Alicia Zanca fue una reconocida actriz argentina que falleció en julio de 2012, luego de larga lucha contra el cáncer de colon. Su conmovedora historia como mamá.
Su historia conmovedora quedó plasmada en la revista Selecciones y fue una de las madres reconocidas con el premio Super mamás 2010.
Aquí rememoramos una entrevista sobre su rol de mamá con sus hijos:
La actriz Alicia Zanca no se paralizó cuando tuvo mellizos con síndrome de Down, los estimuló y hoy sus hijos se suben al escenario. Por su fuerza integradora, esta historia también es una de las destacadas del evento Super mamás 2010.
Alicia Zanca es menuda. No pareciera que en ese cuerpo pequeño pueda caber tanta energía; pero sí, cabe. Hace 22 años puso todo el cuerpo cuando nacieron Juan y Mariano, sus mellizos con síndrome de Down. Y lejos de asustarse, redobló la apuesta: once meses después llegó Tamara, su tercera hija. Hoy, Alicia los estimula cada día para potenciar todas sus posibilidades.
P: ¿No sintieron temor al buscar el tercer hijo tan cerca de los mellizos?
R: Y, yo soy medio kamikaze… Fue un deseo de Gustavo (Garzón, actor, su ex marido y padre de sus tres hijos) y ahí fuimos. Cuando estaba embarazada de los mellizos, mi médico me sugirió la punción, pero yo no quise porque cualquiera fuera el resultado no iba a cambiar nada… en ese entonces tenía 37 años. En seguida de tenerlos quedé embarazada otra vez, pero siempre pensé que las cosas por algo ocurren. Ellos tienen tantas posibilidades de crecer, si se las dan… No serán ingenieros pero, ¡qué me importa! Yo tampoco lo soy.
P: Cuando nacieron, ¿pediste ayuda o pudiste arreglártelas sola?
R: Tanto mi médico como el pediatra estuvieron a mi lado todo el tiempo. La familia fue muy contenedora. Hoy para mí es tan natural, pero al principio no fue fácil. Me preguntaba qué había pasado, no entendía demasiado. Sin embargo, a partir de ese momento de amor que me surgió como mamá sentí que todo podía volverse muy creativo y la verdad es que ellos me enseñaron lo que es el amor, creo que antes de ellos no lo sabía muy bien.
P: ¿Cómo fueron esos tiempos?
R: Leí que lo importante era la estimulación y toda la familia trató de hacer eso; estimularlos, adaptarlos a la sociedad. Empezaron en el jardín común y después el padre me dijo que él creía que era mejor que fueran a una escuela especial, porque una común los obligaba a hacer un esfuerzo que consideraba sin sentido; así que fueron a escuelas especiales.
P: ¿Hubo momentos de parálisis?
R: La primera inquietud fue: “¿qué es esto?” y me invadieron muchas dudas; hasta que un día no escuché más nada y empecé a hacer la experiencia y a dejarme sentir. Yo los llevaba a la arena y jugaba con ellos, aprendieron a nadar; siempre fui una mamá muy presente.
Pero tuve ayuda, era un momento en que podía tenerla y eso ayudó mucho; yo quería que ellos estuvieran protegidos y me rodeé de gente idónea, para poder adelantarme. Lo que en un chico normal aparece solo, acá hay que adelantarse, para poder estimular…
P: ¿Cómo es la vida de los mellizos?
R: Juan dio un examen para entrar a una escuela muy exigente y aprobó uno de ellos. Mariano va a otra, donde también trabaja, porque atiende un drugstore. Además estudian teatro en mi escuela, en el curso para chicos con capacidades especiales: están haciendo Otelo: Juan hace de Yago y Mariano interpreta a Casio.
Y también hacen acrobacia, perfectamente integrados con chicos “normales”. Además, Mariano hace percusión con el grupo La Chilinguita y Juan está estudiando dibujo. Incluso trabajaron en el Teatro San Martín, en “Arlequín, servidor de dos patrones”, donde yo los dirigí.
P: ¿Pudiste correrte del rol de mamá para asumir, frente a ellos, el de directora?
R:Totalmente, sólo que a veces hacían algunas picardías—como esconderles cosas a los actores antes de entrar en escena— y ahí tenía que retarlos. La verdad es que entraban cuando debían, cuando terminábamos yo los apuraba para irnos porque hacía frío y ellos primero saludaban a la gente que esperaba afuera y firmaban autógrafos; se lo tomaron en serio, como dos estrellas. Es que aman este mundo.
P: Y… no es casual, ¿no?
R: ¡Pobres santos! Desde los dos años que vienen conmigo al teatro.
P: ¿Cómo sos como madre?
R: Soy una mamá un poco insoportable porque los beso todo el tiempo, pero también soy muy compañera. Tenemos un vínculo bárbaro con Gustavo: él los lleva a hacer actividades al aire libre, a jugar a la pelota, es muy familiero, es un padre extraordinario; y yo soy de moverlos mucho, llevarlos al teatro, al cine, a bailar, intento sacarlos de la tele y esas cosas.
P: Y en tu escuela de teatro, también hay un espacio para ellos…
R: Claro que sí. Hay un curso para chicos con capacidades diferentes… y ellos, como el resto de los alumnos, montan una obra al finalizar el año. Escucharlo a Juan decir: “Odio a Otelo”, me emociona.
P: ¿Qué te enseñan cada día?
R: La voluntad de aprender que tienen y lo creativa que es la diferencia. Ellos me enseñaron que la vida tiene otras posibilidades, me corrieron de la banalidad. Este presente me hace más feliz porque elegí. Por algo la vida se presentó así.
P: ¿La vida te puso a prueba?
R: Creo que no, que si Dios me los dio es porque sintió que yo podía hacerme cargo. Pero me dio un regalo porque me abrió la mirada al mundo. No me siento en deuda como mamá; me habré equivocado, por supuesto, pero nada que no haya sido con la mejor de las intenciones, como diría Bergman. Tengo una familia maravillosa.