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Historias que inspiran a ser mejor cada día

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Durante la pandemia, muchos hemos
aprendido a apreciar las alegrías más pequeñas. Los lectores de Selecciones
nos comparten sus experiencias.

Mi esposo y yo habíamos hablado mucho sobre adoptar un perro cuando nos retiráramos y este pareció ser el momento propicio. Encontramos a una perrita en el refugio que nos pareció linda; una mezcla de poodle y terrier de tres kilos llamada Coco. El representante del refugio me insistía que era una perra “mayor” de diez años. Le respondí, “no hay problema, ¡nosotros también somos mayores!” Ahora tengo una bella razón para salir de la cama cada mañana a las 6:30, cuando debo llevarla a caminar. Está llena de energía para ser una perra mayor. Nos hace reír y nos ayudó a descubrir nuestras sonrisas. —Anne Chance, Florida

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La tienda local de artesanías permaneció abierta durante el encierro y me invitaron a llevarme materiales a casa y fabricar mascarillas para los trabajadores de la salud. Al principio dudé, porque no tengo una máquina de coser. Pero eso no me detuvo. Desde mediados de abril hasta mediados de julio fabriqué 42 mascarillas, que cosí a mano. Me pone feliz contribuir al apoyo de los servicios de emergencia. —Kathleen Zurenko, Florida

Valore más que nunca y disfrute de la ternura de mis sobrinos, felices y tan compañeros, siempre compartiendo llenos de energía, buen humor , aún en este año de pandemia. Sus travesuras y amor incondicional lograron aplacar más de una vez la tristeza y incertidumbre que afronté en un año complicado, que me dio algo valioso me dio: valorar a la familia y los afectos, fueron mimos al alma. —Grachu Solans, vía Facebook

Mi jardín nunca había estado tan cuidado como ahora. ¡Paso parte de todas las mañanas en el exterior! —Sharon Devora, Texas

En la mayoría de los barrios en Silicon Valley, todos siempre están muy ocupados y el nuestro no es la excepción. Durante los 20 años que hemos vivido aquí, hemos llegado a conocer a nuestros vecinos lo suficiente como para saludarnos cuando entramos o salimos de nuestras cocheras o sacamos a los perros a caminar. Todos han sido amigables, pero siempre muy ocupados con sus trabajos o la escuela. Luego comenzó la cuarentena y algunos decidimos reunirnos en medio de la calle todas las tardes a las cinco. Desde entonces, casi todos salen a charlar. Ahora que han pasado unos meses, ya no solo somos vecinos, sino amigos. Conocemos a sus hijos y cómo están lidiando con no poder ir a la escuela. Conocemos al vecino al que le gusta hornear pan. Conocemos a la hija que ama a los caballos y a la que está en un equipo de porristas. Hemos visto crecer al bebé hasta convertirse en un niño. Y lo mejor de todo, sabemos que podemos contar con ellos cuando los necesitemos. Ese es un gran consuelo en estos tiempos tan difíciles. —Cathy Kordsmeier, California

Al estar en casa todos los días de la semana, pude ver como un par de golondrinas cuidaban a sus crías en el patio de enfrente. Aunque no parezca importante, atestigüé todo el proceso, desde que los padres seleccionaron el lugar para construir dos nidos de lodo, uno junto al otro (que veía fácilmente desde mi ventana frontal), cuando pusieron sus huevos y cuando nacieron las crías; como los alimentaban, como los cuidaron hasta que crecieron y cómo les enseñaron pacientemente a volar en el pórtico (ayudándose de la luz del pórtico, donde podían aterrizar). Luego los vi volar alrededor del jardín en un área más amplia cada día y volver a los nidos en la noche para dormir juntos—la primera semana, por lo menos. La mamá y papá golondrina eran muy atentos. Esos pájaros fueron la mejor parte de mi año. —Wynne Smith, Carolina del Sur

Mi esposo lleva tiempo retirado y yo me retiré en octubre de 2018. Nos amamos, pero somos bastante independientes, cada uno con sus intereses y horarios, así que cuando comenzó el encierro, no sabía qué esperar. La pandemia ha sido terrible para quienes han perdido a seres queridos o sus empleos. Pero nuestro lado bueno en este aislamiento fue que mi esposo y yo nos volvimos más cercanos que nunca. Nos animamos cuando nos sentimos tristes. Permanecemos en contacto con nuestra familia y amigos, aunque sea a través de conexiones digitales o encuentros con distancia social. Nuestro amor—nuestro aprecio—ha seguido creciendo durante este año tan inusual, y eso es algo por lo que estoy profundamente agradecida. —Mindi McKenna, Missouri

Empecé a disfrutar de las pequeñas cosas, lo simple, lo bonito. Meditar y agradecer es mi lema diario. El extrañar a mis hijos me hizo recordar su niñez y ¡fui feliz! Fue un año difícil con una gran enseñanza. — Beatriz Sosa, vía Facebook 

Me acerqué aún más a Dios, aprendí deshacerme de cosas superfluas, a disfrutar sin prisas cada día con mis seres cercanos y con mucha más comunicación. —Victoria Peña, vía Facebook 

¡A vivir más sola que siempre! Raro, ¿verdad? Si llevo años viviendo en la soledad absoluta, más me acostumbré a vivir conmigo misma y ¡no fue un drama para mí! ¡Es lo mejor que me sucede! —Julia E. López López, vía Facebook

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