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Ardillas, gorriones y cuervos

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Ciertos animales son capaces de sortear cualquier obstáculo para conseguir comida.

¿Las ardillas asumen cualquier reto?

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Cuando una nuez es la recompensa, las ardillas silvestres parecen estar dispuestas a enfrentarse a cualquier problema. Los etólogos que las estudian algunas veces les han puesto los más complicados obstáculos -más de 20- para que lleguen a donde está la comida. Cada obstáculo representa un problema que debe ser resuelto, como tirar de una palanca para abrir una puerta, practicar el equilibrismo sobre un alambre, tirar de una cuerda, etcétera.

Sin embargo, la disposición de una ardilla para enfrentar los retos no indica su temeridad. Si está comiendo, se detiene una y otra vez para ver si hay enemigos (perros, gatos o halcones) cerca. Su precaución es instintiva, pero sus reacciones están basadas generalmente en la razón. Siempre está evaluando el riesgo de ser atrapada, para decidir si devora la comida en el lugar donde la encuentra o se la lleva a la seguridad del árbol. Al transportar la comida a casa puede gastar más energía de la que obtiene de ella.

Evaluación de la probabilidad

En un experimento se les dieron unas galletas a las ardillas. Se observó que no las enterraron, y que cuando los árboles que servían de refugio estaban cerca, las devoraban de inmediato. Pero si estos se encontraban lejos, comían las más pequeñas -no tardaban mucho- en el sitio donde las encontraban, y se llevaban las más grandes hasta los árboles. Estas decisiones implicaban la comparación del riesgo de ser atrapadas con el beneficio de comer inmediatamente.

Hoy por ti, mañana por mí

Los gorriones indican a los de su especie dónde hay una buena fuente de comida, por medio de un canto. Una vez que el grupo se reúne, todos comienzan a comer.

En el Reino Unido, la población de gorriones es de 12 millones de individuos. Ellos se han dado cuenta de que vivir cerca de los humanos es peligroso. Los gatos domésticos representan la mayor amenaza, y por lo tanto el aumento de la población de estas aves ha ocurrido principalmente en zonas suburbanas.

Al aparearse y comer en grandes grupos, reducen el riesgo de ser atrapados por un depredador hambriento: además emplean menos tiempo en cuidarse de los peligros y pueden dedicarse más a la búsqueda de comida. Pero cuando no pueden compartir fácilmente el alimento -un pedazo de pan, quizás-, los gorriones vuelven a su instinto egoísta y devoran la comida a solas.

Los cuervos jóvenes de América del Norte también parecen ayudar a sus compañeros. En invierno, cuando salen en busca de comida, a menudo llegan al territorio de un ave adulta, donde emiten un canto especial para solicitar a sus compañeros que los ayuden a alejar a los adultos más fuertes. Un ave joven que está sola cuando encuentra comida, no llama a sus compañeros, por miedo a las represalias que contra ella puedan tomar los adultos; más bien, espera a que lleguen otros compañeros para iniciar la defensa.

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