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La magia de la Navidad

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Milagros de Navidad

No se pierda estas historias de Navidad, que muestran cómo nos sorprende la magia de las fiestas.

El vuelo antes de Navidad

Unos niños afortunados visitan el taller de Papá Noel.

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Por Sarah Chassé

La magia de la Navidad

Faltaban dos semanas para Navidad en el Aeropuerto Internacional de Denver, Estados Unidos, y un avión Boeing 777 había rodado por una de las pistas. Desde fuera, el jumbo parecía como cualquier otro a punto de despegar.

Pero en su interior, guirnaldas plateadas y tiras de luces de colores colgaban de los compartimentos superiores para equipaje. Copos de nieve de papel brillante y rizos de cinta roja colgaban sobre los asientos. Copos de “nieve” de algodón adornaban cada apoyacabezas.

La tripulación también lucía atuendos navideños: gorros de Papá Noel, orejas puntiagudas de duende y suéteres de renos. Un bromista se había puesto un disfraz de Grinch. Y los pasajeros del avión, unos cien niños de entre 3 y 10 años y sus familiares, llevaban camisetas a juego adornadas con las palabras “Fantasy Flight“ (vuelo de fantasía).

Los niños también lucían sonrisas mientras comían bocadillos y charlaban emocionados. Para algunos, este era el primer viaje en avión que hacían. Pero para todos, su destino prometía ser inolvidable: se dirigían al “Polo Norte” para visitar el taller de Papá Noel.

Este fue uno de los 13 vuelos organizados en diciembre de 2024 por United Airlines como parte de su programa Fantasy Flights, que lleva más de 30 años ofreciendo a niños con enfermedades graves u otras difucultades una experiencia navideña única.

Los aeropuertos participantes, entre los que se encuentran Los Ángeles, Houston, Cleveland, Fort Lauderdale, Newark, Londres y otros, colaboran con hospitales locales y organizaciones sin fines de lucro que atienden a niños con cáncer, discapacidades o sin hogar.

“Los niños realmente se merecen este día lejos de los retos diarios a los que se enfrentan, y les aporta un poco de magia a sus vidas”, afirma Jonna McGrath, vicepresidenta de operaciones aeroportuarias del centro de operaciones de United en Denver y voluntaria de Fantasy Flight desde hace mucho tiempo.

En Denver, los niños y sus acompañantes son recibidos por los ayudantes de Papá Noel apenas llegan al aeropuerto, explica McGrath, que en el evento del año pasado se puso unas orejas puntiagudas de elfo, pintura brillante en la cara y un montón de cascabeles.

A continuación, los niños pasan por el control de seguridad, como todos los viajeros aéreos, y reciben tarjetas de embarque oficiales con la inscripción “The North Pole” (El Polo Norte). Es fácil saber cuál es su puerta de embarque: es la que tiene árboles de Navidad y osos de peluche inflables gigantes.

Mientras una multitud de jóvenes rodea a un capitán que se arrodilla para colocarles unas pequeñas alas de piloto doradas en la camisa, otros viajeros que pasan por la terminal no pueden evitar detenerse para tomar fotos. Después de cantar y bailar, llega el momento de subir al avión y surcar los cielos. “¿Quién está listo para ir al Polo Norte?”, pregunta el capitán por megáfono una vez que todos los pasajeros están en sus asientos. La respuesta es un coro de vítores.

A continuación, el avión despega y sobrevuela la ciudad durante unos 30 minutos. En el aire, los auxiliares de vuelo cantan villancicos y reparten aperitivos. “Básicamente, es una fiesta en el cielo”, dice McGrath. Luego llega otro anuncio: “Niños, les habla su capitán. Papá Noel nos ha dado permiso para visitar el Polo Norte. Por favor, bajen las persianas de las ventanas; cuando lleguemos, les diré cuándo pueden abrirlas. ¡Santa está muy emocionado por conocerlos!”.

