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¡Ay! Mi espalda

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Si sufrís dolores de espalda, aquí encontrarás algo de alivio: las mejores recomendaciones y tratamientos innovadores avalados por expertos. Y si aún no padecés esta molestia, mirá cómo protegerte a tiempo.

Renate Mangold, de 57 años, editora de libros en Stuttgart, Alemania, pasaba largas horas sentada en su escritorio sintiendo cómo su espalda frecuentemente protestaba de dolor. Aparecía en oleadas, luego se aquietaba. Aprendió a ignorarlo. Luego, en 2010, después de haber estado divirtiéndose en la pista de baile durante el casamiento de su sobrina en el Reino Unido, los dolores de espalda comenzaron a permanecer por más tiempo.

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Cuando partió hacia Frankfurt a la Feria Internacional del Libro más tarde ese año, los dolores punzantes en la zona lumbar interrumpieron sus reuniones de negocios. Nuevamente los ignoró y siguió adelante.

Por último, llegó el turno de un fin de semana en Baviera, un lugar que parecía perfecto para darle a su dolorida espalda el descanso que tanto reclamaba. Un domingo por la noche, se acurrucó debajo de las sábanas relajada y feliz. A la mañana siguiente, se despertó inmersa en tal agonía que no podía volver a levantarse. “[Mi pareja] me ayudó a salir de la cama y a vestirme y llamó al médico”, recuerda Renate.

Fue un especialista en ortopedia de Stuttgart quien le dio las malas noticias: uno de los discos de su columna se había herniado (deslizado) y le estaba causando el dolor. Y esto era algo que ya no podía ignorarse.

¿Por qué nos duele la espalda?

Las personas siempre han tenido dolor de espalda, pero el estilo de vida moderno, especialmente los trabajos que implican largos períodos sentados en una silla mirando computadoras, se suma al desgaste que la edad y las lesiones pueden provocar en la columna, músculos y vértebras.

“Habitualmente tenemos una postura encorvada”, afirma Kristopher Karvelas, especialista en rehabilitación física del área de columna del Centro Médico Wake Forest Baptist Medical Center en Carolina del Norte, Estados Unidos. “Una mala postura puede causar sobrecargas en la columna que con el paso del tiempo se traducen en dolor”.

Casi nadie escapa a experimentar al menos algún episodio de dolor de espalda: cerca de la mitad de las personas sufriremos esta molestia en algún momento. Y tal como aprendió Renate Mangold, los problemas de espalda persistentes generalmente son “discogénicos”, lo que significa que involucran a las vértebras espinales.

“El dolor discogénico es la principal causa de dolor de espalda en personas que tienen entre 30 y 60 años”, informa el profesor Maarten van Kleef, titular del departamento de Tratamiento del Dolor del Centro Médico de la Universidad de Maastricht en Holanda.

El diagnóstico, una herramienta muy importante

Los discos son estructuras cartilaginosas similares a almohadones que acolchonan los espacios existentes entre la cadena de huesos (vértebras) que conforman la columna. Compuestos por un exterior rígido y un interior blando similar a un gel, los discos vertebrales absorben el impacto de todas las exigencias a las que sometemos nuestra columna mientras caminamos, nos sentamos, corremos o levantamos objetos.

En algún momento, esos esfuerzos pueden provocar que la capa externa de uno o más discos se quiebren y que la sustancia gelatinosa que está en su interior se derrame. El dolor que se siente cuando se desplaza un disco tal vez no provenga del quiebre en sí mismo. Sino que, en cambio, puede deberse a que parte del disco desplazado esté ejerciendo presión sobre un nervio. En algunos casos, el material que se derrama causa inflamación en los tejidos que rodean el área, lo que también puede causar dolor.

Además de dolor de espalda y de piernas, el pinzamiento de nervios habitualmente provoca también entumecimiento y hormigueo en las extremidades inferiores, y hasta puede causar desórdenes en intestinos y vejiga.

Debido a que el desplazamiento de discos puede detectarse en estudios por imágenes como tomografías computadas o resonancias magnéticas, uno podría pensar que el diagnóstico es una cuestión bastante directa y evidente. Pero no es realmente así, afirma el experto consultado por Selecciones.

