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¿Cómo nació el cine sonoro?

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El intento de darle sonido se remonta a sus inicios. La película El Cantor del Jazz (1927) fue la primera película sonora.

Cuando apenas había comenzado a oírse el fondo musical pregrabado de la película El Cantor del Jazz, Al Jolson, la estrella del filme, se volvió hacia la cámara y, mirando directamente al público, exclamó: «¡Un momento! ¡Aún no habéis oído nada!… ¿Queréis oír? ¡Toottoottootsie! ¡Muy bien, ahora mismo!» Los espectadores del Warner’s Theatre de Nueva York escucharon hechizados la canción de Al Jolson. Era el 6 de octubre de 1927: había nacido el cine sonoro.

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Los intentos de sonorizar las películas se remontan a los inicios de la historia del cinematógrafo. Ya se habían estrenado varios cortos con sonido, así como noticieros Movietone con banda sonora. Pero el público no había respondido con entusiasmo, y fue el estreno de El Cantor del Jazz, con sus revolucionarias «secuencias habladas», el que marcó el comienzo de las películas con diálogos que todo el mundo quería escuchar.

La banda sonora de El Cantor del Jazz se grabó en el primer estudio de sonido del mundo: una enorme sala de 23 x 30 m, con paredes y suelos insonorizados y puertas forradas de fieltro. El sonido se grababa en directo en discos de baquelita como los de los gramófonos. Desde una cabina insonorizada de frente acristalado, situada a 5 m de altura en un lateral de la sala, un operador iba regulando el tono y el volumen de la grabación. Este sistema se denominaba Vitaphone o «sonido en disco». Copias de esos discos se escuchaban en las salas de proyección como acompañamiento de las películas. De la habilidad del operador, que accionaba un amplificador conectado a dos altavoces situados a ambos lados de la pantalla, dependía que la sincronización de la imagen y el sonido fuera adecuada.

El Cantor del Jazz se había proyectado como una película más de sonido sincronizado, pero Jolson era un arraigado improvisador. El director de los estudios Warner, Sam Warner, decidió conservar el improvisado monólogo con el que presentó «Toottoottootsie» y una escena sentimental, hablada y cantada, entre Jolson -que interpretaba a un artista muy parecido a él- y su madre, en la que Jolson interpreta «Blue Skies», de Irving Berlin.

El Cantor del Jazz se anunció como el primer largometraje «hablado y cantado del principio al fin». Aunque esa frase era una exageración, la película obtuvo un enorme éxito de público en el mundo entero.

Prueba de sonido

La producción de un filme sonoro requería técnicas diferentes de las del cine mudo. Para el rodaje de El Cantor de Jazz, con Al Jolson como estrella, la orquesta se trasladó al estudio, de manera que actores y músicos se vieran y oyeran en directo. Después de ensayar una escena, se hacía una prueba de sonido, sin que las cámaras entraran en acción. Del techo colgaban micrófonos, marcados con una letra, «H» o «M», adecuados para las voces masculinas o femeninas. Los focos se desviaban para no dar calor a los actores. Concluida la grabacion, se hacían los necesarios ajustes de sonido en el disco. Una vez garantizada la calidad del sonido, se procedía a rodar la escena completa, con imagen y sonido.

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