El desolador paisaje del Ártico canadiense dista mucho de estar inhabitado.
La exuberante isla Ellesmere
En la isla Ellesmere, en el ártico canadiense, la nieve cubre el suelo durante todo el año en muchos lugares. Los mares circundantes jamás están sin hielo. A 756 km del polo norte, la isla compite con Groenlandia por el título de la porción de tierra más septentrional del planeta. Sin embargo, este paisaje desolador, un área dos veces más grande que Islandia, dista mucho de estar inhabitado. Líquenes resistentes crecen bajo la nieve todo el año y, cuando el sol de verano la derrite en los valles más abrigados, se ve una pincelada de color. El verde del pasto y el musgo contrasta con el púrpura y blanco de las flores de los brezos, el rojo y el amarillo de las amapolas y el blanco de la algodonosa.
Renos por doquier
Cuando las manadas de renos se desplazaron hacia el norte debido a que el hielo empezó a retraerse hace 10.000 años, aquellos que llegaron a las islas del Ártico fueron aislados por el mar creciente. Así desarrollaron características que les permitieron adaptarse a la vida en la nieve, pues ya no podían emigrar al sur en invierno como las manadas en tierra firme. El reno de la isla, como todo reno, tiene pezuñas extendidas y huecas que le facilitan asirse a la superficie. Pero posee una piel más gruesa y blanca, así como patas más cortas, para conservar el calor, ya que reducen la superficie total de su cuerpo en relación con su volumen y así disminuye la pérdida de calor.
Durante el breve verano, la isla proporciona abundancia de hierbas, pasto de los pantanos y líquenes. Sin embargo, en invierno la sobrevivencia del reno depende de su habilidad para encontrar el suministro de líquen, conocido como «musgo de reno», que crece bajo la nieve y que extrae con pezuñas y astas. Se dice que el reno puede detectar el olor acre del líquen a una profundidad de un brazo de la superficie.
Círculos de bueyes
Junto al reno pastan los bueyes almizcleros, parientes de las cabras y ovejas montañesas, que miden alrededor de 1,4 m hasta el hombro y pueden pesar hasta 400 kg. El buey almizclero tiene pelo lanoso tupido pegado al cuero, cubierto de una enorme capa de pelos gruesos entrelazados que en los tobillos roza el suelo y lo abriga. Cuando los amenazan los depredadores o el mal clima, los bueyes almizcleros forman un círculo a manera de defensa: los jóvenes se colocan en el interior y los adultos en el exterior. Sus retorcidos cuernos son un escudo protector casi hasta contra los lobos más agresivos. Cuando cae sobre ellos una ventisca, pueden permanecer en círculo apretados unos contra otros por varios días. La nieve los cubre gradualmente. Después de la tormenta, la columna de aire caliente que se forma debido a su respiración puede verse a 8 km.
En julio, las crías de los bueyes almizcleros tienen dos o tres meses. Al nacer pesaban menos de 9 kg y sus pieles eran tan delgadas que tenían que refugiarse bajo la capa lanuda de su madre para sobrevivir los primeros días. Son vulnerables al frío hasta que llega su segundo verano, cuando empieza a crecerles su propia capa protectora. La mayoría de las crías son amamantadas por más de un año.
Las blancas liebres árticas
Entre los habitantes más pequeños de la isla Ellesmere están las liebres árticas, cuya piel es blanca y sedosa. Tienen a sus crías (llamadas lebratos) en junio; en verano, hay un aumento drástico de la población. Gran cantidad de estos animales cubre el suelo cuando roen la hierba nueva y se desplazan en un grupo compacto. Las liebres árticas tienen el hocico muy alargado, con dientes protuberantes, lo cual les ayuda a localizar bajo la nieve y extraer los sauces rastreros y las saxífragas. Rompen la capa de nieve golpeando sus patas delanteras y retiran los restos con los dientes conforme buscan alimento.
Temibles depredadores
Los enemigos más peligrosos de las liebres son los búhos nivales, cazadores silenciosos y hábiles, cuya sobrevivencia depende de la cantidad de lemmings y liebres que haya en el área. Aun cuando los búhos se reproducen tan al norte como encuentren tierra, rara vez pueden hacerlo cada año: el éxito de su reproducción concuerda con las fluctuaciones en la población de sus presas.
Los lobos árticos son los grandes depredadores del norte. Mayores que sus primos que habitan en el sur, pueden medir alrededor de 1,8 m de la nariz a la cola. Son de color blanco grisáceo, que les sirve de camuflaje en la nieve. No solo cazan renos y bueyes almizcleros, sino que son expertos en olfatear los agujeros por donde respiran las focas.
En las costas de las islas Ellesmere, los lobos han acechado a las focas tan persistentemente por años que estas ya no se asolean sobre el hielo en verano.