El doctor Charles Argoff, M.D., neurólogo y director del Centro de Tratamiento del Dolor del Albany Medical Center, Nueva York, explica por qué. Si bien él no padece dolor de espalda dice que “existe una probabilidad del 50% de que en una resonancia magnética de la zona lumbar de mi espalda encontremos un disco herniado”. El especialista hace referencia a un estudio de 1994 en el que se descubrió que la mitad de las personas mayores de 30 años muestran discos herniados en este tipo de estudios por imágenes. Pero no necesariamente eran ellos quienes informaban dolor de espalda.

“Tenemos que ser muy cuidadosos y no interpretar erróneamente los resultados de resonancias magnéticas y tomografías computadas”, afirma Argoff. No todos los discos herniados causan síntomas y no todos los dolores de espalda se deben a discos herniados.

Existen también otros factores que pueden causar molestias en la espalda: desde un simple desgarro muscular hasta cuestiones serias como infecciones medulares, cálculos renales, espolones óseos, tumores o afecciones que involucran a alguno de los principales órganos del cuerpo. Por ello los médicos no se basan solo en los resultados de estudios sino que llevan a cabo un profundo examen físico para determinar causas posibles.

Si el dolor se manifiesta en la mitad de la espalda en lugar de ubicarse del lado derecho o izquierdo, o si el dolor aumenta al incorporarse luego de inclinar el cuerpo hacia adelante “puede ser una indicación de dolor discogénico en la zona lumbar”, comenta van Kleef.

Primero, soluciones conservadoras

Luego de indicarle medicación para el dolor, el médico de Renate Mangold la derivó a un centro de rehabilitación para que realizara un tratamiento por tres semanas. Mientras estaba allí, “hice fisioterapia, terapia con agua y aprendí a relajarme”.

Todo esto ayudó, pero no tanto como ella esperaba, por lo que Renate se anotó en un gimnasio que cuenta con equipos para ejercicio específicamente diseñados para combatir problemas de espalda. Renate atribuye el gran alivio, casi completo, que siente hoy a su rutina de ejercicios.

“Con mucha frecuencia vemos cómo familiares y amigos de aquellos pacientes que padecen dolor lumbar les recomiendan ‘tomarlo con calma, descansar y quedarse en la cama’”, comenta el doctor M. Fahad Khan, profesor auxiliar de anestesiología del Langone Medical Center de Nueva York. Pero, afirma, ese quizá sea el peor consejo que se puede dar en estos casos. “Probablemente favorezca la atrofia de los músculos y cause más problemas a largo plazo”.

Cirugía, el último recurso

¿Por qué no recurrir a la cirugía y resolver el problema completamente?. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la causa específica del dolor de espalda frecuentemente no se muestra con claridad. ¿Qué sucedería si el disco herniado no fuera la verdadera fuente del dolor? En ese caso, la cirugía no funcionaría, afirman los expertos. “No es raro ver pacientes que padecen dolor persistente de espalda luego de haberse sometido a una operación de columna”, sostiene Khan. “Lo llamamos síndrome de cirugía fallida de columna”.

Khan recomienda: “Analizar toda la gama de técnicas de intervención mínimamente invasivas con las que contamos, como la inyección epidural de esteroides, que ayudan a aliviar el dolor antes de someterse definitivamente a una cirugía mayor”.

Muchas veces claro que se justifica la cirugía, como en aquellos casos en que los síntomas no mejoran a pesar del tratamiento, por ejemplo, cuando el dolor se intensifica o surge uno nuevo, cuando aumenta el entumecimiento o la debilidad en las piernas o ante cualquier cambio en el funcionamiento de intestinos o vejiga. Cualquiera de estos síntomas puede ser una indicación de que un disco está presionando un nervio, explica Khan.

Era el año 1999 y el alto y corpulento Magnus Sall de Estocolmo, Suecia, quien ahora tiene 45 años, no dudó en ayudar a un amigo a subir una pesada cómoda por una escalera. Pero esa misma noche, cuando Magnus se inclinó sobre la pileta para lavarse los dientes, sintió un dolor agudo que atravesaba su espalda y descendía por su pierna izquierda. El joven y saludable periodista esperaba que la molestia desapareciera e intentó no prestar atención al dolor.

Pero durante las dos semanas siguientes, el dolor fue intensificándose progresivamente. Ráfagas de dolor acompañaron cada uno de sus pasos durante la breve caminata hasta el consultorio de su médico.