El capitán aterriza el avión de vuelta en el aeropuerto y se dirige a un hangar gigante. Los pasajeros, con los ojos muy abiertos, bajan las escaleras del avión y se adentran en un paraíso invernal. Para llevar a cabo esta fiesta de un día de duración se necesitan cientos de empleados de United y otros voluntarios que decoran, atienden el evento y limpian después.

Aunque supone mucho trabajo, es uno de los días favoritos del año para los empleados. De hecho hay una lista de espera para ayudar. “Una vez que lo ves, no puedes evitar participar”, dice McGrath. Durante las siguientes horas, los niños disfrutan de actividades navideñas.

El año pasado, en Honolulu, los niños asistieron a espectáculos de hula en la “Isla de Navidad”. En Chicago, conocieron a renos de verdad. Otras sorpresas divertidas suelen incluir juegos, un camión de helados, un mago, pintura facial y, por supuesto, el momento más emocionante: conocer a Papá Noel.

Cada niño se saca una foto con el gran hombre y luego recibe una bolsa de regalos de su propia lista de deseos, tal vez patines, un gorro y guantes abrigados, o incluso una bicicleta, comprados y envueltos por más voluntarios.

Scott Rogers trabajó durante 25 años para United como supervisor de operaciones aeroportuarias en Denver. También ha interpretado a Papá Noel en los Fantasy Flights de la ciudad desde 1993. Rogers sigue siendo voluntario incluso después de jubilarse porque sabe lo mucho que significa la experiencia para los niños. Uno de sus momentos favoritos es cuando los niños salen del avión y lo ven por primera vez con su alegre traje rojo.

“Corren hacia Papá Noel y ni siquiera puedes caminar porque se te agarran a las piernas”, dice. Su esposa, Patricia Rogers, hace de Mamá Noel a su lado. Ambos dicen que les encanta darles regalos a los niños. “A veces la bolsa es tan grande que casi no pueden cargarla”, dice Scott, riéndose.

Pero las interacciones que tienen con los niños les calientan aún más el corazón. Scott recuerda haberse tomado una foto con una niña hace unos años. Tenía unos 8 años y luchaba contra el cáncer. Después de conocerlo, le hizo un bastón de caramelo en un taller de manualidades y volvió para dárselo, diciéndole: “Papá Noel, esto es para ti”.

Cuando el evento estaba terminando, Scott estaba en un camarín quitándose su traje rojo cuando alguien llamó suavemente a la puerta. “Hay una niña aquí fuera que quiere hablar contigo”, le dijo una mujer. “Así que me volví a poner todo y era la misma niña”, recuerda. “Entró y dijo: ‘Sé que el año que viene no estaré aquí’”. Se sentó en mi regazo y hablamos sobre lo que estaba pasando y lo feliz que la había hecho ese día”, cuenta. “Fue muy duro para mí”.

Aceptando tanto los momentos difíciles como los felices, él y Patricia planean seguir siendo voluntarios mientras puedan. “Es la mejor parte de la Navidad”, dice Patricia. Scott añade: “La alegría que te dan estos niños es simplemente maravillosa”.

El Papá Noel secreto salva la Navidad

Un desconocido mantiene vivo el espíritu navideño para una niña.

Por Caroline Fanning

La magia de la Navidad

Era la una de la madrugada del día de Navidad, pero para Marisa Shumaker todavía era Nochebuena. Como tantos otros padres, tenía que crear la magia de las fiestas. Durante semanas, su hija de cuatro años, Aubree, solo había pedido una cosa para Navidad: un “teclado de piano de verdad”, no uno de esos pequeños para niños.

Ahora que Aubree estaba dormida, Shumaker sacó la caja de su escondite en su casa de Bel Air, Maryland, lista para desvelar el teclado de 61 teclas de tamaño real, perfecto para principiantes como Aubree. Shumaker pensó que montaría el soporte y el banco, y lo prepararía todo para que estuviera listo para tocar cuando Aubree se despertara y descubriera su sorpresa.

