Tanto los hombres como las mujeres se maquillaban con esmero y una de las posesiones más preciadas era el cofre de cosméticos.
El rico letrado egipcio se volvió hacia su esposa y le pidió que comprobase si su sombra de ojos estaba bien pintada. Aunque dominaba el arte del maquillaje, quería tener la certeza absoluta de que su aspecto para la fiesta era inmejorable. Llevaba 3 horas arreglándose el pelo y maquillándose, pero aún no estaba satisfecho.
¿Lociones y pócimas?
Puesto que tanto los hombres como las mujeres se maquillaban con esmero, una de las posesiones más preciadas del hogar egipcio era el cofre de cosméticos. Contenía un pequeño disco de cobre, usado como espejo, cuchillas para afeitar el vello corporal, peines y tenacillas para rizar el pelo, pinzas para depilar las cejas, lápices para trazar el perfil del ojo, sombra de ojos, colorete y barras de labios. Las pestañas superiores se pintaban de azul oscuro, con azurita molida; las inferiores se pintaban de verde claro, con malaquita molida. Ambos colores se mezclaban con agua o goma hasta formar una pasta. El colorete y el carmín de las mujeres se elaboraba con arcilla teñida con mineral de hierro, y se mezclaba con grasa. Las palmas de las manos y las uñas se pintaban con alheña.
¿Coronando la gloria?
Los egipcios ricos eran igual de cuidadosos con su pelo: lo peinaban, lo teñían con alheña y lo perfumaban. Tanto los hombres como las mujeres llevaban pelucas de pelo humano y fibra vegetal, con peinados altos y sofisticados, a base de rizos y trenzas. A veces se adornaban la peluca con piedras semipreciosas o bien la coronaban con un pequeño cono de grasa animal perfumada, que se derretía lentamente durante las noches cálidas y resbalaba por su cuello y su rostro.
Durante el verano se usaban cremas faciales ?elaboradas con aceite vegetal o animal mezclado con caliza molida? más por necesidad que por vanidad; y para mantener la piel suave, los egipcios se untaban el cuerpo de aceite. El maquillaje de los ojos cumplía una doble función: proteger los ojos del sol y alejar a las moscas. Los perfumes fuertes también contribuían a repeler a los insectos.