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Descubra el poder curativo de la sal

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El ser humano necesita entre 5 y 10 gramos de sal cada día para regular la actividad de los músculos y de los nervios y mantener la presión sanguínea.

Podríamos decir que todos los seres humanos somos “la sal de la tierra”, y no sólo los particularmente virtuosos. El ser humano necesita la sal para cumplir varias funciones vitales. A lo largo de su vida, una persona podría ingerir casi 300 kilos de este mineral. Nuestro organismo utiliza la sal, o cloruro de sodio, como un electrolito, es decir, una solución con carga eléctrica. Así se regula la actividad de los músculos y de los nervios y se mantiene la presión sanguínea, entre otras funciones críticas.

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La sal comenzó a tener influencia en los seres humanos antes de los albores de la civilización. Desde tiempos antiguos, la sal ayudó a los pueblos a preservar y transportar los alimentos. No era sólo que los alimentos salados se conservaban durante más tiempo; la sal deshidrataba pescados y carnes y hacía más fácil transportarlos en barcos. 

Algunos usos «no culinarios» que se le atribuyen es combatir:

Acné y forúnculos, Aftas, Astillas, Calambres musculares, Callos, Candidiasis, Constipación o estreñimiento, Dolor de garganta, Dolor de muelas, Dolor de oídos, Hemorroides, Infecciones de la piel, Mal olor en los pies, Piel seca, Problemas de encías, Psoriasis, Resfríos y congestión, Tiña, Trastornos menstruales, Uñas encarnadas, Varicela.

El poder curativo de la sal

No es sorprendente que una sustancia que se vincula tan estrechamente con la vida, tanto desde el punto de vista biológico como cultural, tuviera tantos usos como remedio casero. Pensemos en el simple ejemplo del agua con sal. Como una concentración más alta de cloruro de sodio extrae, por ósmosis, la humedad de los tejidos que están en contacto, el agua con sal ayuda a aliviar encías hinchadas y a curar abscesos. Hoy en día, su dentista le aconsejará enjuagarse con agua tibia y sal para calmar la irritación de las encías y acelerar la cicatrización. Durante generaciones, las personas que padecían un resfrío recurrieron al agua salada diluida y tibia, aspirándola suavemente por las fosas nasales, para limpiar de mucosidad las cavidades de la nariz. Y unas gárgaras con agua salada son el remedio clásico para el dolor de garganta. Con dos cucharaditas de sal en medio litro de agua tibia se prepara un baño de pies que ayuda a controlar infecciones por hongos, porque vuelve la piel más blanda y la limpia profundamente. De manera similar, remojar la parte afectada en agua salada hace más fácil sacar una astilla rebelde. El agua con sal, entibiada a la temperatura corporal, puede aliviar el dolor de oídos al aflojar el cerumen.

Precauciones

En ocasiones apropiadas, la sal constituye un remedio casero fantástico; pero no debe interpretarse que sería saludable agregar mucha sal a las comidas. Según estudios, la mayoría de las personas ingieren con su dieta dos a tres veces más sal que la que deberían; y para muchas personas, esto contribuye a elevar la presión sanguínea. La gran mayoría de nosotros nos veríamos favorecidos si redujéramos el consumo de sal. ¿Cuál es la mejor manera de lograrlo? Consuma menos alimentos procesados.

Para comprar

Cuando se trata de usar la sal como remedio, no hay diferencia entre la sal marina, la sal kosher o la sal de mesa. Pero la sal fina se disuelve más rápidamente.

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