Pero cuando abrió la caja, solo había el soporte y el banco. No había teclado. El pánico se apoderó de ella cuando se dio cuenta de lo que no había notado antes: el teclado se vendía por separado. La noche anterior, madre e hija habían visto la película Ayudando a Santa Claus. En un momento dado, dos de los personajes principales hablan de los regalos que deseaban desesperadamente cuando eran niños, pero que nunca recibieron, lo que les hizo dudar de la existencia de Santa Claus.

“Esa escena se me vino inmediatamente a la mente”, dice Shumaker. Recordó lo feliz que se sintió cuando era pequeña, más o menos de la edad de Aubree, al recibir su primera guitarra como regalo. ¿Qué pensaría Aubree cuando bajara y solo encontrara un banco y un atril, sin teclado?

“Tiene que haber alguna forma de arreglar esto”, pensó. Quizás una tienda online podría entregarle un teclado por la mañana. Quizás podría escaparse a un comercio, si es que alguno seguía abierto. Consideró ambas opciones, pero no tuvo suerte. Desesperada, Shumaker publicó en un grupo de Facebook de su barrio: “Estoy a punto de llorar”, escribió, explicando la situación. “Esto arruinará su Navidad”.

Andy Spencer, que vive a 8 km de Shumaker, se estaba metiendo en la cama poco antes de las dos de la madrugada cuando vio su petición.“Cualquier padre estaría en pánico”, dice Spencer. “No querría que nadie que cree en la magia de la Navidad se sintiera decepcionado”.

Pensó en el teclado que su esposa le había comprado a su hija, Hailey, dos años antes. Todavía lo tenían y, sinceramente, Hailey casi nunca lo había usado. Spencer se levantó de la cama y se dirigió al pasillo para ver si Hailey estaba despierta. Ella y su hermano, Justin, ambos de regreso de la universidad, todavía estaban despiertos. Cuando su papá les contó lo que estaba pasando, se mostraron ansiosos por ayudar.

El teclado de Hailey parecía nuevo. Además, tenía 61 teclas de tamaño completo y encajaba perfectamente en el soporte que tenía Shumaker. “Mi hija estaba más que dispuesta a regalar el teclado, y mi hijo dijo: ‘Tenemos que hacerlo’“, cuenta Spencer. Así que le escribió un mensaje a Shumaker: “¿Dónde vives? Tenemos un teclado más pequeño del que podríamos desprendernos”.

Al leer el mensaje, Shumaker no podía creer lo rápido que había cambiado su suerte. “El hecho de que no me conociera en absoluto… No hay mucha gente así hoy en día”, dice. Los dos intercambiaron mensajes y acordaron encontrarse en una tienda de comestibles frente a la casa de Shumaker.

“Era tarde y había bastante niebla”, dice. “Pensé: “Esto va a acabar en el canal ID [el canal Investigation Discovery, que emite programas sobre crímenes reales]”. Aubree sonríe junto al teclado la mañana de Navidad, y muchas mañanas desde entonces. En pocos minutos, los Spencer llegaron, los tres. Hailey y Justin no se iban a perder esto por nada del mundo. Juntos, cargaron el teclado en el auto de Shumaker.

“¿Cuánto quieres por él?”, preguntó Shumaker, pensando que les enviaría algo de dinero. “No, en serio, es gratis”, respondió Spencer. Lo único que quería, le dijo, era una foto de Aubree feliz en la mañana de Navidad. A menos que, tal vez… “Todos bromeamos diciendo que si ella acababa  siendo la próxima Taylor Swift, yo quería que me dedicara una canción”, dice.

Solo unas horas más tarde, Aubree se despertó y corrió al salón. “¡Mamá!”, exclamó cuando vio el teclado. Inmediatamente comenzó a tocar las teclas y su rostro se iluminó como el árbol de Navidad que tenía al lado cuando sonaron las primeras notas.

