Además de la pérdida auditiva característica de la vejez, existe otra clase de alteraciones menos frecuentes. De hecho, una de ellas es reversible si se atiende de forma oportuna.
Lo que implica en nuestra vida una falla auditiva
“HOLA, VANESSA! ¡Qué gusto verte!”. Es agradable oír esas palabras cuando me encuentro con alguien que conozco. Sin embargo, a veces no valoro mi capacidad de escuchar ese saludo y, a decir verdad, cualquier otra cosa. Jamás pienso en cómo hago para escuchar ni en cómo mi cerebro descifra el significado de los sonidos. No obstante, se trata de un proceso fascinante.
El recorrido que hace el sonido desde el exterior del oído hasta el cerebro toma tan solo unos milisegundos y es de una complejidad sorprendente. En primer lugar, las ondas sonoras ingresan a cada oído y hacen vibrar la membrana timpánica, que es del grosor de una hoja de papel. Esa vibración pone en movimiento dos pequeños huesos que yacen por detrás y que comienzan a danzar al ritmo de las ondas sonoras. Después, un tercer hueso que se apoya sobre la cóclea comienza a vibrar, y es ahí donde la cosa se pone interesante.
La cóclea es una estructura ósea del tamaño de una arveja, que se encuentra llena de líquido y cuya forma semeja la de una concha de caracol. Su superficie está cubierta de decenas de miles de células ciliadas, que tienen haces de diminutos tubos, llamados estereocilios, por encima. Al vibrar, ese tercer hueso golpea la cóclea, como si tocara una puerta. El líquido de la cóclea hace un movimiento de vaivén y las células ciliadas ondean como anémonas de mar. Estimuladas por ese movimiento, las células liberan una sustancia química neurotransmisora y desencadenan el envío de una serie de mensajes eléctricos que se desplazan por los nervios hasta la corteza auditiva cerebral, en donde se interpreta el significado del código eléctrico.
Los delicados estereocilios y las células ciliadas tienen un período de vida limitado. De hecho, una de las razones por las que comenzamos a perder la audición es que esas estructuras se lesionan o dejan de hacer su trabajo después de una vida de uso continuo, a consecuencia de la exposición a estímulos constantes de volumen medio o sonidos fuertes esporádicos. Dicha alteración, que se conoce como presbiacusia, es la pérdida auditiva más frecuente y suele sobrevenir en la vejez o ser de origen neurosensitivo.
Si padeciera presbiacusia leve, me costaría más trabajo distinguir ciertas consonantes, de tal forma que la frase “Hola, Vanessa. ¡Qué gusto verte!” se escucharía algo así como “***a Vane**a. ¡Qué ***to *erte!”. Un problema general, que va en aumento Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 1.500 millones de personas padecen pérdida auditiva, y la cifra podría alcanzar los 2.500 millones (una de cada cuatro personas) para 2050.
En la actualidad, las personas con pérdida auditiva profunda pueden recurrir a los implantes cocleares. El procedimiento consiste en colocar una cóclea electrónica, que es a la vez transmisor y procesador, detrás de la oreja y practicar una cirugía para insertar un receptor debajo de la piel en ese lugar. Además de la pérdida auditiva característica de la vejez, existe otra clase de alteraciones menos frecuentes. De hecho, una de ellas es reversible si se atiende de forma oportuna. Se trata de la pérdida auditiva neurosensitiva, que puede presentarse de repente o a lo largo de unos cuantos días, y por lo general solo afecta un oído.
Las causas posibles son muy variadas, pues van desde las infecciones hasta los traumatismos craneales, pasando por los padecimientos autoinmunitarios. La alteración suele tratarse con corticoesteroides, fármacos que combaten la inflamación, reducen la hinchazón y ayudan al cuerpo a combatir las enfermedades. El medicamento, que puede inyectarse directamente al oído o administrarse por vía oral en comprimidos, permite reducir o incluso revertir la pérdida auditiva, pero solo si se administra rápido.
“Conozco a muchas personas que experimentaron pérdida auditiva súbita en un oído y en el momento pensaron que no era nada”, relata Susan Scollie, catedrática de la Escuela de Ciencias y Trastornos de la Comunicación y directora del Centro Nacional de Audiología de la Western University en Ontario.
Por fortuna existe un tratamiento, explica. “Pero si uno espera demasiado, la pérdida auditiva podría ser permanente”. Para los casos más moderados que se desarrollan por períodos prolongados, el enfoque terapéutico habitual es el auxiliar auditivo. Aunque estos dispositivos sin duda son muy útiles, muchos usuarios señalan que descifrar los mensajes hablados en lugares con mucho ruido de fondo constituye un reto.
Más que una simple molestia. ¿De verdad es tan grave no poder escuchar ciertos sonidos?
