La anestesia es uno de los fármacos más utilizados en el mundo, y ahora los médicos tienen una idea más clara de cómo funciona.
Por Helen Foster
Yo me acuerdo de que mi anestesista me puso la cánula en la mano y me dijo: “Es la hora de tu gin tonic”. Recuerdo su barba pelirroja y sus medias estampadas, pero a partir de ahí, nada, a pesar de que, al parecer, me llevaron en silla de ruedas por el pasillo hasta el quirófano charlando sin parar. Me desperté una hora después con una parte no esencial de mi cuerpo desaparecida.
El hecho de que no solo no recuerde los cortes que me extirparon, sino que tampoco me acuerde nada sobre el procedimiento, incluso antes de que me anestesiaran oficialmente, es una de las cosas más sorprendentes de la anestesia.
¿Un simple sueño con anestesia?
“La teoría de la anestesia más extendida era que ponía el cuerpo a dormir, es lo que te dice el anestesista y es un pensamiento bastante reconfortante, pero no es del todo cierto; después de todo, podemos despertarnos fácilmente del sueño”, explica el profesor Bruno van Swinderen, de la Universidad de Queensland, Australia. “Por lo tanto, sabíamos que también debían estar sucediendo otras cosas”.
En 2018, él descubrió cuál era una de esas cosas. Encontró que el anestésico común propofol afecta al movimiento de una proteína en el cerebro. Esta proteína forma parte del proceso que utilizan las células cerebrales (neuronas) para comunicarse entre sí. Si desaparece, también lo hace su capacidad de comunicación.
“Nuestro cerebro tiene 100.000 millones de neuronas y un billón de puntos de comunicación química, y es probable que muchos de ellos se vean afectados por la anestesia general, lo que hace que el cerebro pierda lo que se denomina coordinación sináptica en estos miles de millones de puntos diferentes”, afirma Van Swinderen.
“Esto no solo hace que pierdas el conocimiento, sino también las respuestas conductuales, la sensación de dolor y la capacidad de formar recuerdos,lo que desencadena el tipo de pérdida de memoria a corto plazo que experimentaste”.
Desde entonces, otros estudios han mostrado respuestas similares con otros fármacos anestésicos y otras sustancias químicas cerebrales. “Efectivamente, el cerebro se separa del cuerpo durante la anestesia”, afirma el profesor Paul Myles, director del Departamento de Anestesiología y Medicina Perioperatoria de la Universidad de Monash, Australia.
Avances en los estudios sobre anestesia
En realidad, se parece más a un coma que a un sueño. El hecho de que solo hayamos descubierto este mecanismo hace seis años es aún más fascinante si tenemos en cuenta que la primera operación con anestesia fue realizada por el cirujano japonés Seishu Hakaoka en 1804. Utilizó una mezcla de hierbas sedantes que tardó más de 20 años en perfeccionar. La llamó Mafutsusan, que en japonés significa “hacer desaparecer”.
Hoy en día hacemos que las cosas desaparezcan a través de dos formas diferentes de anestesia, inyectables como el propofol e inhaladas como el fármaco sevoflurano. Por lo general, ambos se utilizan durante la cirugía.
Ser capaz de determinar los niveles correctos y el cóctel de fármacos para garantizar que el paciente no sienta dolor, pero que esté expuesto al nivel más bajo posible de anestesia, es una habilidad que lleva años aprender. Esto se debe a que no todos respondemos a la anestesia de la misma manera.
“Las personas pelirrojas, por ejemplo, necesitan una dosis más alta de anestesia para que sea efectiva, pero las personas mayores generalmente necesitan menos que las más jóvenes”, dice el doctor Mark Sinclair, presidente de la Sociedad Australiana de Anestesistas. “Si alguien tiene la mala suerte de estar tomando muchos analgésicos, necesita un poco más, al igual que las personas que beben más alcohol”.
Los estudios también sugieren que los fumadores podrían necesitar más que los no fumadores. En este punto, sin embargo, tenemos que hablar del elefante en la habitación: el hecho de que hasta el 0,2 por ciento de las personas que se someten a anestesia no se duermen por completo y, en cambio, se dan cuenta de lo que está sucediendo durante la cirugía.