Más tarde ese mismo día, Shumaker le envió un mensaje a Spencer para darle las gracias una vez más y decirle que Aubree estaba tan absorta con su nuevo teclado que aún tenía varios regalos y un calcetín sin abrir. Le mostró el mensaje a Hailey y Justin. “Todos nos reímos mucho”, dice Spencer.

Lo que para ellos había sido una tontería, para otra persona lo era todo. Aubree practica con su teclado casi todos los días, con su madre detrás enseñándole clásicos como “Mary Had a Little Lamb” y “Twinkle, Twinkle, Little Star”. A menudo es lo primero que quiere hacer por la mañana, y se sube y baja del banco a lo largo del día. “No creo que haya nada que pueda superarlo”, dice Shumaker. “Quizás si le comprara un piano de cola, pero probablemente tendría que buscar un nuevo lugar para ponerlo”.

Bromas aparte, toda la experiencia de esa noche hizo que Shumaker creyera en la magia de la Navidad. “No me di cuenta hasta que llegué a casa”, dice. “Literalmente, acababa de conocer a Santa Claus, en la vida real. Era él de verdad, y vino con elfos y todo”.

Nuestro milagro de Hanukkah

La Navidad adquiere un nuevo signifi cado para una pareja judía.

Por Ben Shragge

Muchas personas destacadas cumplen años el 24 o el 25 de diciembre, entre ellas el científico Isaac Newton y la estrella de cine Humphrey Bogart. Por supuesto, el bebé navideño más famoso es Jesús, pero en realidad, la fecha concreta de su nacimiento nunca se menciona en los Evangelios.

Su gran día fue elegido por los romanos siglos después de su muerte, probablemente para suplantar las fiestas paganas que se celebraban por esas fechas. Pero, pese a ello, la lista de bebés navideños incluye a muchas leyendas en sus respectivos campos.

Aun así, cuando nos dieron como fecha prevista para el nacimiento de nuestra hija el 24 de diciembre, mi esposa y yo tuvimos algunas reservas. Un cumpleaños en invierno en Nueva Inglaterra, donde vivimos, ya es bastante triste de por sí. Pero un cumpleaños en Navidad corre el riesgo de pasar a un segundo plano.

Los amigos no estarían disponibles para sus fiestas de cumpleaños. Los globos quedarían eclipsados por las luces navideñas. Por muy especial que tus padres digan que eres, es difícil competir con ser llamado el hijo de Dios.

Por otra parte, podría haber ventajas en que nuestra hija cumpliera años en Nochebuena. La fecha sería fácil de recordar. Siempre tendría vacaciones en el colegio o en el trabajo. Nuestro obstetra judío estaría disponible para el parto. Y, como judíos que somos, por fin tendríamos una razón para celebrar la Navidad.

Para nosotros también, la Navidad sería ahora una época de regalos, alegría y himnos a un nacimiento trascendental. Quizás incluso abriríamos un poco de ponche de huevo en el hospital para celebrarlo.

Qué hacer en Navidad es una pregunta paradójicamente judía. Históricamente, la Navidad era un período oscuro para los judíos europeos, que se enfrentaban a la acusación perpetua de haber matado a Jesús. Para evitar ser atacados, el consejo tradicional (y a veces la ley) era quedarse en casa. Para una minoría asediada en países de mayoría cristiana, la Navidad era una época para estar alerta, no para estar alegre.

Así que, aunque muchos no cristianos en los Estados Unidos celebran la Navidad, la relación de los judíos conesta festividad sigue siendo tensa. Afortunadamente, hoy en día se han desarrollado algunas tradiciones judías navideñas menos sombrías que esconderse por miedo.

Los miembros del movimiento Jabad celebran torneos de ajedrez que duran toda la noche en Nochebuena. Otros judíos salen a comer comida china y a ver una película en el cine el día de Navidad. Y algunos judíos, especialmente aquellos con parejas no judías, celebran la Navidad, quizás añadiendo un adorno con la estrella de David a su árbol.

