Los instrumentos astronómicos del nuevo observatorio tenían proporciones gigantescas.
El observatorio de Samarkanda
A los 28 años, Muhammad Maragai, príncipe de Maveranakhr, Khorezm y Fergana, en Asia Central, ordenó construir un enorme observatorio en la capital de su reino, Samarkanda, donde cuatro años antes, en 1420, ya había fundado una importante universidad. Los sabios más brillantes del mundo islámico colaboraron en el proyecto del príncipe: elaborar unas cartas astronómicas mejores que las que hasta entonces se conocían.
Instrumentos dignos de gigantes
Los instrumentos astronómicos del nuevo observatorio tenían proporciones gigantescas, gracias a las cuales permitían realizar mediciones de gran precisión. El sextante, instrumento que sirve para medir la altura de los cuerpos celestes con respecto al horizonte, ocupaba buena parte del edificio, así como parte de su subsuelo. El equipo incluía unas reglas paralácticas enormes y una esfera armilar de 2 metros de diámetro. Había asimismo numerosos instrumentos de medición, como astrolabios, para medir la altura del sol y la luna, y relojes de sol y de arena, que contribuían a fijar los horarios de las cinco oraciones diarias que prescribe el Corán.
El príncipe realizó personalmente muchas de las observaciones que se recogerían en el Zij Guragoni, un catálogo de 1.018 estrellas. Según sus cálculos, el año sidéreo, es decir, el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta al sol, duraba 365 días, 6 horas, 10 minutos y 8 segundos, lo que supone un error inferior a un minuto con respecto a las mediciones actuales.
La fortuna del observatorio fue tan precaria como la de su fundador. El príncipe murió en 1449, a manos de asesinos a sueldo de su hijo, y, después de su muerte, el observatorio fue saqueado por las turbas fanáticas. En 1908, un grupo de arqueólogos rusos descubrió sus ruinas.
Templo de la ciencia
El observatorio medía unos 30 m de altura. La pequeña abertura circular situada bajo la cúpula es la ventana de observación del gigantesco sextante que había en el interior. Además, el edificio alojaba bibliotecas, observatorios menores y laboratorios.