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Pequeños héroes: solidaridad en frasco chico

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Pequeño héroe

Historias extraordinarias de héroes niños y adolescentes que hacen del mundo un lugar mejor, cada uno con su propia historia asombrosa.

Consuelo a los chicos con cáncer

CECILY EKLUND, 11 AÑOS

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Pequeños héroes: solidaridad en frasco chico

Cecily Eklund siempre ha adorado a sus muñecas. A los seis años, las necesitó más que nunca: tuvo que someterse a una cirugía por un tumor cerebral y a varias resonancias magnéticas, pero le dijeron que no podía llevarse sus muñecas favoritas a la RM porque contenían metal.

Así que Cecily, su madre Cathy, madre de siete hijos a los que enseñaba en casa, y una fabricante de muñecas profesional de Westlock, Alta, Canadá, sacaron a relucir su parte más creativa. Juntas, diseñaron una muñeca especial, hecha de vidrio pesado y otros materiales seguros para que pudieran acompañar a Cecily en sus largas citas de RM. Pero esta muñeca no era solo única por sus materiales sino por la peculiaridad de no tener rasgos faciales.

“Es para que puedan sentir cualquier emoción”, dice Cecily, que se inspiró para crear estas muñecas llamadas “Blessing Babies” para otros niños enfermos. Ella y su madre comenzaron a fabricar más (Cecily cosía y rellenaba a mano, mientras su mamá se ocupaba de hacer el trabajo a máquina), donando algunas a hospitales infantiles y vendiendo otras para recaudar fondos.

Debido a la alta demanda, contrataron a otros fabricantes de muñecas para que trabajaran con ellas. Poco después, fabricantes de muñecas de todo el mundo también comenzaron a contribuir, enviando cajas de muñecas hechas a mano para apoyar la causa.

La iniciativa de Cecily creció. Comenzó a vender cachorros de felpa hechos a mano y parches de ropa inspiradores, además de organizar campañas de juguetes y recaudación de fondos para varias organizaciones benéficas, como el programa de unidad canina de la Fundación de Policía de Edmonton, la Sociedad de Niños con Cáncer y el fondo Ben Stelter, en honor a otro niño de Edmonton, que había muerto de un tumor cerebral a los seis años.

Entre donaciones monetarias y regalos, Cecily ha recaudado más de 200.000 dólares hasta ahora. La generosidad de Cecily llamó la atención de otro destacable vecino de Evander Kane y Cecily jugando a Mario Kart.

Edmonton, el delantero del equipo de hockey de los Oilers, Evander Kane, que la conoció durante un partido en la cabina de prensa en diciembre de 2022, cuando se recuperaba de una lesión en la muñeca. Kane le dio una camiseta autografiada, y Cecily a cambio le dio un parche que decía “Las cicatrices son tatuajes con mejores historias”.

Desde entonces mantienen una amistad especial. Kane acompaña a Cecily a algunas de sus pruebas de imagen, y Cecily y su madre se quedan en casa de Kane cuando necesita estar más cerca del hospital Stollery Children’s de Edmonton. Ambos disfrutan jugando al videojuego de Mario Kart.

“Siempre gano”, dice Cecily con una tímida sonrisa. “Cecily está luchando contra un tumor cerebral, y si la conocieras, no te darías cuenta”, dijo Kane en una entrevista para Sportsnet. “Es un ser humano increíble porque mientras está pasando por todas estas cosas, hace muchas cosas por los demás y emplea buena parte de su propio tiempo para devolver más de lo que recibe”.

Desde que se conocieron, Kane ha respaldado a su joven amiga en más de una ocasión. Después de que los seguidores de Los Angeles Kings se burlaran de Cecily y le escupieran por usar su camiseta en un partido de los Oilers en Los Angeles, subió una publicación a Instagram. Muchos fans respondieron dándole su apoyo y haciendo donaciones al fondo Stelter.

Hoy Cecily se llama a sí misma sobreviviente de un tumor cerebral y “abanderada de la concienciación sobre el cáncer infantil”, pero todavía está sometida a un estrecho seguimiento por parte del equipo que la trata en el hospital infantil. Cuando le piden consejo sobre cómo conseguir una recaudación de fondos exitosa, ella enfatiza la importancia de la generosidad. “No te haces pobre dando”, dice Cecily. “Porque siempre obtienes algo de vuelta, de una manera u otra”.

Limonada para Lahaina

EDISON JUEL, 5 AÑOS

Edison Juel, de Seattle, Estados Unidos, se convirtió en un héroe inimaginable en la ayuda a catástrofes en agosto pasado, cuando, después de regresar de un viaje familiar a Hawai, vio en las noticias los devastadores incendios forestales de Maui que destruyenron la histórica ciudad de Lahaina.