Ahora, al parecer, mi familia judía tendría una tradición navideña propia. No tendríamos árbol, pero habría regalos debajo de la mezuzá en Nochebuena. Sin embargo, al final, nuestra celebración judía del cumpleaños en Navidad no estaba destinada a ser.

Mi esposa se puso de parto tres semanas antes de la fecha prevista, lo que en 2021 significaba el séptimo día de Hanukkah. (O, para ser más precisos, en mitad de la noche del séptimo día). Después de más de 14 horas en la sala de partos, nuestra hija nació la noche del 5 de diciembre, justo cuando íbamos a encender la menorá para el octavo día, la última noche de celebración.

Ella fue, como nos gusta decir, nuestro milagro de Hanukkah. Y como su nacimiento sustituyó al encendido de las velas, nos pareció adecuado llamarla Liora, que en hebreo significa “luz mía”.

No es que la hubiéramos llamado Holly y hubiéramos decorado la casa si hubiera nacido en Nochebuena. Aun así, hay algo milagroso, como una jarra de aceite que dura ocho días, en que un bebé judío que debía nacer en Nochebuena llegue en cambio en Hanukkah.

Se puede llamar un simple giro del destino, o se puede preguntar, citando al filósofo G. K. Chesterton, si “las coincidencias son juegos de palabras espirituales”. Quizás algunos bebés simplemente nacen en una fecha significativa en lugar de otra. Y quizás algunos aceites arden durante un tiempo excepcionalmente largo.

Pero después de haber presenciado el nacimiento de mi hija, estoy abierta a la posibilidad de algo divino. Aunque está cerca de la Navidad, Hanukkah es una festividad judía pequeña. A diferencia de las fiestas judías más importantes, no hay rituales solemnes que superen a la celebración de un cumpleaños. Un cumpleaños en Yom Kippur significa pedir perdón y ayunar todo el día. Un cumpleaños en Pascua significa recordar la esclavitud y comer pan ácimo.

Pero un cumpleaños en Hanukkah significa una razón más para encender una luz y comer donas de jalea y latkes de papa. En lugar de quedar eclipsado por una fiesta importante, el cumpleaños de nuestra hija ha elevado el estatus de una fiesta menor. Al menos en nuestra casa, a la revuelta de los macabeos que se celebra en Hanukkah se ha sumado una nueva historia.

El misterio del árbol de Navidad

¿Quién decoró el gran pino junto a un tramo remoto de la autopista de Montana?

Por Charlotte McDonald-Gibson

La magia de la Navidad

La carretera de montaña estaba resbaladiza por el hielo, y la esposa del camionero estaba demasiado preocupada por él como para colgar el teléfono. Así que, mientras German Segura conducía su camión de 18 ruedas por las secuelas de una tormenta de diciembre, trató de aligerar el ambiente.

Lo que le dijo a su esposa, Elsa Segura, en ese viaje de ida y vuelta de 6.400 km desde Texas a Canadá en 2009, sentó las bases para un misterio festivo y una querida tradición anual. Durante los últimos 16 inviernos, los automovilistas que viajan por un tramo remoto de la Interestatal 90 a través de la reserva indígena Crow en Montana han observado un pino solitario que sobresale de la franja de césped entre las carreteras en dirección norte y sur. Se destaca porque está decorado para Navidad.

“Algunas personas pensaban que eran los indígenas quienes lo hacían”, dice Carl Stark, que vive en la cercana Sheridan, Wyoming. “Hablé con otras personas que decían que era un memorial para alguien que había fallecido. Así que era un gran misterio”.

La explicación nos lleva de vuelta a German, de 71 años, que creció en México, fascinado por el oeste americano. “Soñaba con formar parte de la expedición de Lewis y Clark y ser un Llanero Solitario que cazaba búfalos”, dice.

