Adoptar nuevos hábitos a la hora de alimentarnos puede ayudar a conseguir una mayor calidad de vida y reducir en gran modo el riesgo cardiovascular.
Debemos partir de la premisa de que no hay alimentos “malos”, sino que lo que podríamos calificar de inadecuados son nuestros hábitos alimentarios, es decir, el mal uso de los alimentos y la frecuencia con la que los consumimos. Repasemos los errores alimentarios más frecuentes:
1. Consumo reducido de frutas, verduras y hortalizas
El organismo necesita alrededor de 40 clases distintas de vitaminas y minerales cada día para mantener un buen estado de salud. También el aporte de fibra viene a través de estos alimentos. No hay ningún alimento que contenga todos los nutrientes, por eso es importante incluir variedad de alimentos para que no nos falte de ninguno.
2. Comida rápida o fast food
Si este tipo de alimentación forma parte habitual de la dieta, estaremos enriqueciendo excesivamente a nuestro organismo de grasas y azúcares y, por tanto, de calorías. Son nutrientes que consumidos en exceso resultan poco saludables. A modo de ejemplo, una hamburguesa doble con queso, papas fritas medianas, una gaseosa mediana y un pote de helado aportan 1.213 calorías, mientras que una ensalada mixta, un filete de carne y una fruta no llegan a las 850.
3. Exceso de azúcar
Comer alimentos ricos en azúcares o aperitivos dulces con frecuencia favorece la aparición de caries y también puede facilitar la aparición de la obesidad, ya que aumenta el valor calórico de la dieta.
4. Hidratos de carbono en bajas cantidades
La ingesta de alimentos ricos en hidratos de carbono no es suficiente: cereales (arroz, pastas alimenticias, pan), papas y legumbres. Al menos, la mitad de las calorías de la dieta deben tener como base estos alimentos, así que deberíamos incluir al menos uno de ellos en cada comida. El pan, la pasta y otros cereales integrales pueden aportar una cantidad extra de fibra a la alimentación.
5. Reparto energético incorrecto
El ritmo de vida moderno es enemigo de una alimentación saludable. El reparto energético tampoco es el adecuado. El desayuno debería contener el 25 por ciento de las calorías totales. Un desayuno completo debería incluir lácteos (leche, yogur u otros), cereales, galletas o tostadas, fruta o jugos de fruta y opcionalmente complementos (mantequilla o margarina, mermelada, miel, jamón). Pero esto no es siempre así. Desayunamos mal y vamos arrastrando a lo largo del día todos los errores de reparto calórico porque además cenamos muy tarde y demasiado. Dormimos muy poco y al día siguiente volvemos a empezar mal. En la infancia esto resulta importante y puede desembocar en un mal rendimiento escolar.
6. Agua insuficiente
La mitad de nuestro peso es agua. Por ello se recomienda ingerir al menos un litro y medio de agua al día (agua, infusiones, jugos). Es muy importante que durante el verano se aumente la cantidad de líquidos para evitar la deshidratación. Normalmente, pero no siempre, el organismo, mediante el mecanismo de la sed, advierte que necesita ingerir líquido. La bebida más recomendable es el agua, pero también se pueden aportar líquidos a través de otras bebidas o de la comida (sopas, verduras, frutas, gelatina).
7. Picar entre horas
Un hábito alimentario incorrecto muy común en nuestra dieta es picar entre horas. Entre los alimentos que tienden a consumirse se encuentran los snacks, que tienen un alto valor calórico y un perfil lipídico nada deseable (ricos en grasas saturadas y trans). Además, se suelen acompañar de bebidas hipercalóricas, como las gaseosas o la cerveza.
Costumbres alimentarías saludables
Adoptar unos nuevos hábitos a la hora de alimentarnos puede ayudar a conseguir una mayor calidad de vida y reducir en gran modo el riesgo cardiovascular. Enfermedades como la hipercolesterolemia, la obesidad y la hipertensión mejoran, al mismo tiempo que la incidencia de enfermedad cardiovascular desciende. La American Heart Association ha establecido una serie de pautas que conforman esas nuevas costumbres alimentarías cardiosaludables:
- Incluí numerosas frutas y verduras en tu alimentación diaria.
- Ingerí cereales, especialmente integrales.
- Elegí productos libres de grasa: aves sin piel ni grasa, carnes magras, pescados, etc.
- Usá, preferentemente, aceite de oliva virgen.
- Buscá un equilibrio entre el número de calorías que ingerís cada día con la cantidad que utilizás en tu actividad diaria. Tené en cuenta el tipo de trabajo que realizás y el estilo de vida; si sos sedentario quemás menos calorías.
- Limitá el número de comidas poco nutritivas y altas en calorías: gaseosas, golosinas, etc.
- Reducí el consumo de productos con grasas hidrogenadas (están muy presentes en alimentos precocinados e industriales).
- Moderá la ingesta de sal. Para realzar el sabor, utilizá especias.
- Controlá el número de bebidas alcohólicas.
(Fuente: http://www.alimentacion-sana.com.ar)