Edison decidió hacer algo al respecto. Su idea: montar un buen puesto de limonada a la antigua para recaudar dinero para las víctimas. Reclutó a sus padres para que le ayudaran y montó un puesto en su calle con un cartel amarillo brillante que decía “Comida y limonada para Lahaina.”

Cobraba un dólar por vaso, pero muchos clientes le dieron más, llegando incluso a cien dólares. Luego de la venta, las donaciones siguieron llegando. En los lugares de trabajo de sus padres incluso establecieron programas de emparejamiento corporativo.

Al final, Edison recaudó más de 20.000 dólares, que donó a La Fundación de la Comunidad de Hawaii. En Instagram, la madre de Edison, Ami, escribió: “Edison comercializó su puesto con una honestidad encantadora. Su madre dice que ahora cree que puede marcar la diferencia y que tiene buenas ideas, y entiende que “es importante preocuparse por nuestros vecinos cercanos y lejanos”.

Una galería para jóvenes artistas

NALIN KAMAT, 15 AÑOS

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Resulta que la paciencia no siempre es una virtud. Cuando Nalin Kamat tenía 13 años, este adolescente de Toronto, Canadá, estaba camino de convertirse en un artista activo. Ya había celebrado su primera exposición en un centro de Nalin Kamat, arte local, con su serie titulada “Disposiciones”, bocetos a carbón del cuerpo humano como metáfora de la transformación que había sufrido el suyo durante la adolescencia.

Sin embargo, quería más, en particular quería comenzar a mostrar su trabajo en una exposición con jurado, donde un grupo de expertos en arte evaluaría y seleccionaría piezas en un proceso de revisión competitiva. Fue entonces cuando se topó con un obstáculo, al descubrir en la última línea de una solicitud de varias páginas que la edad mínima para presentarse era 18 años. Ese rechazo se convirtió en un catalizador para la creación.

“Había un vacío en el mundo del arte, y pensé que sería genial si pudiera dar la oportunidad a artistas más jóvenes”, dice Nalin, que ahora tiene 15 años. Con el apoyo de sus padres, en enero de 2023, Nalin alquiló un local y fundó Little EGG Gallery, un estudio comercial exclusivo para artistas menores de edad.

La galería, que ahora es lo suficientemente rentable como para cubrir gastos y sacar rentabilidad, cobra una pequeña cuota por cualquier trabajo exhibido y se lleva una comisión del 15 por ciento de las ventas. A su vez, Little EGG ayuda a promover el talento juvenil mostrando sus obras.

Poco después de su apertura, el profesor y artista de la Universidad de Arte y Diseño de Ontario, David Griffin, vio la galería mientras caminaba con su esposa por el vecindario. Estaban montando una exposición en ese momento, y parte de la obra de Nalin colgaba de las paredes.

Griffin dice que cuando conoció a Nalin se dio cuenta de que estaba hablando con alguien especial: “Un joven artista fuerte con una idea realmente excelente, que era crear un espacio para mostrar a la comunidad local el genio fácil y natural de los jóvenes”.

Se estableció un vínculo, y Nalin le pidió a Griffin que le ayudara a hacer de jurado en un concurso próximo. La primera exposición con jurado fue la primavera pasada, y los tres mejores recibieron cada uno un premio en efectivo de 50 dólares. Jack Gamble, de cinco años, ganó por su pintura abstracta titulada Pokemon.

Como Nalin está muy ocupado con el colegio, la vida y su propio arte (ha estado viajando a ferias internacionales para exponer y vender su obra), Little EGG abre mayormente solo a través de cita previa, pero se sigue dedicando a hacer crecer la galería con exposiciones temporales y temáticas programadas unas cuantas veces al año.

Teo Rivas, un artista de 17 años de Toronto que hace molas indígenas latinoamericanas —textiles tradicionales cosidos a mano conocidos por sus diseños geométricos vivos— dice que ya era hora de que existiera un lugar como el Little EGG. “Como artistas jóvenes, no recibimos tanto crédito como creo que deberíamos, y tampoco tenemos muchas oportunidades para demostrar todo el trabajo que empleamos en el arte”.

Un proyecto científico ganador

ELIZABETH CHEN, 17 AÑOS

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Un sábado por la noche en la primavera de 2023, mientras la mayoría de sus amigos estaban descansando, Elizabeth Chen estaba estudiando en el sótano de su casa familiar en un barrio de las afueras. Estaba tratando de descifrar el código sobre cómo los pacientes con leucemia responden a la terapia de células CAR T, uno de los tratamientos más novedosos y prometedores para los cánceres del sistema sanguíneo.

