Cuando estamos enfermos, se nos hace difícil reunir fuerzas para ingerir alimentos; pero, a pesar de la falta de apetito, es aconsejable comer porciones pequeñas y saludables a intervalos frecuentes.
Entre las medidas que puede adoptar, es conveniente que mantenga el refrigerador y las alacenas bien equipadas con productos alimenticios que lo ayuden a salir del paso, como leche en polvo, latas de pescado y de frutas, verduras o legumbres, galletas de avena y jugos de larga vida. Si no puede hacer las compras, pida ayuda a un amigo o vecino, y recurra a las opciones de Internet para que le lleven provisiones a casa.
Además, debe asegurarse de que todos los comestibles que ingiera sean nutritivos: en los estados de recuperación es importante que la alimentación contenga elementos de todos los grupos alimenticios. Si lo han operado, el organismo necesitará más calorías, proteínas, vitaminas A y C y, quizá, zinc (compuestos que intervienen en el proceso curativo).
Asimismo, es importante que:
• Consuma, al menos, dos porciones diarias de proteínas (carnes frías, huevos, nueces o queso). El pollo o el pescado asado con arroz o verduras al vapor es una comida fácil de preparar.
• Consuma grandes cantidades de pan integral con crema de cacahuate o queso cottage, cereales con fruta y yogur o avena cocida con frutas secas y miel.
• Prepare un nutritivo caldo de pollo o de carne: es fácil de tragar y rinde para muchas comidas (recaliente solo la porción que comerá).
• Coma a diario frutas ricas en vitamina C (cítricos, tomates, fresas) y vegetales ricos en vitamina A (verduras de hojas verdes y zanahorias).
• Si siente náuseas o se le alteró el sentido del gusto, las comidas frías son más apetecibles. Pruebe comer sándwiches de pollo, queso o atún.
• Evite el café, los refrescos y los dulces, porque disminuyen el apetito.