La lactancia es esencial durante, por lo menos, los primeros seis meses de vida.
¿Qué dice la ciencia sobre la leche materna?
La leche materna es lo mejor para un bebé. Es abundante la evidencia científica sobre los beneficios del amamantamiento. No solo crea un vínculo especial entre la madre y su hijo sino que provee al niño de una mejor nutrición.
La leche de la madre es el alimento perfecto para el bebé, ya que contiene todos los nutrientes en las proporciones necesarias y es de fácil digestión, ideal para un organismo que aún está en desarrollo. Los anticuerpos presentes en la leche materna ayudan al sistema inmune del bebé a combatir enfermedades. De hecho, los bebés amamantados poseen menores probabilidades de padecer asma, alergias, cólicos y de ser obesos e, incluso, de sufrir muerte súbita. Por otra parte, el cuerpo del bebé aprovecha mejor la proteína y la grasa contenida en la leche materna que las que puedan estar presentes en una leche de fórmula.
Dar el pecho también es beneficioso para la madre, ya que reduce el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cánceres, en especial, el mamario. Por otro lado, al amamantar se libera oxitocina, una hormona que estimula la contracción del útero y ayuda a que la mujer regrese más rápidamente a su peso normal.
La producción de leche comienza alrededor del séptimo u octavo mes del embarazo, pero es recién durante los tres o cuatro primeros días después del parto cuando se activa la secreción de la leche. En ese tiempo, el bebé recibirá calostro, un líquido de color amarillento viscoso debido a la presencia de carotenoides y riquísimo en factores inmunitarios que protegen al niño. Luego, los 20 días posteriores, se segrega la leche intermedia, de consistencia aún cremosa.
Nuevos estudios sobre lactancia
Según un estudio realizado en el Reino Unido sobre 10.037 parejas de madres e hijos, los bebés alimentados con leche materna eran menos propensos a presentar problemas de conducta que los que recibieron lecha de fórmula. De acuerdo con los investigadores, la razón de esta conclusión se encuentra en el contenido de la leche materna (los ácidos grasos ayudan al desarrollo del bebé) y la interacción entre madre e hijo fomentada por la lactancia.
Fuente: Archives of Disease in Childhood
En general, el patrón de alimentación de estos bebés —durante los primeros meses— es por lapsos de 2 a 3 horas entre ingestas debido a que la leche materna se digiere más rápido y fácilmente que la leche de fórmula. En la mayoría de los casos, en los primeros dos meses, el bebé requerirá entre 8 a 10 tomas al día. Los bebés extraen la leche del pecho en los primeros 6 u 8 minutos de buena succión. Lo que más estimula el contacto y conexión entre madre e hijo, para la producción de leche, es la misma succión del bebé.
A medida que él crece, aumenta su fuerza y, al ingerir el alimento más vigorosamente, se estimula de este modo la mayor producción de leche en relación con sus cambiantes necesidades. Los factores emocionales no provocan cambios en la calidad de la leche, pero sí en la cantidad. Por eso, la mamá debe intentar descansar y estar lo más tranquila posible al momento de darle el pecho.
La alimentación durante la lactancia debe ser equilibrada para que el bebé obtenga su alimento. Hay que beber abundante cantidad de líquidos para evitar la constipación aunque es normal que las madres estén más sedientas que de costumbre. En las primeras semanas deben evitarse las verduras de hojas crudas como la lechuga, el berro, el apio. También los cítricos como la naranja, la mandarina y el pomelo, el ajo, la cebolla cruda, las bebidas cola y el mate de bombilla, ya que pueden provocar gases o molestias al bebé.
Hay que tener en cuenta que este es un período de aprendizaje tanto para la madre como para el bebé; por lo cual hay que tener paciencia y no llenarse de ansiedad si es que al principio el bebé no se acostumbra tan rápidamente al pecho materno. El consejo a seguir es consultar a una puericultora, quien enseñará a la madre, sobre todo las primerizas, cuáles son las posiciones ideales para que el bebé se prenda mejor, cómo hacer el “provechito” y cómo establecer un patrón de ingesta adecuado. Para aquellas mujeres que no tienen problemas con disponer del período de lactancia materna para sus hijos, se recomienda hacerlo al menos durante los primeros 6 meses, aunque sea en combinación con las fórmulas maternizadas. Pero siempre bajo la premisa de saber que cuanto más tiempo se amamante, mayores serán los beneficios para la salud y el bienestar del bebé.