. Lachenmeyer afirma que el primer registro del mito de Baldur está en la Edda Prosaica, escrita en el siglo XV, “dos siglos después de la conversión de Islandia al cristianismo”. Y también hay muchos huecos en la teoría de la Última Cena. En ningún momento, en el relato de la traición a Jesús, se menciona el número 13, mientras que el 12 se menciona varias veces.

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Lachenmeyer también argumenta que los 12 apóstoles y Jesús habían celebrado muchas comidas juntos (entonces, ¿por qué no fueron trágicas las otras?) y que es “inconcebible que los autores del Nuevo Testamento, a sabiendas, hubieran caído en la blasfemia de sugerir que un grupo que incluyera a Jesucristo —el hijo de Dios, el Salvador de la humanidad— fuese de mala suerte”. Por el contrario, Lachenmeyer plantea que el 13 tenía connotaciones positivas para los cristianos, “precisamente porque se lo asociaba con Cristo y sus doce discípulos. Para los cristianos, el 13 representaba el 13 benévolo de Cristo más sus discípulos en general, no el 13 nefasto de la Última Cena”. Lachenmeyer enumera muchos ejemplos de importantes teólogos cristianos, como San Agustín, que invocan al número 13 de manera positiva. 
Otro problema para rastrear las raíces de la triscaidecafobia es que no hay registros escritos del temor al 13 previos a la segunda mitad del siglo XVII en Inglaterra, momento en que se empezó a desarrollar la idea de que era peligroso que 13 personas se sentaran a la mesa (lo que a menudo se expresaba como el temor de que uno de los 13 muriera en menos de un año). Lachenmeyer atribuye ese miedo a la Gran Peste de 1665, y al pánico genuino que causó el hecho de que la epidemia se cobrara la vida de casi el 15% de los ciudadanos de Londres. En Europa, el temor de que se sentaran 13 a la mesa llegó a su punto más alto en el siglo XIX, cuando la triscaidecafobia pasó a ser un miedo a todo número 13. Si se consideran las supersticiones con respecto al martes, al viernes y al 13 de manera separada, sorprende que la superstición ligada al martes 13 parece llegar a nosotros, según algunos autores, desde tiempos medievales, pero no hay ningún registro de un temor especial al viernes 13 hasta el siglo XX. 
Lachenmeyer piensa que en Estados Unidos el miedo al viernes se remonta hasta el Nuevo Testamento y la Crucifixión, aunque también hace notar que el viernes era el día tradicional de las ejecuciones en ese país. ¿Pero qué fue lo que generó el crecimiento de ese nuevo temor? No hay una respuesta evidente. A comienzos del siglo XX, los periódicos comenzaron a tener en cuenta si el Viernes Santo caía el día 13 del mes, lo que parece indicar que en la primera década del siglo pasado esa superstición ya se estaba extendiendo. Pero en 1907 ocurrió un hecho memorable: Thomas W. Lawson publicó la novela Friday, the Thirteenth (Viernes 13). Lachenmeyer escribe lo siguiente: Fue esa novela la que redefinió la coincidencia de la mala suerte del viernes y del 13 en una única superstición, e instaló el viernes 13 en la imaginación popular (de los Estados Unidos). Lawson mantuvo la superstición en el lugar más notable, desde la primera frase de la novela […] hasta su dramático desenlace. […] Con un argumento centrado en el intento de un especulador por manipular el mercado un viernes 13, la novela fue tan exitosa como terrible. Y el éxito de Lawson no se limitó a un best seller impreso. 
En 1916 se estrenó una versión cinematográfica de Friday, the Thirteenth (Viernes 13), un largometraje mudo que profundizó el arraigo de la superstición. En 1980, Jason Voorhees prosiguió con la tradición de tratar de aterrorizarnos con la primera película de la serie de terror Viernes 13. Se puede aceptar la idea de que una combinación de la Última Cena, el Viernes Santo y Thomas Lawson es responsable de la triscaidecafobia; pero es importante recordar un punto que destaca Lachenmeyer en 13. La mayoría de los libros sobre supersticiones se jactaban de atribuirle el temor al 13 a una única causa en particular, y desarrollaban la superstición como si no hubiese sufrido mutaciones en diferentes épocas y culturas: Sin embargo, la continuidad de una creencia debe ser probada, no supuesta. 
Eso es mucho más crítico en las supersticiones relacionadas con números, porque la numerología fue tan ampliamente practicada en tantas culturas en el curso de la historia que es difícil hallar un número entre 1 y 24 que no haya sido considerado de mala suerte por más de una cultura. Exacto. Hay que ser muy metódico y analítico para desentrañar el embrollo del pensamiento irracional.

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