Estos sencillos programas aptos para realizar después de un infarto ayudan a realizar cambios en muchos aspectos.
Cuando se desarrollaron por primera vez los programas de rehabilitación cardíaca, en la década del sesenta, el objetivo era restaurar la salud después de un ataque al corazón o de una operación de desviación cardíaca. Ahora se utilizan también para prevenir problemas de salud.
El doctor Neville Suskin, ex presidente de la Asociación Canadiense de Rehabilitación Cardíaca, afirma que los beneficios de estos programas después de un infarto están bien establecidos: los pacientes tienen un 25 por ciento menos probabilidades de volver a ingresar en el hospital o de sufrir un ataque al corazón mortal. Pero, sólo de un 15 a un 30 por ciento de los que ya han padecido uno participan en estos programas.
Glen Hicks tenía 34 años cuando sufrió de un ataque cardíaco mientras estaba de visita en Toronto, en marzo de 2002. Un coágulo en una arteria casi lo mata. “Fue una sorpresa completa”, dice . No fumaba ni estaba excedido de peso, y no sabía que hubiera antecedentes de cardiopatías en su familia, aunque un año antes le habían diagnosticado diabetes, un factor de riesgo para los problemas cardíacos. Después de una angioplastia, Hicks volvió a su casa y se inscribió en rehabilitación cardíaca en el Hospital Regional Saint John. “Que te den un tratamiento y medicamentos te sirve sólo hasta cierto punto”, afirma. Sabía que el resto dependía de él, y estaba decidido a no convertirse, como lo expresa, en un “inválido cardíaco”.
Participó en el programa durante diez semanas. Gracias a un equipo multidisciplinario de médicos, enfermeras, especialistas en dietas y fisioterapeutas, aprendió a manejar sus medicamentos y hacer cambios en su estilo de vida, incluyendo mejoras en su régimen alimentario y en su programa de ejercicio, y cómo lograr un mejor equilibrio entre el trabajo y su vida privada.
Hicks asegura que el programa lo mantuvo en contacto con la realidad. “Me ayudó a entender que se trataba de un evento grave”. Hoy, este director de informática dice que le está yendo mejor que nunca. “Estoy mucho más consciente de las cosas importantes en mi vida, como la familia. Mi esposa dio a luz a nuestro tercer hijo un año después del ataque al corazón”.
Los expertos en rehabilitación cardíaca siempre buscan mejorar los programas. Incluso están logrando mayor éxito en ayudar a las personas a dejar de fumar. El doctor Andrew Pipe, director médico del Centro de Prevención y Rehabilitación Minto, en el Instituto del Corazón de la Universidad de Ottawa, afirma: “Dejar de fumar es lo más importante que puede hacer uno para bien del corazón”. El 44 por ciento de los pacientes que participa en el programa de cese del tabaco no vuelve a encender un cigarrillo seis meses después de darse de alta.
Lisa Frankel, de 65 años, es una de las historias de éxito del programa. Esta mujer ha tenido problemas de angina desde que tenía poco más de 50 años. Fumaba un atado y medio, y a veces más, por día durante 40 años. En julio de 2006 le hicieron una angiografía en el Instituto del Corazón de Ottawa, donde la alentaron a participar en un programa de rehabilitación cardíaca que incluía dejar de fumar, un plan de ejercicio e información sobre la dieta. Usó un parche de nicotina por seis meses y no ha fumado desde entonces.
Pipe dice que estos métodos funcionan tan bien porque “utilizamos terapia farmacológica para dejar de fumar mucho más inteligentemente que en el pasado, identificando a los fumadores y asegurándonos de que se les ofrezca asistencia”.
El doctor Andrew Ignaszewski, director médico del Programa de Corazón Sano en el Hospital St. Paul’s, apenas puede creer los avances que ha visto en las tasas de supervivencia cardíaca. “La tasa de mortalidad es ahora la mitad de lo que era cuando terminaba mi carrera en cardiología hace 15 años. Y las tasas de admisión hospitalaria por enfermedades cardíacas son menores. Por primera vez, no existen largas listas de espera para cirugía del corazón o angioplastias, debido a la cardiología preventiva, el uso de medicamentos, tasas de tabaquismo que bajan y mejoras en el estado físico.
Jamás pensé que llegaría a verlo”.
Ignaszewski cree que incluso es posible lograr más avances. “Si se pudiera aumentar la tasa de participación en los programas de rehabilitación cardíaca del 30 por ciento que es actualmente—afirma—, la incidencia de un segundo ataque al corazón disminuiría. Un segundo infarto es mucho más grave que el primero”.
“Si usted sufre de enfermedad cardiovascular, cerebrovascular o arterial periférica y no ha asistido a la rehabilitación cardíaca, debería tomarla en cuenta”, sugiere Ignaszewski. “Hable con su médico”.