Nuevos estudios indican que, si se presta más atención a los
alimentos que se ingieren, se
podría retrasar el proceso de envejecimiento.
El paso de los años suele venir acompañado de muchos cambios: en la vista, en la fuerza muscular, en la coordinación, en los reflejos, y en el equilibrio. Asimismo, con la edad disminuye la necesidad de energía del cuerpo a la vez que aumenta la demanda de algunos nutrientes.
Envejecer es inevitable, pero algunos cambios degenerativos que se presentan a partir de la mediana edad no lo son si se toman medidas preventivas. Una nutrición adecuada puede retrasar, o incluso prevenir, trastornos tales como la osteoporosis, la diabetes, la obesidad, las enfermedades coronarias, y otras dolencias crónicas. Se estima que entre un tercio y la mitad de los problemas de salud de las personas de más de 65 años se relacionan con su alimentación.
Por eso, alimentarse correctamente es importante en cualquier estrategia para “envejecer de forma saludable y plena”. Algunas personas sin embargo, no logran tener una alimentación sana por diversas razones: con la edad, el apetito en general disminuye así como también los sentidos del gusto y del olfato, lo que provoca que la comida resulte menos atractiva; aumentan los problemas digestivos como la constipación y la disminución de la producción de ácido del estómago; y en ciertos casos se presentan dificultades para masticar los alimentos. Asimismo, la pérdida de una pareja, o la dificultad para comprar o preparar los alimentos, pueden llevar a que el individuo tenga una alimentación poco nutritiva a base de infusiones, pan, sopas instantáneas, galletitas y otros alimentos poco saludables.
Dieta nutritiva
A medida que envejecés, asegurate de seguir ingiriendo una amplia variedad de alimentos nutritivos. Cuanto más diversa sea tu alimentación, mejor será la calidad de vitaminas, minerales, oligoelementos y fibra.
Cambio de necesidades
La composición del cuerpo de una persona cambia con la edad, ya que la masa muscular disminuye -principalmente por la falta de uso-, y el tejido graso aumenta. Como el metabolismo se hace más lento y, en general, disminuye la actividad física, se requieren menos calorías. Por esta razón, quienes no reducen la ingesta de comida probablemente aumenten de peso e incrementen el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, diabetes y artrosis.
Con los años, asimismo, el cuerpo es menos eficiente para absorber y utilizar algunos nutrientes; la osteoporosis y otros problemas de salud frecuentes entre la gente mayor también modifican las necesidades alimenticias. Por eso, una persona mayor puede necesitar cantidades adicionales de los siguientes nutrientes:
- Calcio, para tener huesos saludables y prevenir la osteoporosis.
- Vitamina D, para favorecer la absorción del calcio.
- Vitamina B12, para formar glóbulos rojos y mantener nervios saludables.
- Zinc, para favorecer el sistema inmune.
- Potasio, si se tiene presión alta o se toman diuréticos.
- Ácido fólico, una vitamina del grupo B, que el cuerpo utiliza para fabricar ADN y glóbulos rojos, y que puede ayudar también a reducir los niveles de homocisteína, un componente de la sangre que ha sido asociado con un aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular.
- Fibra, para favorecer la función intestinal y reducir los niveles de colesterol sanguíneos.