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Beneficios del agua helada en la salud

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sanar con agua helada

El método Wim Hof es una práctica con beneficios prometedores para la salud.

Sumergir el cuerpo en agua helada tal vez no suene atractivo, pero para los partidarios de la terapia con agua fría, los beneficios superan cualquier incomodidad momentánea. Los participantes afirman que esta práctica, que implica sumergirse o nadar en agua a una temperatura inferior a 15 °C (unos 10 grados menos que en una pileta común), los ayuda a sentirse energizados, lúcidos e incluso contribuye a aliviar el dolor.

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La terapia helada de la que todos hablan

La terapia de frío ha ganado popularidad en los últimos años, en parte debido a la influencia de Wim Hof, atleta extremo holandés quien desarrolló su propio método de terapia de frío combinada con técnicas de respiración consciente; sin embargo, no se trata de una tendencia nueva. De hecho, el agua fría se ha utilizado para el cuidado de la salud por más de 2.000 años: en la Antigua Grecia se utilizaba terapia con agua para aliviar la fatiga y tratar afecciones como la fiebre.

En los países escandinavos, una sesión tradicional de sauna culmina en algunos casos con una inmersión en agua fría. Alternar entre temperaturas altas y bajas aumenta el flujo sanguíneo en la piel y favorece la circulación. Los atletas de alto rendimiento también toman baños helados o duchas frías para ayudar a aliviar el dolor muscular de aparición tardía que sigue a la práctica de ejercicio intenso.

Además, investigaciones recientes sugieren también sorprendentes beneficios de esta práctica para la salud mental y el manejo del estrés. “La inmersión en agua fría genera estrés para el cuerpo”, explica el doctor Mark Harper, anestesiólogo, autor del libro sobre natación en agua fría Chill: The Cold Water Swim Cure. “El organismo reacciona como lo haría ante cualquier factor de estrés: libera adrenalina y noradrenalina, su presión arterial y frecuencia cardíaca aumentan y su respiración se acelera”.

Beneficios poco conocidos del «estrés controlado»

Sin embargo, a diferencia de los efectos perjudiciales del estrés crónico, este tipo de estrés voluntario y controlado puede ser beneficioso, según los resultados de un estudio de 2019 realizado en los Estados Unidos y publicado en la revista Neuroscience and Biobehavioral Reviews. Aparentemente, combinar factores fisiológicos estresantes como la terapia con agua fría con meditación consciente puede contribuir a entrenar el cerebro para manejar el estrés. Cada vez que una persona vence el frío y emerge vigorizada, se refuerza la expectativa de un resultado positivo.

Los investigadores creen que estos cambios cerebrales se extienden más allá de la tolerancia al frío y podrían ser aplicables a la vida diaria. La positividad también desempeñó un papel significativo en una investigación realizada en el Reino Unido, publicada Lifestyle Medicine. En este pequeño estudio se efectuó un seguimiento a 61 personas durante diez semanas mientras tomaban un curso semanal de natación en agua fría. Al finalizar el estudio, los participantes informaron mejoras significativas en su ánimo y bienestar respecto del grupo de control que permaneció en la costa.

La exposición al frío aumenta las hormonas responsables de producir bienestar, como serotonina y dopamina, explica Harper, uno de los autores del estudio. La natación es, además, un excelente ejercicio y suele ser una actividad social, lo que ayuda a aliviar la ansiedad y permite que el cuerpo experimente placer y motivación. Si nadar en aguas abiertas no es lo suyo, considere las duchas frías.

En un estudio holandés publicado en la revista PLOS One se señaló que esta práctica impacta positivamente en la inmunidad: aquellos participantes que tomaban una ducha fría todos los días registraban una probabilidad un 29 por ciento menor de solicitar licencia laboral por enfermedad. Para aquellos que deseen intentar nadar en agua fría en un lago o en el mar, se recomienda comenzar lentamente con períodos breves de exposición, apenas lo suficiente para que el cuerpo logre transitar el shock inicial.

Nunca sumerja el cuerpo entero de una vez y nade siempre con un amigo. Tenga cuidado si padece algún tipo de afección cardíaca. Aumente gradualmente el tiempo de exposición a tres o cuatro minutos, al menos una vez a la semana.

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