La piel trabaja de manera asombrosa. Pero hay que cuidarla para no dañarla gravemente. Enterate más sobre los procesos internos que involucran a las cicatrices, las quemaduras y la regeneración constante de este maravilloso órgano.
De qué manera elegimos habitar nuestra propia piel es una cuestión de cada persona, pero conocer cómo las criaturas de la naturaleza han desarrollado diferentes tipos de dermis es un tema asombroso. La resistente piel del cocodrilo está tan repleta de sensores que puede percibir a su presa mientras nada a la distancia. Y el cuerpo de los cachalotes es prácticamente impenetrable gracias a una capa de piel que puede tener hasta 35 centímetros de espesor. Comparativamente, nuestra desventaja es significativa, pero solo porque el material que recubre nuestro cuerpo sea más frágil no significa que sea menos complejo.
La piel, el órgano más grande del cuerpo humano, se encuentra en un estado de regeneración permanente. Las diminutas células madre adultas ubicadas en la capa más externa, la epidermis, producen nuevas células para reemplazar a aquellas que perdemos al rasparnos por lesiones menores (perdemos cerca de 400 millones de estas células todos los días). Al sufrir cortes más profundos, el sistema de reparación de nuestra piel se activa y pone en marcha cuatro fases que se superponen entre sí.
Las plaquetas son las primeras en entrar en escena y bloquear el área para detener el sangrado. Mientras tanto, la zona se inflama a medida que las células encargadas de reparar la lesión aceleran su paso hacia el área afectada. Luego es el turno del trabajo estructural. Al igual que al colocar cemento para dar solidez a una casa, se construye una matriz que da forma a la capa dérmica y epidérmica externa de la piel. En un cuerpo sano, estas primeras tres etapas deberían completarse en un período de tres semanas durante el cual la pequeña herida se cierra. Luego de este proceso, células específicas se encargan de alisar y dar suavidad al área. Esta cuarta fase se conoce como remodelación y, al igual que la renovación de una casa, puede ser un proceso prolongado que en algunos casos puede extenderse durante años.
A pesar de lo sorprendente que es el sistema, solo parece captar nuestra atención cuando hace un trabajo desprolijo, tarda mucho tiempo en recuperarse o no cumple con lo esperado. Las personas que sufren diabetes u otras enfermedades crónicas pueden tener heridas que se rehúsan a sanar. Y a medida que crecemos, la capacidad de regeneración y reparación de la piel se reduce. Las células que producen piel nueva no logran mantener el ritmo, y la piel se vuelve más delgada.
Existe un aspecto positivo, sin embargo. Cuanto más años tenga la persona, menor es la probabilidad de que se generen cicatrices gruesas. “Este es uno de los grandes misterios de la biología humana”, sostiene el doctor Vincent Gabriel, profesor auxiliar de pediatría, cirugía y neurociencias clínicas de la Universidad de Calgary. Si bien los niños pueden recuperarse rápidamente de una herida, tienen una mayor propensión a desarrollar cicatrices de mayor grosor que los adultos, lo que puede parecer injusto ante la tendencia a las caídas que reina entre los más pequeños.
Y ese no es el único misterio. Investigaciones recientes han demostrado que la piel posee receptores olfativos. En un estudio de la Universidad Ruhr de Bochum, Alemania, se descubrió que ciertos aromas sintetizados de madera de sándalo aceleraban el proceso de generación de nuevas células de piel en laboratorio. Al exponer las muestras de células de piel a estos aromas durante un período de cinco días, proliferaron a mayor velocidad en comparación con aquellas que no experimentaron exposición. Los investigadores creen que ciertos aromas pueden desempeñar algún tipo de rol en el proceso de curación.
En casos extremos, no obstante, se necesitan intervenciones más drásticas. En los últimos años, los cirujanos plásticos han mejorado las técnicas para la realización de ambiciosos procedimientos de reconstrucción, como la extracción y reaplicación de amplias secciones de tejidos para cubrir lesiones, con músculos, huesos y vasos sanguíneos incluidos. Algunos hasta han llevado a cabo trasplantes faciales, en los que se transfiere el rostro completo de una persona fallecida a un paciente desfigurado por una lesión. Pero en la mayoría de los casos, el procedimiento estándar es un injerto de piel de mediano grosor que consiste en extraer una delgada muestra de otra área del cuerpo del paciente para cubrir una herida.
