Descubra cómo ayuda la fisioterapia a aliviar el dolor, e incluso a evitar algunas operaciones.
Reconocer que el dolor me iba a obligar a dejar de cocinar fue lo que me hizo buscar fisioterapia.
Mis manos y muñecas se habían resentido de la adicción a tomar notas, tanto manual como en la computadora, durante mis estudios de posgrado. Aunque aún podía usar el teclado, había renunciado a abrir frascos de vidrio; mis ganas de escribir se fueron diluyendo, y el sencillo acto de picar un diente de ajo me dejaba un dolor pulsátil en los brazos.
La doctora me pidió un análisis de sangre para descartar la artritis reumatoide, pero no supo qué hacer después. Mi marido, Andrew, llevaba años insistiendo en que fuera al fisioterapeuta: a él le había servido para recuperarse de varias lesiones atribuibles a su afición al tenis. Pero en mi mundo, yo sufría una de esas alteraciones que solo se cura con analgésicos o cirugía. Finalmente, accedí e hice una consulta con el fisioterapeuta.
Es difícil exagerar al hablar de los resultados. Salí de esa primera sesión con un diagnóstico de tendinitis e instrucciones para realizar tres ejercicios de estiramiento. Se trataba de movimientos simples (uno de ellos consistía en apoyar las yemas de los dedos en la pared y llevar las palmas hacia abajo diez veces), pero me ayudaban a aliviar tanto la tensión muscular que no veía la hora de repetir aquel ritual tres veces al día. Durante las sesiones semanales en la clínica, el fisioterapeuta me estiraba los músculos contracturados y añadía ejercicios de fuerza para prevenir problemas futuros. El dolor empezó a desaparecer en cuestión de días y me recuperé casi por completo dos meses después.
Descubrí que la fisioterapia también sirve para curar dolencias crónicas, y que no me enfrentaría a meses y meses de caros tratamientos. En mi caso y en muchos otros, las consultas disminuyen rápidamente una vez que se identifica el problema y se mandan ejercicios para hacer en casa.
Aunque se sabe que la fisioterapia desempeña un papel destacado en la recuperación tras un accidente, una lesión deportiva o un evento cerebrovascular, la ciencia encargada de la evaluación y el tratamiento de los desajustes que alteran el funcionamiento físico y la capacidad de movimiento ha cobrado un nuevo sentido para los servicios de salud. Y podría ahorrarle algunas operaciones innecesarias.
A continuación, las herramientas que ofrece la fisioterapia para tratar distintas dolencias y enfermedades.
DOLOR DE RODILLA
En 2009, The New England Journal of Medicine publicó los resultados de un estudio emblemático. Durante este ensayo comparativo aleatorio llevado a cabo por expertos de la Universidad Western Ontario, en Londres, Canadá, el uso conjunto de fisioterapia y medicación resultó tan efectivo como la cirugía atroscópica en el tratamiento de la artrosis de rodilla. “Muchas articulaciones artríticas mejoran con ejercicios de fuerza y flexibilidad”, señala el coautor del estudio, doctor Robert Litchfield, cirujano ortopedista y director médico de la clínica de medicina deportiva Fowler Kennedy, que pertenece a la misma universidad. Los fisioterapeutas por lo general consiguen neutralizar la fuente del dolor mediante estrategias para identificar la causa (por ejemplo, contracturas en los músculos alrededor de la rodilla) y tratarla con ejercicio o estiramientos.
“Hacemos una evaluación biomecánica que contempla desde la presencia de contracturas y debilidad hasta la forma en que se mueve la articulación”, explica el fisioterapeuta Greg Alcock, coordinador clínico y de investigación en la clínica Fowler Kennedy. “En base a eso, diseñamos un tratamiento, que podría incluir ejercicios [para la inflamación muscular o articular] o corregir los factores que contribuyen al problema. “Los fisioterapeutas se distinguen por su pericia para evaluar el panorama completo”, añade Litchfield.
DOLORES CRÓNICOS
Dependiendo de la causa, el programa de fisioterapia puede ayudar a disminuir el dolor crónico mediante ejercicios para fortalecer los músculos que rodean las articulaciones o los músculos que producen malestar. Durante un estudio danés en mujeres con osteoporosis y dolor crónico vinculado a aplastamiento vertebral, el uso de analgésicos se redujo significativamente y las pacientes reportaron mejor calidad de vida tras solo diez semanas en un programa de fisioterapia diseñado para mejorar el equilibrio y estabilizar la columna lumbar.
DOLOR DE ESPALDA
La mala postura, la distensión muscular y el reumatismo articular pueden producir dolor de espalda. Aunque el tratamiento depende de la causa del problema, siempre se siguen algunos principios básicos. Paul VanWiechen, director de Fisiología del Ejercicio en la Clínica Cleveland, de Canadá, recomienda adoptar un enfoque de tres componentes: control del peso (para reducir la tensión en las rodillas), fortalecimiento muscular (para mejorar la movilidad y prevenir incidentes) y reconfiguración de los patrones de movimiento.
Para ello es necesario modificar la forma en que se coordinan todos los músculos de un área particular a través de series de ejercicios dinámicos. “Existen unas dos docenas de músculos muy importantes en la zona de la espalda baja y sus alrededores”, explica. “El trabajo de fuerza con dos o tres grupos musculares da resultados menos eficaces que los ejercicios diseñados para conseguir que los 24 músculos aprendan a moverse juntos”.
ALTERACIONES DEL SUELO PÉLVICO
El uso de técnicas de fisioterapia para alteraciones del suelo pélvico, que suelen sobrevenir cuando los músculos de la zona se contracturan, se contraen o sufren espasmos tras el embarazo, el parto o una intervención en la región abdominal están en auge. Se manifiestan con dolor durante las relaciones sexuales, incontinencia urinaria o fecal, o dolor generalizado en las regiones abdominal e inguinal. Los fisioterapeutas utilizan una técnica de masaje llamada “relajación de puntos hipersensibles” directamente en el músculo afectado del suelo pélvico para aliviar el espasmo. Muchos también diseñan programas integrales que incluyen ejercicios para fortalecer los músculos del área de la pelvis y la columna, y movimientos de relajación similares a los de Pilates.
FACILITA LA RESPIRACIÓN
Los fisioterapeutas cardiovasculares suelen tratar el asma o la apnea del sueño, por ejemplo, mediante ejercicios para controlar la respiración
—como inflar un globo— o mejorar la movilidad de los músculos del tórax o el cuello mediante rutinas de estiramiento y fortalecimiento. Como parte de un estudio publicado en The Lancet en 2018, expertos de Reino Unido invitaron a 655 pacientes asmáticos de entre 16 y 70 años a participar en un ensayo durante un año para comprobar si su calidad de vida mejoraba con un programa de ejercicios de reeducación respiratoria. Se comprobó que la fisioterapia respiratoria, aunque el paciente siga un programa online a distancia, produce cambios favorables.
Es crucial hacer los ejercicios de estiramiento y fortalecimiento en casa para el tratamiento de casi todos los problemas. Por eso la fisioterapia a veces pierde adeptos. “Para muchos de mis clientes, el dolor tendría que haber desaparecido ayer, y sin mucho esfuerzo”, señala Karen Orlando, fisioterapeuta canadiense. Lleva tiempo y práctica estirar y reeducar músculos para eliminar malos hábitos. Pero así prevenimos la reaparición de lesiones.
En mi caso, cuando me tentaba no hacer los ejercicios, recordaba que muy probablemente era eso lo que me estaba salvando de tener que someterme a una operación de mayor riesgo.