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Eadweard Muybridge y la fotografía de animales en movimiento

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Los primeros intentos fallaron, ya que el obturador manual era demasiado lento para lograr un tiempo de exposición tan breve como precisaba.

 

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¿Cómo consiguió Eadweard Muybridge tomar fotografías de animales en movimiento?

 

En 1872, una controversia enfrentaba a los aficionados a los caballos de California. Leland Stanford, ex gobernador del Estado y poderoso presidente de la Central Pacific Railway, y un grupo de amigos suyos sostenían que había un instante, durante el trote largo o el galope, en que el caballo no apoyaba ningún casco en el suelo. Otro grupo, del que formaba parte James Keene, presidente de la Bolsa de San Francisco, negaba categóricamente esa posibilidad. No había manera de demostrar quién tenía razón, hasta que Leland Stanford ideó un sencillo experimento.

La cámara más rápida de California

 

Stanford encargó a un fotógrafo inglés instalado en California, llamado Eadweard Muybridge, que tratara de captar con su cámara el movimiento de su caballo de carreras Occident. Sin mucha confianza en el resultado, Muybridge se prestó a fotografiar a Occident trotando a unos 35 km/h en el hipódromo de Sacramento. Pidió a los vecinos de la zona que le prestaran muchas sábanas y las colgó en torno a la pista, para crear un fondo sobre el que destacara la silueta del caballo. No trató de tomar fotografías con una exposición correcta, pues sabía que la silueta bastaría para decidir la cuestión. Sus primeros intentos fallaron, ya que el obturador manual era demasiado lento para lograr un tiempo de exposición tan breve como precisaba. Así pues, inventó un obturador mecánico, consistente en dos pares de hojas de madera que se deslizaban verticalmente por las ranuras de un marco y dejaban al descubierto una abertura de 20 cm, por la que pasaba la luz. Con este sistema se lograba un tiempo de exposición de 1/500 de segundo. Las fotografías resultantes dieron la razón a Stanford: el caballo se separaba por completo del suelo cuando trotaba deprisa.

 

Stanford, impresionado, encargó un estudio fotográfico para captar todas las fases sucesivas del movimiento de un caballo. Los experimentos se reanudaron en el rancho de Stanford durante el verano de 1878. Aunque con una exposición ligeramente insuficiente, la serie resultante de fotografías mostraba claramente todos los movimientos de una yegua de carreras de Kentucky llamada Sally Gardner. Muybridge pintó los negativos para que sólo se viera la silueta de la yegua, cuyas patas adoptaban posiciones inconcebibles. La secuencia de 12 fotografías se realizó aproximadamente en medio segundo.

Curiosos efectos ópticos

 

En octubre de 1878, la revista Scientific American publicó seis grabados hechos sobre negativos ampliados de fotografías de Muybridge, donde se veía a un caballo moviéndose al paso y al trote. La revista proponía a sus lectores que recortaran las ilustraciones y las montaran en un zootropo, un cilindro que produce la ilusión de movimiento cuando gira y las imágenes se observan a través de una ranura lateral. El efecto que se consigue se basa en la «persistencia de la visión». Cuando el ojo humano ve una serie de imágenes que se suceden con rapidez -diez o más por segundo- recibe la impresión de un movimiento continuo. Ahora bien, si las imágenes no estuvieran separadas unas de otras, se verían borrosas. Después de leer este artículo, Muybridge pensó que se podrían mejorar los resultados proyectando las imágenes sobre una pantalla e inventó un proyector luminoso, al que bautizó con el nombre de zoopraxiscopio. En 1888, mostró sus fotografías de caballos a Thomas Edison, el inventor del fonógrafo, y le sugirió la posibilidad de combinar sus inventos para mostrar imágenes sonoras. Aunque la idea no se llevó a la práctica, Edison sí empleó una serie de fotografías de caballos en su cinetoscopio, aparato precursor del proyector de cine.

 

Animado por este éxito, Muybridge se dedicó a registrar los movimientos de los seres humanos y de los animales del zoológico de Filadelfia. Las fotos resultantes fueron publicadas con ayuda de la Universidad de Filadelfia en 1887 en el libro Locomoción Animal, que ha continuado siendo hasta hoy la obra de referencia básica sobre el movimiento humano y animal.

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