Al igual que Renate Mangold, Magnus Sall tenía un disco herniado. Y al igual que ella, también, le indicaron fisioterapia y ejercicios para aumentar la fuerza en su columna y abdomen, los músculos clave. “Con los años comencé a sentirme mejor”, dice Magnus. “Ya no era un problema tan grave”.

Y fue entonces, en 2010, que su espalda repentinamente volvió a empeorar. Intentó todos los tratamientos conservadores que le habían resultado útiles en el pasado. Nada funcionó. “Tenía un nuevo disco desplazado, lo que me impidió ir a trabajar durante semanas”, comenta.

Su nuevo médico le recomendó practicar una discectomía, una cirugía destinada a extraer la parte del disco que ocasionaba el dolor. “Me deprimió un poco tener que comenzar de cero otra vez”, recuerda Magnus, quien se sometió a la intervención quirúrgica en febrero de 2012. Pero ahora está conforme de haberlo hecho. “Me ayudó muchísimo. No me liberé por completo de los síntomas. Aún me duele un poco la pierna izquierda. Pero ahora la situación está mucho más estabilizada”. Magnus aun debe hacer ejercicio y usar un escritorio de altura ajustable. “Si me siento en una silla durante horas y no ejercito, empeoro”.

Un análisis efectuado en 2011 sobre distintos estudios en los que se comparaba la cirugía con tratamientos más conservadores mostró que aquellas personas que se habían sometido a intervenciones quirúrgicas efectivamente se recuperaban más rápido. Al cabo de uno o dos años, sin embargo, todos los pacientes informaban niveles similares de alivio del dolor. Esta muestra respalda las recomendaciones de los expertos que indican que únicamente aquellos que, al igual que Magnus Sall, no consigan aliviar su dolor a partir de los métodos de tratamiento conservadores deben considerar una intervención quirúrgica.

Trabajar en la prevención

En vista de que prácticamente todos estamos en riesgo de sufrir dolor de espalda, parece tener sentido considerar la prevención como un tema serio. Para prevenir estos problemas es preciso mantenerse activo pero sin excederse. Lo más importante, afirma Karvelas, es un programa de ejercicio que ayude a mantener fuertes los músculos principales. “A mis pacientes les digo que tal como se ejercitan para proteger su corazón durante toda la vida, lo mismo deben hacer para proteger su columna”.

Un espacio de trabajo diseñado ergonómicamente también puede ayudar a mantener la columna en buen estado, afirma Karvelas. El escritorio idealmente debe permitir alternar entre sentarse y pararse para trabajar y entre estas dos posiciones, estar de pie es la opción más recomendable.

Cuando es preciso estar sentado, dice “lo ideal es una silla que tenga una buena curva para la zona lumbar, de manera que la espalda quede firme contra la estructura y se pueda estar sentado derecho, con los hombros también contra el respaldo”. También es importante la posición del monitor. “La pantalla debe estar al nivel de los ojos”.

El exceso de peso ejerce presión sobre la espalda, por lo tanto, mantener un peso saludable es importante también. A los fumadores se les recomienda abandonar este hábito. Algunos médicos sostienen que fumar inhibe la llegada de ciertos nutrientes a la columna.

Para aquellos que ya están padeciendo ese dolor incómodo, la mayoría de los profesionales de la salud recomienda, en primer lugar, hacer ejercicio, inicialmente bajo la supervisión de un fisioterapeuta incluso para aquellos que en algún momento recurran a la cirugía. El ejercicio permite entrenar los músculos para que puedan sostener la espalda en una posición que reduzca la presión sobre la columna y los discos.

Realizar actividad física en forma regular “es probablemente la mejor recomendación que puedo dar” a aquellos que sufren dolor de espalda, afirma Khan. Resistencia, elongación, caminatas, natación, aerobic acuático, tai chi y yoga, son todas actividades comprendidas en esta categoría, pero como siempre, primero es necesario trabajar con un profesional capaz de evaluar cuáles son los movimientos que pueden hacer más daño que ayudar. Se ha comprobado que el yoga y otros programas de elongación son prácticamente igual de efectivos para reducir los síntomas de estas afecciones.