Resulta que sí. El efecto real de la pérdida auditiva se ha venido analizando a través de un gran número de investigaciones recientes y cada vez queda más claro: no se trata solo de una molestia, sino de un problema de salud importante. “Durante mucho tiempo, se ha considerado a la pérdida auditiva como una parte inevitable del envejecimiento, sin consecuencias importantes”, señala Frank Lin, director del Centro Coclear para la Audición y la Salud Pública de la Escuela Bloomberg de Salud Pública, en la Universidad Johns Hopkins. “Pero a lo largo de la última década, la situación ha dado un vuelco”.
Los investigadores han descubierto que existe un nexo entre la pérdida auditiva y otras dolencias. De acuerdo con algunos estudios, esa alteración puede elevar a más del doble la probabilidad de sufrir una caída, por ejemplo, y provocar ansiedad o problemas para dormir. La gente con pérdida auditiva también corre riesgo de desarrollar trastornos psíquicos: como parte de una revisión australiana publicada en Gerontologist, expertos revisaron 35 estudios en casi 150.000 personas y descubrieron un vínculo entre la pérdida auditiva y un mayor riesgo de depresión en adultos mayores.
En ese sentido, se sospecha que la gente con afectación del sentido del oído no sale ni socializa mucho, tal vez debido a la dificultad que supone llevar el hilo de una conversación cuando hay ruido de fondo, lo cual alimenta una sensación de soledad cada vez mayor.
Sabemos desde hace mucho tiempo que el aislamiento podría ser la razón por la cual la pérdida auditiva se asocia a la soledad y la depresión. Distintos estudios han revelado que el aislamiento promueve el desarrollo de trastornos psíquicos e incrementa el riesgo de demencia. Por otro lado, existe una estrecha relación entre la pérdida auditiva y la demencia. De acuerdo con un informe de 2020 publicado en The Lancet, existen 12 factores de riesgo de demencia que pueden modificarse, y la pérdida auditiva ocupa el lugar más importante para personas de mediana edad.
En ese sentido, se recomienda a la gente con pérdida auditiva utilizar auxiliares para atenuar los efectos negativos en la cognición. El aumento del riesgo de padecer demencia cuando hay pérdida auditiva tal vez pueda atribuirse a que la gente que socializa con menor frecuencia está expuesta a menos conversaciones desafiantes desde el punto de vista cognitivo. Quienes presentan pérdida auditiva leve tienen dos veces más probabilidad de padecer demencia; cuando la sordera parcial es moderada, la probabilidad es tres veces mayor, y si es profunda, llega a ser hasta cinco veces mayor.
Si bien los auxiliares auditivos no revierten ninguno de estos trastornos ni igualan la calidad de la audición que alguna vez tuvimos, tal vez ayuden a prevenir los efectos en la salud mental. En la actualidad, Lin está llevando a cabo un estudio de gran calado para determinar si el uso de auxiliares auditivos reduce el riesgo de sufrir demencia, por un lado, y la incidencia de caídas, por otro. Los resultados, que se conocerán a mediados del 2023, nos permitirán saber por primera vez si las intervenciones para prevenir la pérdida auditiva han ayudado a disminuir la probabilidad de experimentar esos problemas.
¿Tratamientos génicos para restablecer la audición?
En la actualidad, se está trabajando en el desarrollo de otras soluciones. Varios expertos están buscando formas de estimular la regeneración de las células ciliadas y los estereocilios de la cóclea para restablecer la audición. Algunos de ellos se han inspirado en el reino animal: cuando las aves y los reptiles sufren una pérdida auditiva, esas células se regeneran y los ejemplares vuelven a escuchar en unas cuantas semanas. Es un caso similar al del cuerpo humano, que produce nuevas células cutáneas de forma habitual.
Si las células ciliadas de la cóclea pudieran regenerarse, en lugar de conformarnos con aumentar el volumen de cualquier sonido mediante el uso de auxiliares auditivos, podríamos escuchar de forma natural y distinguir con facilidad una conversación del ruido de fondo. ¿Y cómo se lograría esto? Con el poder de nuestros genes. Alrededor de la mitad de las pérdidas auditivas que se presentan en la vejez tienen un componente genético, afirma Richard Smith, médico y director de los Laboratorios de Investigación Renal y Otorrinolaringología Molecular de la Universidad de Iowa.
Su grupo practica estudios genéticos a las personas con pérdida auditiva para tratar de identificar el origen de la alteración, lo cual, según explica, permite obtener más información respecto a la forma en la que evolucionará. Smith confía en que los estudios genéticos en torno a la pérdida auditiva serán más comunes en el futuro; asimismo, habrá nuevas soluciones frente a esos problemas y se ofrecerá un enfoque personalizado, que variará en función de cada paciente. “Existe un gran entusiasmo en los círculos de investigadores, ya que se están haciendo avances en los distintos tipos de tratamientos génicos contra la pérdida auditiva”, dice. “Espero que la gente reconozca que en un futuro no muy distante tendremos otras opciones, además de los auxiliares auditivos y los implantes cocleares”
Decibel Therapeutics es una de las empresas que trabaja para hacer de ese futuro una realidad. Sus colaboradores están tratando de idear soluciones génicas para la pérdida auditiva en la edad adulta. “La hipótesis es que quizá podamos utilizar la tecnología de los tratamientos génicos para regenerar las células ciliadas que se han perdido”, explica Jonathon Whitton, audiólogo, neurocientífico y vicepresidente de Investigación Clínica y Desarrollo de Decibel Therapeutics en Boston.
