Conociendo estos síntomas podés prevenir graves enfermedades.
Hinchazón de palmas
En raros casos una hinchazón de palmas es señal de cáncer de ovario, indican varios estudios. “Se ignora si esto se debe a toxinas que el tumor produce o a una reacción inmunitaria contra él”, explica la doctora Anne Stirling, de Cheshire, Inglaterra. Lo que sí se sabe es que esa alteración —fascitis palmar— aparece cuando el cáncer ha avanzado mucho, pero cede al tratarlo. Lo mismo puede ocurrir en los cánceres de próstata, pulmón, mama y otros, junto con afecciones no malignas como una forma rara de psoriasis. Los demás síntomas del cáncer de ovario, como el dolor pélvico, suelen ser demasiado vagos como para descubrir la enfermedad a tiempo. Un estudio realizado en 2004 por la Clínica Mayo en los Estados Unidos reveló que el diagnóstico se hace, en promedio, nueve meses después de que la mujer nota la fascitis.
El dolor de mandíbula al hacer esfuerzos
El dolor de mandíbula no siempre indica trastornos dentales. Si sobreviene al hacer esfuerzos, enojarse o emocionarse, puede ser señal de angina de pecho, un malestar ocasionado por falta de riego sanguíneo en el corazón a causa del endurecimiento y estrechamiento de las arterias coronarias. A veces incluso es síntoma de infarto, sobre todo si no se alivia descansando. “Desperté de un sueño profundo a las 4 de la mañana con un fuerte dolor de mandíbula”, escribió una mujer de 49 años en minniepauz.com, un sitio web de salud. El dolor volvió a despertarla varias veces, acompañado después de entumecimiento del brazo derecho y una sensación opresiva en el pecho, hasta que su pareja la llevó al hospital. Los médicos confirmaron que estaba sufriendo un infarto. “No sentí ningún otro dolor que el de la mandíbula”, recalca ella. “Los nervios del corazón no sienten dolor”, explica Clare Craig, directora del servicio médico en línea thanksdoctor.co.uk. “Como el cerebro interpreta las señales de los nervios cardíacos como si provinieran de otros nervios que convergen en la médula espinal a la misma altura, el dolor se siente en un brazo, el hombro, el cuello, el vientre o en una parte de la cara”.
Un bronceado inexplicable
“Llegué a tener la tez casi negra”, cuenta Deana Kenward, de Guildford, Inglaterra, al recordar un lapso de cuatro meses en el que se le fue oscureciendo la piel. “Podría haber pasado por Tina Turner”. Lo raro es que no se había expuesto al sol. Ni siquiera había salido de vacaciones ese verano. Los labios, encías, uñas y líneas de las manos también se le oscurecieron. Sin embargo, a Deana le gustaba su inexplicable bronceado y no lo mencionó las varias veces que acudió a la clínica porque sufría fatiga y náuseas. El médico atribuyó la fatiga a que tiene dos hijos pequeños y trabaja de noche en un súper mercado. No fue hasta que su hijo Daniel, de cuatro años, no pudo despertarla una mañana cuando un médico del hospital notó que el color de su piel indicaba algo grave. Le dijo a Deana que si no respondía a los esteroides no habría nada que hacer.
Había llegado a la conclusión de que ella padece la enfermedad de Addison (se presenta entre 4 a 6 casos cada 100.000 habitantes), en la que las glándulas suprarrenales dejan de producir cortisol y otras hormonas esenciales para regular la presión arterial. La hipotensión de Deana era peligrosa. Por suerte salió adelante, y su color volvió a la normalidad. Hoy tiene 67 años, pero desde entonces depende de los esteroides para seguir viviendo. “Haber tenido tan oscura la piel me salvó la vida”, afirma. La enfermedad de Addison hace que las personas parezcan bronceadas en un 70 por ciento de los casos, pues el cuerpo compensa la falta de cortisol produciendo más hormona adrenocorticotrópica, la cual estimula las glándulas suprarrenales y pigmenta la piel.
Arrugas en las ojeras
Algunos investigadores, otro signo de mala salud cardíaca es, curiosamente, tener arrugas diagonales en los lóbulos de las orejas. “Las personas mayores son más propensas a que se les arruguen las orejas y a enfermar del corazón, y quizá la asociación no pase de ahí”, señala la doctora Clare Craig. Pero si le salen arrugas en los lóbulos, no las minimice: hágase mediciones periódicas de la presión arterial y de la concentración de colesterol, sobre todo si usted es mayor de 50 años.
Nódulos en los talones
Se diría que no son más que un molesto impedimento para usar sandalias con correas, pero los nódulos de grasa en los tendones de Aquiles son un síntoma de hipercolesterolemia familiar, una enfermedad hereditaria en la cual la concentración de colesterol en la sangre puede rebasar los 210 mg/dl al nacer (el nivel recomendable es de 90 mg/dl o menor). A muchas personas no se les diagnostica esta enfermedad —los jóvenes no suelen hacerse análisis de colesterol periódicamente— y mueren de afecciones cardiovasculares antes de cumplir 50 o 60 años, e incluso a menor edad. No obstante, si se observa un nódulo y se confirma el diagnóstico, la enfermedad es tratable. “Yo tuve una paciente treintañera que padecía este mal”, dice la doctora Anne Stirling, que en 30 años de ejercer la medicina ha interpretado toda clase de síntomas raros. “Pero las estatinas le devolvieron la normalidad”.
Andar con pasos cortitos
Según varios estudios presentados en julio de 2012 en la Conferencia Internacional de la Asociación del Alzheimer, en Vancouver, caminar más despacio y con mayor cuidado de lo habitual puede ser síntoma temprano de demencia senil. Las razones no son claras, pero la doctora Stirling lo explica así: “Coordinar la marcha es un acto complejo que exige usar muchas regiones del cerebro”. Así que si algunas regiones están en proceso de deterioro, dar pasos puede ser cada día más difícil. Caminar de manera inestable también es señal de demencia vascular (la causada por falta de riego sanguíneo en el cerebro), pero suele ocurrir cuando la persona ya tiene otros síntomas, como mala memoria o dificultad para comunicarse. En cambio, los enfermos de Alzheimer parecen andar lentamente años antes de que aparezcan otros síntomas. “Es un aspecto al que quizá deberíamos dedicar mayor atención para poder emitir un diagnóstico más oportuno”, señala Jessica Smith, ejecutiva de investigación de la Sociedad del Alzheimer. Esto contribuiría no solamente a que los enfermos recibieran tratamiento con fármacos contra la demencia senil con mayor anticipación, sino a estudios más avanzados sobre esta enfermedad, que se atribuye a la acumulación de proteínas amiloideas en el cerebro .