Los ronquidos pueden ser síntoma de apnea del sueño, afección va en aumento, y puede ser peligrosa.
Por Beth Weinhouse
Mucha gente ronca; de hecho, casi la mitad de los adultos lo hacen. La mayoría de las veces es solo una molestia para las personas que intentan dormir a su lado. Pero a veces roncar es señal de algo más: un trastorno respiratorio llamado apnea del sueño.
“En todo el mundo, unos mil millones de personas tienen apnea del sueño”, afirma Atul Malhotra, profesor de Medicina y especialista en Medicina del Sueño de la Universidad de California en San Diego. La prevalencia de este trastorno está aumentando debido a la epidemia de obesidad y al envejecimiento de la población.
¿Ronquidos o apnea?
“Una mayor concienciación y una mejor tecnología para diagnosticar también contribuyen al aumento de casos”, dice Malhotra. El problema no es roncar, sino la razón que provoca los ronquidos. El tipo más frecuente de apnea del sueño, llamada apnea obstructiva del sueño (AOS), se debe a que los músculos debilitados de la garganta se relajan demasiado durante el sueño, lo que hace que las vías respiratorias se estrechen o se cierren.
Esto provoca ronquidos, respiración superficial y largas pausas entre respiraciones, seguidas de jadeos. Y cuando la respiración se ve afectada de este modo por la noche, el cerebro no recibe el oxígeno que necesita, y el cuerpo tampoco duerme lo necesario. Los ronquidos son el síntoma más obvio, pero las personas que duermen solas, o con parejas que tienen un sueño muy profundo, pueden incluso no saber que roncan, pausan la respiración o jadean.
Como la AOS impide dormir bien, las personas pueden sentirse cansadas e irritables durante el día, sufrir dolores de cabeza e incluso desarrollar depresión. De hecho, a menudo son los síntomas diurnos los que llevan a las personas al médico para su diagnóstico y tratamiento.
Factores de riesgo para la apnea del sueño
La edad y el peso se consideran los mayores factores de riesgo de la apnea del sueño, pero cualquier persona, de cualquier edad (incluidos los niños) y de cualquier tamaño corporal, puede desarrollarla. Otros factores de riesgo son el tabaquismo, tener el cuello grueso o la garganta estrecha, los antecedentes familiares, el consumo de alcohol o sedantes, la insuficiencia cardíaca o renal y algunos trastornos endocrinos.
Tratar la apnea del sueño es mucho más importante que dejar de roncar. El cuerpo depende de un buen sueño para la salud general, y sin él puede experimentar cambios de humor, olvidos y pensamientos confusos, problemas neurológicos, un sistema inmunitario debilitado y un mayor riesgo de padecer muchas dolencias físicas.
“La apnea del sueño se ha relacionado incluso con un mayor riesgo de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular, aunque los datos sobre este punto son un poco menos claros”, explica Malhotra. El diagnóstico requiere varios pasos.
Además de la historia clínica y la exploración física, los médicos pueden intentar descartar otras afecciones, como el asma o los trastornos tiroideos, que pueden causar síntomas similares. Y pueden recomendar un estudio del sueño, que suele consistir en un monitor que los pacientes pueden utilizar en casa para comprobar la respiración, la frecuencia cardíaca y otras funciones durante el sueño.
Tratamientos para la apnea del sueño
Una vez diagnosticada la enfermedad, hay opciones de tratamiento. Para los casos leves en personas con sobrepeso, los cambios en el estilo de vida, como mejorar la dieta y los hábitos de ejercicio y perder los kilos de más, pueden bastar a veces para revertir la apnea del sueño. Dejar de fumar y beber puede ayudar. Incluso pasar de dormir boca arriba a dormir de costado puede ofrecer alivio.
Cuando se requiere tratamiento, el más habitual es una máquina llamada CPAP, que significa presión positiva continua en las vías respiratorias. “La CPAP es una mascarilla que evita el colapso en la parte posterior de la garganta”, dice Malhotra. “La mayoría de los pacientes la toleran bien. Pero hay que encontrar la mascarilla y los ajustes de presión adecuados”.
Sin embargo, algunos pacientes no pueden adaptarse a dormir bien con la mascarilla puesta. Para esas personas, existen otros tipos de máquinas PAP. “Y hay aparatos bucales que puede fabricar un odontólogo que evitan el colapso en la parte posterior de la garganta”, asegura Malhotra, refiriéndose a dispositivos a medida que cubren los dientes y tienen una bisagra que adelanta un poco la mandíbula inferior cuando duerme, lo que mantiene abiertas las vías respiratorias.
“También hay ciertas intervenciones quirúrgicas que pueden hacerse para mantener abiertas las vías respiratorias”, dice. Entre ellas el implante de un dispositivo de estimulación del nervio hipogloso. Otras opciones son las intervenciones quirúrgicas para extirpar amígdalas o tejido sobrante, por ejemplo, pero son un tratamiento de última línea después de que hayan fracasado los métodos menos invasivos.
Los investigadores están estudiando nuevas opciones. Malhotra dirigió recientemente una investigación que descubrió que el fármaco tirzepatida para la diabetes y la pérdida de peso es también un tratamiento eficaz para la apnea del sueño. Actualmente está siendo estudiado para este uso, y si se aprueba sería el primer tratamiento farmacológico de la apnea del sueño.
Hay muchos otros ensayos en marcha para evaluar nuevos tratamientos farmacológicos. Los investigadores también están intentando desarrollar nuevos dispositivos que estimulen los músculos de la lengua durante el día para que funcionen mejor por la noche.
Con tantas opciones, nadie debería perderse una buena noche de sueño por culpa de la apnea del sueño. Como ha dicho la autora, pionera digital y apasionada defensora del sueño Arianna Huffington: “El camino hacia una vida más productiva, más inspirada y más alegre es dormir lo suficiente”