Aunque parezca mentira, era un trabajo de un proyecto científico. Pero en lugar de cultivar cristales o convertir un limón en una pila, la estudiante de primer año de la secundaria de Edmonton, Canadá, estaba tratando de encontrar maneras de hacer que la terapia con células CAR T fuera más efectiva.

A diferencia de las terapias tradicionales contra el cáncer, como la radioterapia y la quimioterapia, la terapia con células CAR T es un enfoque más personalizado que implica ajustar las propias células inmunitarias del paciente para combatir el cáncer. Aunque es muy prometedor, el índice de fracasos puede ser alto, dependiendo de factores como el tipo de cáncer.

Elizabeth se sintió atraída por la investigación del cáncer por varias razones: se encontró con una campaña de recaudación de fondos impulsada por otra niña de Alberta, Canadá, apodada Penn the Brave, a quien habían diagnosticado un tumor cerebral a los tres años. Y cuando Elizabeth era más pequeña, su abuela tuvo cáncer de mama.

Así que cuando Elizabeth estaba buscando un tema para su proyecto científico y su padre le envió un artículo sobre la terapia con células CAR T, un tratamiento de vanguardia que todavía no se conoce en profundidad, se lanzó a investigar todo lo que pudo.

Comenzó con datos de acceso libre procedentes de un estudio conjunto de la Universidad de Pensilvania y la Universidad de Yale en 2022 que examinaba uno de los cánceres infantiles más comunes: la leucemia linfoblástica aguda. El estudio recopilaba datos para explicar qué causa la resistencia al tratamiento con células CAR T, lo que lleva a la recaída, y Elizabeth utilizó esos datos para tratar de identificar biomarcadores genéticos que predijeran con precisión la respuesta del paciente al tratamiento con el fi n de hacerlo más efectivo.

Elizabeth también encontró una manera de analizar los datos de los pacientes usando programas informáticos especializados en lugar de un laboratorio. Parte de ese trabajo supuso subir cientos de gigas de datos con la información genética de los pacientes (durante muchas noches) en una plataforma de software analítico gratuito que le ayudaría a buscar patrones.

Lo que descubrió fue que cierta información genética en las secuencias de ARN, que se traduce en todo, desde el color del pelo hasta la forma en que el sistema inmunológico combate las enfermedades, en realidad podría predecir la respuesta de un paciente a la terapia con células CAR T, y un día podría ayudar a allanar el camino para un tratamiento más eficaz con menos efectos secundarios.

Elizabeth, en la actualidad con 17 años y en segundo año de secundaria, comenzó el proyecto hace dos años, y, tardó meses en ponerse al día con la ciencia. Al principio le pareció que leer artículos de investigación académica básica era demasiado difícil, por lo que empezó a aprender por sí misma leyendo libros, documentos de acceso libre y viendo videos de YouTube diseñados para profanos en la materia sin formación en investigación biomédica.

Pero con solo eso llegó ya muy lejos. “Pensé en rendirme muchas veces”, dice Elizabeth. En su lugar, recurrió a foros online, donde científicos profesionales y aficionados intercambiaban consejos para abordar desafíos similares. Su trabajo de investigación original, titulado: “Optimización de la terapia de células CAR T con análisis de secuenciación de ARN para Identificación de Biomarcadores”, hizo que Elizabeth no solo fuera campeona nacional de la feria de la ciencia, sino que también quedó primera en el prestigioso Concurso Anual de la Unión Europea para Jóvenes Científicos en Bruselas, Bélgica, el año pasado.

“Hizo que todo pareciera que no solo valía la pena, sino que además pensé: ‘Oh, Dios mío, ¡me encanta la ciencia!’” dice Elizabeth. También fue gratificante porque se había sentido fuera de todo tratando de abordar la investigación. Mientras se gradúa en secundaria este año y comienza a solicitar plaza en la universidad (le gustaría ser una científica clínica en oncología o inmunología), Elizabeth está deseando trabajar en un laboratorio real, no solo en el sótano de sus padres.

¡Corre, Izmir, corre!

IZMIR KASSAM, 11 AÑOS

En su décimo cumpleaños, el 6 de febrero de 2023, Izmir Kassam despertó con la noticia del devastador terremoto en Turquía y Siria. Al vivir en Calgary, que lleva el nombre de la tercera ciudad más grande de Turquía, Izmir se vio profundamente afectado por la tragedia. Impulsado por la necesidad de ayudar, vio la oportunidad de marcar la diferencia a través de una de sus pasiones, correr.

