Causan daños serios y trastornan la vida, pero muy pocas personas los conocen, entre ellas algunos médicos.
Un virus que puede causar ceguera infantil
Carmen Burton, de 43 años, no tuvo tanta suerte. Su hija adolescente, Natalie, padece sordera total, epilepsia y problemas de aprendizaje. La razón es que, sin saberlo, Carmen se contagió de CMV durante el embarazo. El CMV es un tipo de virus del herpes que porta al menos el 40 por ciento de la gente. Por lo general es asintomático, o provoca una enfermedad leve parecida a la gripe, pero si se contrae durante la gestación, puede causar aborto espontáneo o malformaciones congénitas. “Me asusta cuando los médicos diagnostican algo muy raro”, dice Carmen, presidenta de la Asociación de CMV Congénito, del Reino Unido. “Eso me dijeron hace 18 años”. El CMV congénito afecta a uno de cada 150 niños en todo el mundo, y el 20 por ciento de ellos pierden el oído o la vista, y presentan convulsiones y otros trastornos graves. Entonces, ¿por qué no se advierte de ello a las mujeres? “Me dijeron que los médicos no lo hacen porque ese mal no tiene cura y no quieren asustar a la gente”, señala Carmen. Sin embargo, aunque el CMV es incurable, es útil saber que el virus se transmite a través de la saliva y otros fluidos corporales. Las mujeres embarazadas pueden reducir el riesgo de contraerlo si se lavan las manos después de alimentar a niños pequeños, cambiar pañales o tocar juguetes. Carmen está promoviendo una campaña para que se coloquen carteles en todas las clínicas prenatales a fin de crear conciencia.
¿Siente que su cuarto da vueltas?
Podría ser por el vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB). Aunque no lo crea, el VPPB es la causa más común de mareo, y afecta a una de cada 40 personas en algún momento de su vida. “Lo típico es que uno se despierte por la mañana y, al bajar de la cama, todo empiece a girar”, explica el doctor Rahul Kanegaonkar, otorrinolaringólogo del Hospital Guy’s, en Londres. “Solo dura unos segundos, pero el primer episodio es aterrador. La gente piensa que se va a morir o que le está dando un ataque de apoplejía. Muchos se arrastran al baño, ya que se acompaña de vómito, y luego regresan a la cama”. El VPPB puede causar depresión e incluso impedir a la víctima salir de casa. La causa es el desprendimiento de cristales de carbonato de calcio en el oído interno, por efecto de una lesión, infección o el envejecimiento. Los cristales se mueven tanto que el cerebro se confunde; de ahí el vértigo y las náuseas. Los médicos suelen confundir el VPPB con el mal de Ménière (cuya supuesta causa es la acumulación de líquido en el oído), el cual produce vértigo pero también pérdida del oído. “Los problemas de equilibrio son difíciles de diagnosticar”, dice Kanegaonkar. “El VPPB no es un quiste en el brazo que se pueda extirpar y analizar. Hay que hacer pruebas y descartar posibles causas”. Por suerte, el VPPB casi siempre se puede curar con la maniobra de Epley. El médico coloca la cabeza del paciente en una serie de posiciones para permitir que los cristales se muevan a una parte del oído donde no causen problemas.
En la intimidad, algo molesto y peligroso
Si el término micoplasmosis genital lo hace pensar de inmediato en una enfermedad de transmisión sexual, está en lo cierto. Sin embargo, le sorprenderá saber que esta infección bacteriana poco conocida, que se descubrió apenas en 1980, es más común en algunos países que la gonorrea, el VIH/ sida y la sífilis. En los Estados Unidos, por ejemplo, es actualmente la tercera enfermedad de transmisión sexual (ETS) más frecuente entre los jóvenes. En los hombres, la micoplasmosis genital es causa de uretritis (inflamación de la uretra), y provoca secreción de pus y dolor al orinar. En las mujeres, se asocia con la cervicitis (inflamación del cuello uterino), y se sospecha que es un importante factor en la aparición de la enfermedad inflamatoria pélvica, la cual puede ocasionar un embarazo ectópico (fuera de la cavidad uterina), dolor pélvico crónico e infertilidad. También puede provocar dolor durante las relaciones sexuales y picazón. Sin embargo, no se sabe a ciencia cierta cuántas personas padecen esta enfermedad, en parte porque suele ser asintomática, sobre todo en las mujeres. “Ninguna empresa farmacéutica fabrica una prueba para detectar micoplasmosis genital”, dice Jonathan Ross, profesor de salud sexual y VIH/sida en la Clínica Whittall Street, en Birmingham, Inglaterra. En ese país los médicos llegan a enviar al laboratorio muestras de sus pacientes, pero es caro y no se hace de manera habitual. La enfermedad se puede tratar con antibióticos. Sin embargo, como todo médico aconsejaría, es mejor prevenirla usando condones.
