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Galeno y el funcionamiento del cuerpo humano

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Galeno era famoso tanto por su arrogancia como por su talento.

¿Cómo explicó Galeno el funcionamiento del cuerpo humano?

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Galeno, el gran médico de la antigüedad, era famoso tanto por su arrogancia como por su talento. «Nunca me he equivocado, ni en el tratamiento ni en el pronóstico, como les ha sucedido a tantos médicos de prestigio. Si alguien quiere hacerse famoso, lo único que tiene que hacer es aceptar lo que yo ya he sido capaz de establecer.»

Galeno nació en el 129 d. C. en Pérgamo. Estudió medicina durante 12 años, desde los 16. Cuando tenía 21 años había escrito seis tratados médicos y empezado a practicar lo que se convertiría en su especialidad: la vivisección de animales.

En tiempos de Galeno, la disección de seres humanos con el fin de realizar investigaciones médicas era considerada poco ética, por lo que se vio obligado a utilizar animales para ampliar sus conocimientos de anatomía. También aprendió muchas cosas sobre el cuerpo humano y la manera de curar las heridas cuando fue nombrado médico de los gladiadores en su ciudad natal.

Odiado por los médicos

En el año 161, cuando contaba 32, Galeno se trasladó a Roma, a donde llegó precedido de una enorme fama. Aunque hizo crecer su reputación tratando con éxito a algunos pacientes dados por incurables, se enemistó con sus colegas al acusarlos de ignorancia y codicia. Pero sus pacientes -algunos de ellos muy influyentes- lo adoraban y Galeno se abrió paso entre lo más selecto de la sociedad romana.

Durante su estancia en Roma, Galeno realizó la mayoría de sus descubrimientos anatómicos. Amplió sus conocimientos diseccionando más animales, sobre todo macacos, porque creía que estaban constituidos de manera muy similar a los seres humanos. Uno de sus principales logros consistió en identificar siete pares de nervios que tenían su origen en el cerebro, y demostró sin lugar a dudas que las arterias contenían sangre, y no aire, como se había pensado durante 400 años.

«Se puede diseccionar a un mono e identificar todos y cada uno de sus huesos. Para ello hay que seleccionar los monos que más se parecen a los hombres. En estos monos, que también corren y caminan sobre dos patas, encontraremos los mismos órganos que en el hombre.»

Sin embargo, Galeno no siempre estuvo en lo cierto al suponer que los descubrimientos realizados diseccionando animales podían aplicarse a los seres humanos. Tampoco llegó a comprender el funcionamiento del corazón, y no advirtió que la sangre circula por todo el cuerpo. Ante todo, su doctrina médica permaneció anclada en la teoría de los humores, concebida por los médicos griegos. Pero la seguridad de Galeno y sus teorías clínicas hacían creer a muchas personas que conocía todas las respuestas.

Fluidos que causaban enfermedades

La costumbre de «leer» el carácter de un paciente para tratarlo en consecuencia quedó establecida en la «teoría de los humores». Esta teoría -aceptada por los antiguos griegos- sostenía que la salud física y mental estaba determinada por cuatro fluidos o humores corporales: la sangre, la flema o «mucosidad», la bilis vitelina y la bilis negra o atrabilis. La buena salud era resultado del equilibrio de estos humores: la enfermedad aparecía cuando uno de ellos se hacía predominante.

En busca del equilibrio

Una vez diagnosticada la enfermedad atendiendo a los humores, había que intentar restablecer su equilibrio. Cuando la afección de un paciente se atribuía a una complexión demasiado sanguínea, se le practicaba una sangría, mientras que a los pacientes introvertidos o irritables se les recomendaba que sudasen para eliminar la atrabilis causante de su estado de ánimo.

Pero no siempre era fácil alcanzar el equilibrio de los humores. Se creía que la flema tendía a acumularse durante el invierno frío y oscuro, y producía resfríos y afecciones de garganta, mientras que la sangre predominaba en primavera y verano, causando vómitos y mareos. Se daba mucha importancia a la alimentación.

En el siglo II d. C. Galeno reforzó esta teoría, afirmando que cada uno de los cuatro humores condicionaba el temperamento de las personas.

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