Dos años antes, Izmir había corrido su primera media maratón, recaudando dinero para mujeres canadienses en Afganistán. Esta vez se fijó un nuevo objetivo: correr diez kilómetros diez veces, cada carrera marcando un año de su vida, y utilizar este desafío para recaudar fondos para ayudar a las víctimas del terremoto.

En el transcurso de cuatro meses, desde finales de febrero a junio, corrió un total de 100 kilómetros, sumando en total más de dos maratones. Para su última carrera, el 10 de junio, el Centro Cultural e Islámico Turco Canadiense ayudó a organizar un evento de celebración, e Izmir se unió a su padre, su maestro, sus compañeros de clase y miembros de la comunidad turca de Calgary.

Descifrando el código

ANGELINA TSUBOI, 18 AÑOS

Pequeños héroes: solidaridad en frasco chico

 

Con solo siete años, Angelina Tsuboi descubrió su pasión por la innovación. Todo comenzó con un simple juego de laberinto que codificó en su clase de primaria de la escuela pública de Los Angeles, Estados Unidos. “Me cautivó toda la experiencia”, dice.

Hoy en día, a los 18 años, esta estudiante de segundo año de secundaria no es solo desarrolladora de aplicaciones móviles y páginas webs competente en más de 20 lenguajes de programación, sino también una piloto con un gran interés en la ciberseguridad aeroespacial.

Su curiosidad inicial se ha convertido en un profundo deseo de utilizar la tecnología para resolver problemas en el mundo real. “Creo que muchos niños se sienten atrapados porque no saben cómo sus acciones podrían cambiar el mundo de forma real”, dice.

En 2021, como estudiante de la Escuela Chadwick en Palos Verdes, Estados Unidos, desarrolló conjuntamente con otros Megaphone, una de sus primeras aplicaciones, para abordar frustraciones como preguntas sin respuesta después de la clase, problemas de programación y mala comunicación sobre eventos y anuncios.

Su interés por la resolución de problemas siguió creciendo a partir de ahí. Cuando recibió clases online de RCP (reanimación cardiopulmonar) al comienzo de la pandemia, pensó que no podía ser ella la única que estuviera luchando con los pasos. Así que creó una aplicación llamada CPR Buddy, con la que ganó el Apple Swift Challenge de 2022, en la que guiaba a los usuarios por la RCP utilizando vibraciones para regular la compresión y la cadencia respiratoria.

Después de ganar el premio, Angelina presentó su trabajo al CEO de Apple, Tim Cook, un punto culminante en su joven carrera, pero tampoco entonces perdió la calma. “No tiene sentido poner a la gente en un pedestal”, dice.

Al año siguiente, Angelina creó una aplicación llamada Lilac, diseñada para ayudar a los padres solteros que no hablan inglés a encontrar vivienda, oportunidades de trabajo y a traducir lo que no entienden.

Se inspiró en sus propias experiencias como hija de madre soltera que había emigrado a los Estados Unidos desde Japón. Cuando Angelina decidió realizar el curso de piloto a los 16 años, le sorprendió lo difícil que era encontrar financiación, lo que la impulsó a crear otra aplicación, Pilot Fast Track, que ayuda a los aspirantes a piloto a encontrar becas para llevar a cabo el entrenamiento de vuelo.

Mirando hacia el futuro, además de solicitar plaza en universidades con grandes laboratorios (MIT es una de las mejores opciones), Angelina está explorando el ámbito de la ciberseguridad aeroespacial y mecatrónica: mezcla de ciencia informática, ingeniería eléctrica e ingeniería mecánica.

El año pasado, realizó unas prácticas en la NASA, donde trabajó en proyectos de ciberseguridad en el sector aeroespacial. Angelina admite que no duerme mucho (seis horas al día) y nunca ha estado en una fiesta de la escuela secundaria, pero tiene sus prioridades.

¿Su consejo a otros jóvenes que quieren resolver problemas? Pensar de manera positiva. “No hay suficiente optimismo en el mundo”, dice. “También he estado en situaciones en mi vida en las que he perdido mucho la esperanza. Pero al final, es una cuestión de actitud, y en cualquier situación en la que te puedas encontrar, hay formas de conseguir que vaya mejor”.

Poniéndose en los zapatos de otro

SIA GODIKA, 17 AÑOS

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SIA Godika tenía 13 años cuando se dio cuenta de que los hijos de los trabajadores de una obra cerca de su casa, en el exclusivo distrito Koramangala de Bangalore, India, iban descalzos.