El misterioso caso de los dedos doblados
En 2007, Sarah Cook, de 38 años, y madre de dos niños, era chofer de ómnibus. Hoy, debido a una retracción progresiva de los dedos, es asistente de pasajeros con necesidades especiales, y teme que algún día, cuando sus manos se cierren hasta convertirse en garras, ya no pueda empujar sillas de ruedas. ¿Cuál es la causa? La enfermedad de Dupuytren, condición en la que los dedos de las manos se contraen hacia la palma por el engrosamiento gradual de la membrana conjuntiva y fibrosa que forma la envoltura de los tendones flexores. “Al principio, yo tenía tres abultamientos pequeños en la base de los dedos —recuerda Sarah—, pero ahora mi dedo medio ha empezado a doblarse hacia la palma y me duele el pulgar”. Como muchas otras personas, esta mujer jamás había oído hablar de la enfermedad de Dupuytren, hasta que un especialista se la diagnosticó. Sin embargo, cuando ella le dio la noticia a su padre, resultó que él también la padecía, al igual que el abuelo paterno de Sarah. Esta enfermedad tiene una base hereditaria, afecta a millones de personas, en su mayoría de raza blanca y ascendencia europea, y es más probable que la desarrollen los adultos mayores. Las personas que han recibido tratamiento pueden notar la enfermedad en sus amigos, cuando los dedos se les empiezan a contraer. “Si el paciente aún puede enderezar los dedos, no hacemos nada”, añade Bainbridge. Pero una vez que los dedos empiezan a doblarse hacia adentro, se requiere una operación para cortar o extirpar los nódulos y fibras afectados. En la mitad de los casos, sin embargo, esto no es suficiente, así que los médicos recurren cada vez más a las inyecciones de colagenasa. Según Bainbridge, esta enzima “ablanda las fibras contraídas”, y la tasa de éxito del tratamiento es de entre el 80 y el 90 por ciento.
Dolor al caminar
Si tiene más de 50 años y le duelen frecuentemente las piernas cuando camina, no dé por hecho que es reumatismo. Podría tratarse de la enfermedad arterial periférica (EAP), un endurecimiento o bloqueo de las arterias de las piernas que afecta a cerca del 30 por ciento de las personas mayores de 55 años, así que consulte a su médico. Miles de amputaciones que se practican cada año en el mundo se deben a úlceras y gangrena causadas por la EAP, por diabetes o por ambas. Además, según Cliff Shearman, profesor de cirugía vascular en la Universidad de Southampton, padecer EAP cuadruplica el riesgo de ataque cardíaco o de apoplejía. Con todo, tendemos a pasarla por alto. “El dolor de piernas no nos alarma tanto como el de pecho —señala Shearman—. No vamos al médico pronto, y a él tal vez no le preocupe mucho”. La detección, dice, “es muy sencilla”. Se puede usar un tensiómetro y un medidor ultrasónico portátil para saber si la presión arterial del tobillo es menor a la del brazo, una prueba que médicos y enfermeras ya practican con diabéticos. Los tratamientos van desde cambios en el estilo de vida —como dejar de fumar y bajar de peso— hasta fármacos y cirugía; por ejemplo, una derivación (bypass) de la arteria afectada o una angioplastia, que consiste en insertar en la arteria un tubo con un globo en el extremo para desbloquearla. A Shearman le gustaría que se hiciera esta prueba a todos los diabéticos mayores de 55 años para detectar la EAP. “A las dependencias de salud les parece bien contratar a personas como yo en la etapa final —la forma más cara de tratar la enfermedad cardiovascular—, pero no invertir desde el principio”, dice. “Los ataques de apoplejía y las amputaciones les cuestan enormes sumas de dinero cada año, así que con esta prueba podrían tener grandes ahorros”.
Cuando el corazón late como loco
¿Qué afecta a millones de personas en el mundo y causa hasta el 30 por ciento de los ataques de apoplejía? Respuesta: la fi brilación auricular (FA), la forma más común de arritmia cardíaca. Tan solo en el Reino Unido afecta a una de cada cuatro personas mayores de 64 años. Con todo, con frecuencia no se detecta. Según Trudie Lobban, directora de la Asociación de Fibrilación Auricular, del Reino Unido, la razón es que los médicos clínicos ya no toman el pulso de manera habitual (la FA no solo provoca arritmia, sino que puede acelerar el ritmo a más de 140 latidos por minuto), y la gente minimiza el golpeteo en el pecho porque cree que son palpitaciones. Algunas víctimas presentan también falta de aliento y mareo, y otras no notan nada. El caso de June Setter es típico. En 2008, esta mujer inglesa de 83 años se quedó atónita porque no pudo subir tres pisos por las escaleras para llegar a su cuarto de hotel. “Apenas podía respirar y me tenía que detener constantemente”, cuenta. Fue a ver a su médico clínico, quien la trataba por la hipertensión, pero la atendió otro doctor. Este le tomó el pulso, lo que nadie había hecho antes, y la envió a hacerse un electrocardiograma. June tenía fibrilación auricular, y ahora la controla por medio de fármacos. “Jamás había oído de la FA —admite ella—. Estoy agradecida con el otro médico por habérmela detectado. Si no, tal vez no seguiría viva”. Tome su pulso con frecuencia para descubrir la posible aparición de esta enfermedad. “Mientras podamos contar, somos responsables de nuestro ritmo cardíaco”, señala Lobban.