La acupuntura, una técnica habitualmente recomendada para el tratamiento del dolor, puede dar resultados algo decepcionantes. En un estudio alemán publicado en 2007 en el que se compara la acupuntura real con una técnica simulada, se descubrió que la técnica real resultaba efectiva para aproximadamente el 48% de los pacientes, mientras que la simulada era efectiva para cerca del 44%. En un estudio de 2001 en el que se compara la acupuntura con el masaje terapéutico, se mostró que el masaje era mucho más efectivo para aliviar el dolor.

Existen ciertos medicamentos que se utilizan para aliviar en forma temporaria los síntomas, como relajantes musculares, antiinflamatorios no esteroides o AINE (aspirina, ibuprofeno, diclofenaco), gabapentina (un anticonvulsivo utilizado para el dolor), opiáceos, corticoides orales y antidepresivos. Según los resultados de un estudio reciente, y si bien se indica con frecuencia, el acetaminofeno sería menos efectivo.

Nuevos tratamientos prometedores

  • Estimulación de columna vertebral: surgida en la década de 1950, según Khan, la técnica de la estimulación de la columna vertebral recién hoy logra ser considerada un tratamiento prometedor para combatir el dolor de espalda, especialmente el dolor que persiste a pesar de haber recurrido a una cirugía. “Se implantan dos guías eléctricas en la zona lumbar, cerca de la columna vertebral”, comenta Khan. “Esto permite crear una señal eléctrica que ayuda a enmascarar las señales de dolor producidas por el área lumbar y las piernas”. De acuerdo con el profesor Bart Morlion, médico del Hospital Universitario de Leuven, Bélgica, y presidente electo de la Federación Europea del Dolor, “los tratamientos de estimulación de columna vertebral están disponibles en muchos países”. Sin embargo, “debido a cuestiones de costos, esta alternativa solo se puede ofrecer a los pacientes cuando hayan fallado las terapias clásicas”. Una vez implantadas las guías, la terapia proporciona alivio para toda la vida.
  • Marihuana medicinal: este remedio popular se utiliza desde hace tiempo para todo tipo de dolores y molestias. Se ha demostrado que la marihuana reduce la necesidad de opiáceos para el tratamiento del dolor crónico. Khan sostiene que uno de sus componentes (cannabidiol) parece ser efectivo contra ciertos tipos de dolor a nivel nervioso, lo que potencialmente convierte a este elemento en un buen tratamiento para los problemas de discos.
  • Medicina personalizada: casi en todos los estudios que se llevan a cabo sobre distintos remedios para cualquier problema de salud que nos aqueje algunas personas encuentran soluciones en un tratamiento específico mientras que otras no. ¿Por qué sucede esto? Porque somos personas, no estadísticas, afirma Argoff. Y muchas veces las personas necesitamos soluciones diseñadas a medida para resolver temas particulares de salud. Las células de nuestra piel pueden darnos la respuesta cuando se trata de dolor. Estas células producen cambios químicos cuando encuentran algún elemento doloroso. A partir del análisis de aquellos momentos en que la química del dolor de nuestras células se activa o desactiva, los investigadores esperan poder predecir con mayor precisión qué tratamiento puede ayudar a aliviar el dolor en cada persona ”y así evitar todo el proceso de prueba y error”, explica Argoff.
  • Terapia con ozono: si bien este procedimiento mínimamente invasivo aún se considera experimental, muchos médicos en Italia, China e India han logrado resultados satisfactorios a partir de su aplicación. Hoy día se han puesto en marcha distintos ensayos clínicos en Canadá. En un artículo de 2014 se indicó que inyectar ozono (un componente del aire) en la parte central de aspecto gelatinoso de un disco desplazado permite que éste se encoja lo suficiente como para reducir la presión que causa el dolor. Debido a que se considera un tratamiento complementario, aclara Morlion, “en algunos países se ofrece en el marco privado, fuera de la cobertura de los planes de salud”. 

Si bien solo unos pocos lograrán escapar al dolor de espalda durante sus vidas, mantener en forma los músculos clave y contar con un espacio de trabajo ergonómicamente diseñado puede ayudar a protegernos de este problema. Para aquellos que ya estén murmurando, “ay, mi espalda”, hoy existen buenos tratamientos y excelentes posibilidades para mantener nuestras columnas saludables de cara al futuro. 

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