Este proceso no es para nada perfecto. “Todos mis pacientes con injertos necesitan seguimiento por mucho tiempo”, afirma Gabriel. “Prácticamente nunca crece vello en ese sector de la piel. Tiene una textura más rígida y frágil, y esa piel es más propensa a desarrollar heridas a partir de traumas de poca relevancia”. Su equipo está estudiando una célula madre dérmica adulta encontrada en el folículo piloso que puede ayudar a mejorar los injertos.
Otra cuestión es el daño que sufren los pacientes cuando experimentan raspaduras en grandes porciones de piel saludable. El doctor Marc Jeschke, jefe de la división de quemados del centro Sunnybrook Health Sciences Centre en Toronto intenta encontrar soluciones para estos sucesos desafortunados. Su equipo colabora en el desarrollo de una impresora 3D que empleará tan solo una pequeña muestra de un paciente para imprimir piel nueva. Hasta el momento, los únicos que andan por la vida con piel impresa son roedores. Pero los humanos podrían ser los próximos en un futuro no tan lejano.
El descubrimiento
Las cicatrices son el resultado de un proceso excesivo de reparación, aparecen cuando ciertas células llamadas fibroblastos producen una cantidad excesiva de matriz durante la etapa de reparación de la piel. Ya sea que se hayan originado a partir de una travesura o de una arriesgada aventura al aire libre, las cicatrices se consideran emblemas de honor. Sin embargo, en casos más graves, pueden provocar ansiedad, depresión o temor de interactuar con el mundo exterior en pacientes traumatizados.
Durante años, los científicos han intentado desarrollar tratamientos para las cicatrices hipertróficas y han fallado en sus intentos. Pero Aziz Ghahary, profesor de cirugía de la Universidad de British Columbia, ha desarrollado una crema tópica que contiene un químico natural capaz de detener la formación de este tipo de tejidos. “Las cicatrices se deben tratar lo más pronto posible”, sostiene Ghahary. “Debemos decirle a los fibroblastos: ‘Muchas gracias por su ayuda, ya produjeron suficiente matriz. No necesitamos más reparación’”. Esta crema, aprobada por el departamento de Salud de Canadá para ensayos clínicos en humanos, se debe aplicar sobre una herida recientemente reparada para evitar la formación de cicatrices.
Cómo tratar quemaduras
Mientras que muchos pensamos en grados cuando hablamos de quemaduras (primero, segundo y tercer grado), hoy los científicos consideran la profundidad de la lesión para diferenciar los distintos niveles de gravedad. Aquí se describe cómo tratar los distintos tipos de lesiones.
Quemaduras profundas: este tipo de lesiones lastiman ambas capas de piel y hasta pueden llegar a dañar la grasa, músculos y huesos. El área puede verse carbonizada y de color negro, o adoptar una coloración blanca y aspecto seco. En general se necesita un injerto de piel para reparar estas lesiones.
– Llamar a emergencias o dirigirse de inmediato al hospital.
– Cubrir el área con algo limpio y húmedo, como una toalla mojada.
– Nunca intentar retirar prendas que se hayan quemado ni sumergir grandes áreas quemadas en agua fría.
– Elevar las áreas quemadas por encima del nivel del corazón.
Quemaduras superficiales y parcialmente profundas: la piel se regenera sin dejar marcas luego de quemaduras superficiales. Sin embargo, a largo plazo, pueden tener consecuencias. Las quemaduras de sol pueden generar a cáncer de piel. Las quemaduras parcialmente profundas dañan la capa inferior de la piel. Pueden producir ampollas y la piel tener un aspecto enrojecido.
– Mantener bajo agua fresca durante 10 a 15 minutos-
– No utilizar hielo, ya que puede estar muy frío y causar más daño.
– Cubrir el área quemada con un vendaje con gasa esterilizada. Nunca perforar las ampollas.