Recientemente, los médicos del Trinity College de Dublín, Irlanda, descubrieron una posible razón para ello: el cerebro de estas personas difiere en estructura del resto de la población: tienen más materia gris (un tipo de tejido) en la parte frontal del cerebro y conexiones neuronales muy fuertes que podrían necesitar dosis más altas de anestesia para desconectarlas.
Hablando de apagarse, también sorprenderá saber que “no hay ningún agente que revierta la anestesia”, dice el profesor Van Swinderen. “Solo esperamos a que se vaya del cerebro y a que los efectos desaparezcan”.
Reacciones comunes a la anestesia
En este punto, algunos de nosotros nos recuperamos mejor que otros. Yo, como atestiguarán las enfermeras de la sala, vomito profusamente. Este es un efecto secundario común, especialmente en mujeres, personas que sufren mareos por movimiento y no fumadores.
Otras reacciones postoperatorias a la anestesia pueden incluir presión arterial baja, reacciones emocionales como llanto, reflejos reducidos y confusión mental. La mayoría de estas desaparecen en cuestión de horas, pero no se vuelve completamente a la normalidad hasta pasadas 24 horas, por lo que se le aconseja no manejar ni tomar decisiones importantes poco después de la cirugía.
“Creemos que la forma en que reacciona cada persona es genética. No es que se herede de los padres, sino que la genómica determina cómo uno reacciona a todo lo relacionado con la cirugía”, explica Myles. “Algunas personas son hiperinflamatorias, lo que aumenta sus respuestas, mientras que otras reaccionan de forma insuficiente y no generan una respuesta de curación suficiente, lo que también las hace más susceptibles a complicaciones posquirúrgicas como la infección”.
Ahora también se cree que esta reacción inflamatoria está detrás de uno de los efectos secundarios más potencialmente debilitantes de la cirugía, el delirio posquirúrgico, que puede tener efectos a largo plazo en la cognición, especialmente en las personas mayores.
Anteriormente se atribuía a la anestesia, pero los investigadores sospechan ahora que en realidad se desencadena por la reacción del cerebro al trauma de la cirugía. Este descubrimiento es solo uno de los que demuestran que todavía tenemos mucho que aprender sobre la anestesia, y cuanto más lo hagamos, mejores serán los medicamentos, pero ahora mismo sabemos una cosa con certeza.
“Antes de su desarrollo, no había forma de prevenir el sufrimiento y el dolor inimaginables que las personas tendrían que soportar si necesitaban cirugía”, dice Sinclair. “Ahora podemos ir al hospital, someternos a una operación que puede ser bastante invasiva y estar seguros de que no sentiremos nada”, afirma. “Supongo que soy parcial, pero creo que es un milagro moderno”.
Cómo prepararse para una anestesia general
“Si ya se ha sometido a una anestesia y se ha recuperado bien, es una buena señal de que esta vez también le irá bien”, dice el profesor Myles. “Pero, si se va a someter a una operación más importante, o es mayor que la última vez que se operó, empiece a prepararse como si fuera a correr un maratón”, dice.
•Ponga su cuerpo en forma durante las seis semanas previas a la cirugía.
• Deje de fumar si puede, reduzca el consumo de alcohol, siga una buena dieta y comience a hacer algún tipo de ejercicio diario.
•Cuanta más masa muscular tenga, más fuertes serán su corazón y sus pulmones y mejor será su circulación, mejor soportará la anestesia y la cirugía.
• Si ha tenido náuseas y vómitos en el pasado, asegúrese de que el médico lo sepa para que pueda darle medicamentos para reducirlos.
• El hígado es el órgano responsable de eliminar la anestesia de nuestro sistema. Para ayudarlo, se sugiere que evite el alcohol y las comidas grasosas uno o dos días luego de la anestesia.
• La anestesia y los analgésicos utilizados durante las cirugías también pueden provocar estreñimiento. Masticar chicle puede ayudar con esto, pero consulte con su médico ante una duda.