La empresa está evaluando media docena de tratamientos génicos. Con tres de estos, el objetivo es regenerar las células ciliadas. Los demás están diseñados para combatir las causas de la pérdida auditiva atribuible a genes específicos y proteger la audición de las personas que están a punto de recibir quimioterapia, pues esta suele producir sordera parcial. Dos de los tratamientos han llegado a la fase clínica, mientras que los otros han arrojado resultados prometedores y continuarán en los próximos años. En opinión de Whitton, el surgimiento de la medicina regenerativa ha dado a los científicos, los profesionales sanitarios y los pacientes “una sensación incipiente de optimismo”..
Los nuevos auxiliares auditivos
Mientras las innovaciones potenciales superan las etapas clínicas del desarrollo de productos, las opciones mecánicas disponibles en la actualidad están mejor que nunca: se trata de los auxiliares auditivos de siguiente generación.
Los auxiliares auditivos digitales han mejorado mucho desde su lanzamiento a mediados de los noventa. “Hemos pasado de los dispositivos de primera generación a los de cuarta o quinta generación, y se han registrado muchos avances”, dice Scollie de Western University. “Se han incorporado muchos cambios pequeños, que juntos han dado lugar a productos de mejor calidad. El auxiliar auditivo que los pacientes reciben hoy en día es el equivalente tecnológico de siete u ocho anteriores, todo en uno”.
Una característica importante es que el auxiliar auditivo puede cambiar de modalidad en automático, dependiendo del ambiente. Lo anterior implica, por ejemplo, que el dispositivo modifica su funcionamiento según el lugar donde se encuentre el usuario, ya sea en un auto silencioso oyendo música o en un restaurante lleno escuchando una conversación.
También poseen la capacidad de reducir el ruido y traen micrófonos que cambian de dirección en automático. “Realmente es el equivalente tecnológico de varios auxiliares en uno, que se intercambian de modo impecable”, explica Scollie. Entre las prestaciones más recientes se encuentra el bluetooth, que puede conectarse de modo inalámbrico a un teléfono para hablar o escuchar música. Es más fácil percibir una voz al otro lado del teléfono cuando esta resuena en ambos oídos, señala Scollie; asimismo, resulta más conveniente poder utilizar los auxiliares como audífonos de alta calidad.
También es posible acceder a una aplicación y ajustar la configuración del aparato. Unos cuantos modelos incluso tienen un contador de pasos, explica Scollie. En su opinión, los sensores biométricos serán el próximo gran desarrollo, lo cual significa que los auxiliares auditivos podrán registrar el pulso y la temperatura corporal, como un reloj inteligente. “Registrar algunas de esas cosas desde el oído en realidad es más adecuado que en la muñeca”, revela la experta.
Auxiliares auditivos más económicos
Gracias a la aprobación de varios reglamentos nuevos en 2022, los auxiliares auditivos de venta libre ahora son una realidad en los Estados Unidos, y se cree que la tendencia se extenderá a otros países, incluso en muchos países de Europa ya se ofrece esta opción.
Lo anterior significa que en lugar de acudir con el audiólogo para acceder a un auxiliar auditivo por prescripción médica, como sucede con los lentes graduados, los consumidores podrán comprar versiones de menor costo sin prescripción. Pero este avance no es perfecto.
¿Y si alguien experimenta una pérdida auditiva repentina atribuible a una enfermedad que deba tratarse cuando antes para revertir la sordera? ¿Y si los pacientes que adquieren auxiliares auditivos de venta libre no logran probarse el dispositivo, hacer que lo ajusten y recibir el servicio de seguimiento que tal vez necesitan? A pesar de lo anterior, también existe un lado positivo, ya que los productos de venta libre podrían constituir una alternativa barata y confiable para aquellas personas que de otro modo no tendrían acceso a este tratamiento. De acuerdo con un estudio, se estima que más del 80 por ciento de los estadounidenses con sordera parcial no utiliza auxiliares.
La pérdida auditiva es hereditaria
mis abuelos necesitaron auxiliares y mi padre también. Tal vez un día, ese sea mi caso. Los dispositivos de mi padre son mucho más avanzados que los de mi abuela. Tienen bluetooth y se adaptan a diferentes situaciones, como las muchedumbres. Y sin embargo, no son perfectos en ambientes ruidosos.
Le pregunté a Whitton de Decibel si, en su opinión, la gente que está hoy en sus cuarentas, como yo, podrá utilizar medicamentos, en lugar de aparatos tecnológicos, como tratamiento frente a la pérdida auditiva dentro de 10 o 20 años. “Sí”, responde. Y señala que los investigadores cada vez manifiestan más interés en resolver este problema. “Se están fundando muchas compañías gracias a la convicción de que es posible lograrlo”