“Tenían los pies agrietados, ásperos, sucios, sangrantes”, recuerda Sia, ahora, a los 17 años. “Caminaban por esa obra como si fuera una práctica cotidiana para ellos”. Y fue en ese momento, cuando Sia se dio cuenta del inquietante contraste con su propia situación privilegiada y sus pies y pensó, guau, tengo 13 años y tengo los pies súper suaves. Estos niños tienen siete u ocho años.”

Describe cómo abrió las puertas de su armario y vio una pila de zapatos todos amontonados, muchos de los cuales no había usado en meses o años. Se dirigió al armario de su madre a continuación y literalmente quitó telarañas de algunos de sus zapatos. Luego se apresuró a entregárselos a todos los niños que vio en la obra.

Más tarde ese mismo año, con la ayuda de sus padres y voluntarios de la comunidad, SIA fundó Sole Warriors, una organización benéfica dedicada a proporcionar calzado a los necesitados, personificada por su lema: “Dona una suela, salva un alma” (en inglés hace un juego de palabra con sole (suela) y soul (alma) que, aunque se escriben de forma diferente se pronuncian igual).

La idea, que surgió en una cena durante una conversación con sus padres, tomó rápidamente forma. Después de que ella difundiera el mensaje mediante carteles y grupos de WhatsApp, recibió una avalancha de mensajes de personas que querían ayudar.

Durante meses, SIA estuvo haciendo malabares con el trabajo escolar y su nuevo proyecto por el que sentía pasión. “Me pasaba hasta las 2 de la madrugada haciendo hojas de Excel para ver qué edificios de departamentos podíamos abordar [para conseguir donaciones] y contactar con la gente”.

Ahora en su quinto año, la organización lleva a cabo campañas de distribución en las que Sole Warriors recoge calzado usado, lo reacondiciona (con la ayuda de una cadena internacional de zapaterías) y dona los productos terminados a las personas necesitadas.

Esa necesidad, dice Sia, es interminable. En un mundo donde la mitad más pobre de la población posee solo el dos por ciento de la riqueza, se estima que 300 millones de personas no pueden permitirse comprarse unos zapatos. De los casi 24 mil millones de zapatos hechos cada año, más del 90 por ciento terminan en vertederos.

En su primera campaña de distribución, Sole Warriors recogió y entregó 700 pares de zapatos. Hoy en día, ese número se sitúa en torno a los 28.000 pares en cuatro países, incluidos Estados Unidos, China y Liberia, gracias al arduo trabajo de un equipo central de unos 80 voluntarios.

Pero el crecimiento de la organización no ha estado exento de desafíos. Cuando se trataba de buscar colaboradores, como una empresa que reformara el calzado de forma gratuita (reparando cualquier desgaste y limpiándolo para que pareciera nuevo), SIA se enfrentó a un obstáculo tras otro antes de encontrar un socio en Pressto Cobbler, empresa india.

“Al ser una niña de 13 años, me enfrenté a muchos prejuicios porque la gente estaba menos dispuesta a escucharme debido a mi edad”, dice Sia. Como reconocimiento a su impacto, en 2021 SIA recibió el Premio Diana, otorgado a personas de 9 a 25 años en memoria de la difunta Princesa de Gales.

Otorgado por una organización benéfica del mismo nombre con sede en el Reino Unido, es uno de los honores más prestigiosos que un joven puede recibir por acción social o trabajo humanitario. Pero su trabajo no ha terminado. “Nuestro objetivo siempre ha sido llegar a un millón de pies”, dice.

El Everest de Oscar

OSCAR BURROW, 6 AÑOS

A una edad en la que la mayoría de los niños todavía están aprendiendo a atarse los cordones, Oscar Burrow, un intrépido de seis años de Lancashire, Inglaterra, se los ató para recorrer andando un equivalente al Monte Everest escalando las doce montañas más altas del Reino Unido.

En mayo pasado, el día de su última subida, a la cumbre de Ben Nevis, el pico más alto del Reino Unido, se le unió su familia. Esta caminata trascendental coincidió con el 70 aniversario de la primera ascensión exitosa al Monte Everest. Su misión: recaudar fondos para Derian House, un centro infantil que ofrece descanso y cuidados paliativos a más de 400 niños y jóvenes y sus familias en el noroeste de Inglaterra.

Oscar ya ha recaudado casi 60.000 dólares de los 100.000 que se había propuesto. “Las caminatas no me asustan, pero a veces se me quedan los dedos un poco fríos”, dijo Oscar después de la caminata. “Estoy deseando emprender mi próxima caminata para ganar dinero para Derian House porque quiero ayudar a los niños”.

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