Algunas actividades, plantas y alimentos pueden ser peligrosos para sus mascotas.
Todos aman a sus mascotas y hacen todo lo posible por cuidarlas, pero muchos tal vez no sepan que ciertas actividades y elementos de la vida diaria pueden resultar dañinos para las ellas, e incluso, costarles la vida.
1. Evitá los palos
A la mayoría de los perros les encanta jugar a buscar ramas y palos y puede resultar tentadora la idea de arrojarles algún objeto de este estilo cuando no tiene una pelota o juguete de goma a mano. La realidad es que pueden ser elementos extremadamente peligrosos. Los palos pueden astillarse fácilmente y los fragmentos pueden producirles cortes en la boca o la garganta, o quedar alojados en sus tráqueas o tejidos blandos, o bien pueden clavárselos en distintas partes del cuerpo, situaciones que podrían poner en riesgo la vida del animal.
¡ALERTA! ESTO TE PUEDE INTERESAR:
¿Es necesario hacerle un ADN a mi perro?
2. Lirios
Las hojas, flores, polen y tallos de las plantas de la familia de los lirios son altamente tóxicos para los gatos. Por algún motivo los gatos, especialmente los más jóvenes, tienden a intoxicarse cuando ingieren partes de esta planta y, aunque se apliquen tratamientos agresivos, irremediablemente muchos mueren.
Incluso pequeñas cantidades de la planta pueden causar problemas graves. Si un gatito mordisquea un lirio, existe riesgo de muerte. Si sospecha una intoxicación de este tipo, lleve a su gato al veterinario de inmediato.
3. Huesos cocidos
A los perros les encanta masticar huesos y otras sobras de comidas humanas, pero nunca debe darles huesos cocidos. Los huesos pueden astillarse y quebrarse en fragmentos pequeños y filosos con los que el animal puede ahogarse o sufrir cortes en boca, garganta o abdomen. Los trozos de huesos también pueden causar obstrucciones intestinales. Si su perro ya comió huesos cocidos, probablemente los huesos pasen por su tracto digestivo sin causar problemas, pero esté atento a señales de alarma como vómitos, pérdida de apetito o movimientos intestinales anormales.
Si opta por darle huesos a su perro, ofrézcale solo huesos crudos y siempre supervise al animal mientras los come. Consulte al veterinario acerca de tipos adecuados de huesos según la raza y tamaño de su perro.
4. Nadar
Los dueños de perros suelen asumir que todos los perros nadan pero, en realidad, algunos no pueden hacerlo. Las razas con cuerpos pesados, patas o narices cortas, como el pug, bulldog francés y salchicha, suelen ser malos nadadores. Para mantener nariz y boca fuera del agua, estas razas deben inclinar la cabeza hacia arriba, lo que deja su cuerpo apuntando para abajo. Prácticamente terminan en posición vertical cuando están en el agua y tienden a hundirse.
La mayoría de los perros deben aprender a nadar. Para hacerlo, sumérjase en el agua junto a su perro y sosténgalo por debajo del abdomen hasta que comprenda que debe usar las cuatro patas para empujarse hacia adelante. No lo fuerce a nadar si el animal no se siente cómodo y siempre comience en un área poco profunda. Muchos perros aprenden a nadar al seguir a otros perros.
Si tiene pileta, asegúrese de que esté cercada no solo para cuidar a los chicos sino también a los perros. Según el tamaño del perro, muchos logran atravesar los cercos y terminan en la pileta; tragan agua, se agotan y se ahogan. Recuerde que las lonas y cerramientos para cubrir piletas pueden resultar peligrosos ya que pueden quedar atrapados debajo de ellos. Supervise a su perro dentro de la piscina y sus alrededores, de la misma manera que lo haría con un niño.