Después de mudarse a los Estados Unidos hace 46 años para trabajar en una empresa de transporte, le encantó que le asignaran la ruta Texas-Calgary, que le llevaba a través de los paisajes de sus sueños infantiles varias veces al mes.

En aquel gélido día de diciembre, conducía hacia el sur, tratando de tranquilizar a su inquieta esposa al otro lado del teléfono, cuando vio el pino que sobresalía de la nieve profunda. ”Le dije: ‘Acabo de pasar junto a un pequeño huérfano en medio de la carretera, y no lleva chaqueta’“, cuenta Germán. “Estaba bromeando con mi esposa, y ella me dijo: ‘Detente ahí mismo, Germán Segura. ¡Da la vuelta y dale una chamarra!’».

Así que detuvo su camión y abrió y cerró rápidamente la puerta, fingiendo que se iba a poner una chamarra para el huérfano que se había inventado. Mientras se alejaba, se sintió mal por no haber cumplido su palabra.

Una semana más tarde, de camino a Calgary de nuevo, se detuvo junto al árbol y le ató unas cintas, decidiendo que la siguiente Navidad haría las cosas como es debido. “Me dije: ‘En mi próximo viaje, lo vestiré bien’”, cuenta. Al año siguiente, Germán regresó en noviembre con un puñado de adornos. Al año siguiente, trajo aún más. Pero esta vez tenía compañía: apareció un policía con las luces encendidas.

“Pensé: ‘Me van a multar”, y me puse un poco nervioso’”, cuenta Germán. En cambio, el jefe de policía le preguntó si era él quien había decorado el árbol los dos años anteriores. Cuando Germán lo admitió, el oficial le dijo: “Gracias por el regalo. Deberías dejar una pequeña nota, que diga quién eres”.

Así que al año siguiente, Germán trajo un letrero que había hecho en casa, en el que se leía “Feliz Navidad desde Texas”, y lo pegó junto al árbol. Cada noviembre que siguió, regresó al mismo lugar con decoraciones cada vez más elaboradas, que retiraba al final del invierno. Lo hizo de incógnito porque solo planeaba mantener viva la tradición por amor a su esposa, dice. “No puedo romper mi promesa al jefe, y desde el principio a ella le encantó”.

Pero con el paso de los años, notó pequeños añadidos al árbol: un juguete o un pequeño regalo. Luego, en 2017, vio una bolsa de plástico atada a una rama con una nota dentro. Decía: “Gracias. No tienes idea del impacto que tienes en la comunidad”. Los autores eran Jonnie y Carl Stark, que llevaban años especulando sobre la identidad del decorador. La pareja había dejado un número de teléfono, así que German se puso en contacto con ellos y al año siguiente se reunieron y decoraron el árbol juntos.

Desde entonces, la tradición no ha hecho más que crecer, al igual que el árbol, y su decoración marca el inicio oficial de la temporada navideña en la zona. Los vecinos dejan medias y los Stark han proporcionado un conjunto de luces solares centelleantes.

Ha habido algunos contratiempos. El Departamento de Transporte de Montana dijo que el letrero no podía quedarse, así que cada año el grupo lo saca solo para las fotos. Pero German está encantado con la alegría que aporta el árbol. Una publicación en Facebook al respecto ha recibido una avalancha de comentarios.

“Me encanta hacerlo, leer los comentarios”, dice. Aunque Elsa, su esposa desde hace 50 años, no viaja y solo disfruta del árbol a través de las historias y fotos de su esposo, otros amigos y familiares se han unido a él. Su sobrina vino en 2023 e incluso su jefe en la empresa de camiones hizo una peregrinación para colgar una bola de cristal en el árbol.

Y aunque Germán dice que no tiene planes de retirarse del transporte, ahora cuenta ayudantes dispuestos a ayudar cuando llega la Navidad. “Germán fue quien empezó todo. No quería reconocimiento, solo lo hacía por bondad”, dice Carl Stark. “Así que nosotros solo somos sus elfos”.